El sábado 18 de Septiembre del corriente año. Tuve un turno para realizar el Eco Stress, solicitado por la cardiologa, que hoy día, veo una o dos veces por año para el "apto físico" (creo que tanto fisicamente como psiquicamente no estoy apto para hacer nada en este entorno).
Tomé la bicicleta, con un día espectacular, un templado sol que brindaba el calor placentero en diferentes lugares de mi cuerpo. El camino estuvo bueno, porque si bien estaba acostumbrado tomar por Martinez y luego virar hacia El Cano, está vez, agarré Superí, ya que tenía que ir para el lado de Villa Urquiza. La zona de la calle La Pampa, forrado de arboleras, con las casas colmadas de enredaderas sea en sus tejas o en las paredes. Caserones grandes como cuando, supongo, se compuso el tango: "Barrio de Belgrano, caserón de tejas", de Sebastián Piana y Catulo Castilla, allá por los años 1940's.
Llegué al chequeo, en la Avenida Alvarez Thomas, me hicieron una ecografía en el corazón, me hicieron caminar/trotar en la cinta con cierto grado de elevación y con barbijo, y me tomaban la presión. Y luego, mareado, ya que con el barbijo el aire no circula y se envicia, más con el cuerpo expuesto a pulsaciones elevadas. Me acosté mareado y pensé en respirar cada vez más lento, donde respirar entreno todos los días, para bajar los cambios (que en realidad no tengo).
Volví con la bicleta por Triunvirato, luego combatientes de Malvinas, El cementerio de Chacarita, y Trellez, todo en la misma mano que los auto iban, en Tres Arroyos, justamente agarré la ciclovía en el sentido contrario de los autos. Y cuando pasó por el Velatorio de Tres Arroyos, donde velaron a Maradona, en la esquina había un auto estacionado en la ochava, eso me impidió ver quien venía, supongo que al auto que pasaba por la trasversal, también.
Entonces al no frenar ninguno de los dos, chocamos. En ese segundo que me venía ver el choque, pensaba como caer, por lo que maniobré para tener el menor daño posible, a pesar del pequeño envión y vuelo, me quedé tirado con vista al mural de Maradona y la gente que estaba esperando en el velatorio se acercaba a la esquina.
El señor se bajó y me preguntó si quería llevarme a algún lado, algunos raspones en la espaldo y sangre en el codo, yo lo salude y le dije que "no pasaba nada", cero orgullo y tratar de disipar cualquier trato.
Volví con cierto ruido en los pedales, y tranquilo, volviendo en el mismo sentido de los autos, los casi 3 kilómetros que restaban.