Un pequeño relato, extraído del Libro “Etica para Amador”
cuenta que una señora, que cuida sus formas, vivía al lado de un Río. Una
mañana un grupo de adolescentes se bañaron desnudos en la puerta de su casa. La
señora, desesperada, avisó a la policía para que se retiraran. El policía hecho
a los jóvenes más allá de su casa, a un kilómetro de distancia. A la media hora, la señora vuelve a llamar a
la policía, el agente sorprendido dice: “Pero si los envíe un kilómetro de su
casa”, y la señora contesta: “Pero los veo con los larga vistas”. La gente
puritana, en cuanto a la desnudez, al sexo, y todo lo relacionado a estos
temas, como falto de ética o fuera de toda moral. Tal vez, aclame por mano dura, por pena de
muerte, por guerras, pero lo relacionado al sexo es mucho más bajo que los
actos crueles, incluso provenientes de la institución católica.
Hace poco el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,
Mauricio Macri, expresó que decir: "Que
lindo culo que tenés" es un piropo / halago
Mientras tanto, los programas propagandistas del gobierno “678” y “Duro de Domar”, las mujeres puritanas del panel, se indignaban por este dicho. Que el protocolo, que la diplomacia, que la figura de semejante envergadura. Para esta gente, de “678”, para ser futuro gobernante hay que solo pensar en familia, sociedad y prohibido ver el ojete de las minas y halagarlo.
Además, por otro lado, los atuendos que compran las mujeres, pantalones o calzas ajustados que se les nota el rico y deseable triangulito, que visten, además, un escote varios centimetros más que el hombre, hasta asoman los globos...
Pero por favor, la minita de 678 decía que las mujeres son iguales a los hombres, y que equivocada que está, comenzando en sus formas, en la forma de vestirse y demás.
Mientras tanto, los programas propagandistas del gobierno “678” y “Duro de Domar”, las mujeres puritanas del panel, se indignaban por este dicho. Que el protocolo, que la diplomacia, que la figura de semejante envergadura. Para esta gente, de “678”, para ser futuro gobernante hay que solo pensar en familia, sociedad y prohibido ver el ojete de las minas y halagarlo.
Además, por otro lado, los atuendos que compran las mujeres, pantalones o calzas ajustados que se les nota el rico y deseable triangulito, que visten, además, un escote varios centimetros más que el hombre, hasta asoman los globos...
Pero por favor, la minita de 678 decía que las mujeres son iguales a los hombres, y que equivocada que está, comenzando en sus formas, en la forma de vestirse y demás.
Para esta gente, de “678”, para ser futuro gobernante hay que solo pensar en familia, sociedad y prohibido ver el ojete de las minas y halagarlo.”
Yo voy a seguir siendo honesto y sincero, no adaptándome a
los pensamientos (?) puritanos de esta gente. Que toma por inmoral estos deseos.
Peor, es seguir sosteniendo que este gobierno es excelente y regodearse de eso.
El puritanismo es una corriente que nació en Inglaterra en
el siglo XIV, rebelándose a la iglesia anglicista, estableciendo el cese de la
inmoralidad de la monarquía y las clases elitistas, estableciendo a la Iglesia
como una comunidad voluntaria de individuos, unidos mutuamente por un pacto con
Dios y entre ellos mismos. Los
puritanos subrayaban la necesidad de la conversión para redimirse del pecado y
exigían una rigurosa vida moral, estimulada por la predicación que amenazaba a
los cristianos rebeldes con los castigos de Dios.
En la concepción puritana, la sexualidad pertenece a la
parte inferior del hombre, a su corporalidad, a aquello que tenemos en común
con los animales. Cuando el puritanismo está permeado por una visión religiosa,
se puede llegar a formular la explicación que acabamos de leer. La realidad
familiar no provendría del amor de la voluntad sino que procedería del
ejercicio de la sexualidad.
Algunos párrafos de Joan Carreras sobre la relación puritana
y la sexualidad.
La primera condición
para que el acto conyugal pueda ser lícito, desde el punto de vista de la moral
puritana, consiste en la elevación de la pulsión animal al ámbito de la
espiritualidad o racionalidad. Para ello, se recurrió a una figura jurídica
mediante la que se definía el matrimonio desde mediados del siglo XII: el
contrato consensual.
La segunda condición
necesaria para la legítima actividad sexual, según la visión puritana, consiste
en la finalidad procreadora de la sexualidad. Puesto que el matrimonio es una
institución social creada con miras a la perpetuación de la especie, los
esposos deberían asumir dicha ordenación que constituiría una circunstancia legitimadora
del ejercicio de la sexualidad.
La cultura puritana se
construía sobre un dualismo radical: alma y cuerpo, como realidades
irreconciliables. El hombre y la mujer podrían unir sus almas −a través de la
alianza conyugal− y sus cuerpos −mediante el acto conyugal, del cual
procederían los hijos−, pero su relación nunca sería realmente familiar. Ellos
serían cónyuges, personas unidas por el vínculo en virtud del contrato
matrimonial, que en el caso de los católicos constituiría también un sacramento.
La sociedad
contemporánea, siguiendo un proceso (que ha sido calificado de Revolución
sexual) iniciado hace unos cincuenta años, ha barrido casi del mapa la visión
puritana y está intentando cambiar el paradigma biológico de familia por un
nuevo paradigma que se encuentra en las antípodas de aquél: el paradigma
homosexual. Si la familia había sido construida sobre un doble paradigma
−matrimonio e hijos; cultura y naturaleza; libertad y sangre; contrato
matrimonial y fin reproductor−, ahora se pretende reducirlo todo a un solo
paradigma: el cultural, eligiendo para ello, una relación que es absolutamente
estéril o infértil desde el punto de vista biológico