Retornando a la modalidad del turismo por la ciudad que realmente tiene mucho para dar y en la cual pateo con tiempo y sin prisa, conociéndola. Ahora, enrolando mi mejor papel: un espectador ansioso de cuentitos y de historias con cierta impronta en las calles de Buenos Aires. Escogí, sin meditarlo mucho y sin importarme mucho mis dolores de cabeza crónicos, suscribirme y pagar a la organización de Buenos Aires ecléctica que me guiara por el barrio de Barracas en un 19 de Octubre del 2019 con condiciones climáticas inmejorables.
Comenzamos en el club de Leones, hoy dia la fundación Vitra, para ayuda a los niños con polieminitis, donde contaron sientos acontecimientos con Diaz Velez, luego siguiendo por la "Calle Larga", hoy dia Avenida Montes de Oca (en honor a la familia de la esposa de Carlos Guerrero, padre de Felicitas) , para empalmar con la iglesia de Santa Lucia, donde fue una martir perseguida con el cristianismo, con ciertos mitos y con fecha de su procesión.
Luego pasamos por la que fue la casa de un señor bien llamado Burgos que, por un inferencia sentimental, descuartizo a una señora y fue un caso muy popular allá por los años 50'
Barracas fue uno de los primeros asentamientos poblacionales de Buenos Aires, donde se dividia Barracas Norte y cruzando el Riachuelo: Barracas Sud (Hoy Avellaneda, justo estuve en la semana y mal cuidada Avellaneda). Barracas era un polo de fábricas de alimentos como Bagley, Canale, Aguila y un gran etc, donde trabajan miles de empleados, y por suerte con gente que defendió los derechos del trabajador con ideología anarquista y socialista como Alfredo Palacios que luchó contra el trabajo infantil, cuyos dueños de empresas contrataban niños por la poca paga, hoy se contratan extranjeros porque por dos mangos y sin aportes patronales ni obra social, aceptan el trabajo. Lamentablemente, Barracas, ya casi no tiene fábricas, ni movimiento laboral.
Conocí la calle Lanin, una calle escondida que fue gris, y que por iniciativa de Marino Santa Maria, hijo de Marino Pérsico, la lleno de color y de venecitas. Tuvimos la suerte de charlar un rato con él, y Marino nos cuente, con el apoyo de fotos, el antes y después de la cultura urbana, donde los vecinos solicitaban que le pinten la casa, como bien muestra la foto. Una calle colorida y llena de vida a la que nunca estuve enterado.
Finalmente, tuvimos una extensa visita al museo de la iglesia de Santa Felicitas y los semi-tuneles. Vimos la historia de Felicitas Guerrero que contrajo matrimonio con uno de los hombres más ricos de la Argentina Martin de Alzaga, nieto del contrabandista Martin Alzaga que se hizo millonario durante fines del siglo XVII y principios del siglo XIX. Luego a la noche vi la película que realizó Teresa Constantini, y con una historia incompleta con la que me relataron en el museo. Obviamente, está el mito del fantasma de Felicitas que llora los 30 de Enero y la gente creyente deja una cintita blanca en la puerta de la iglesia.
Además con muchas curiosidades, por ejemplo el caso de Doña Petrona de Gandulfo y su habilidad para hablar más que para cocinar y ganar un concurso. Las galletitas "Lola" que eran de Bagley que eran donadas a un hospital y las enfermeras, cuando veían a alguien moribundo, decían: "Este señor va a morir, ya que no quiere Lola". La cooperación de los comedores con pagos a voluntad para ingerir un plato de comida al mediodia, para el descanso del trabajo.
La no ayuda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para la reestructuración de los tuneles, y el esfuerzo de los guias para limpiar y acondicionar el lugar una vez por mes.
La iglesia basada en la iglesia de Lourdes en Francia, y la historia del Cristo.
Y finalmente un licor que no podia faltar en las casas "La hespiridina" una bebida centenaria, realizada por Bagley.
Donde después de la visita me senté a tomar un chupito de este licor y un scon, mientras escuchaba el coro de la iglesia de Santa Felicita, luego de haber disfrutado y dejando constatado en este, el blog que, aún, escribo. Lindo Sábado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario