Ante todo La Plata me
hace acordar a Montevideo, oscura, con bares no tan modernos y cool como los de
Buenos Aires. Caminé bastante para llegar al estadio, de la mano de mi celular
que me guiaba entre diagonales y trasversales. Conocí, en mi caminata, varios
parques y plazas como el Alsina o el Guemes.
Una caminata de alrededor de una hora, me llevó al estadio que, me
habían dicho que estaba alejado y en una zona peligrosa y realmente 5 km de Plaza
Italia(centro) no es tanto, asi como la zona del boulevard de la calle 21, lo
aprecié muy iluminado.
En el marco de
Provincia Emergente, una buena idea de este gobierno que no me cae en gracia,
pero rescato este tipo de eventos culturales, y además gratuitos: algunas
mierdas dirán que lo pagan con su impuestos, bueno que vayan a Estados Unidos
asi no les das estas posibilidades a gente que no cuenta un dinero sobrante
(que también paga IVA) para ir a este tipo de eventos.
Vi un par de
humoristas que hacían monólogos o, para ser más piola, “stand up” e
imitaciones. No me causo gracia, será que estaba cansado. Tenía un poco de
hambre y me banqué una cola de media hora para un cono de papas fritas y un
limoneta. Por primera vez piso el
estadio Unico de la Plata y bastante gente “asomando el rancho”. Estaba
culminando su show “De la Gran Piñata”.
Caballeros de la Quema
me pegó por el tema “Casi nadie” una alegoría al no poder encajar bien con las
ambiciones y certezas de la sociedad, además de esas noches donde me sentí sólo
en medio de “luces y gente” y que yo ocupaba un espacio, pero consideré un “nada”
o un “nadie”, por el hecho que sobre-estimo el poder que el ser humano busca
adjudicarse mediante un logro o título.
Mi primer recital fue
por febrero/marzo del 97. Caballeros tenía un tema llamado “Hasta Estallar” con
Gieco, yo no tenía un mango partido, fui caminando hasta Parque Los Andes en
Chacarita y recuerdo estar con los brazos apoyados en el escenario y estar
rodeas de unas 200 personas. Nunca pagué
para ver a Caballeros, los vi tocar gratis al lado de la facultad de
Ingeniería, donde estudiaba junto a mi novia de ese momento, y realmente
compartíamos el gusto por esta banda. Que es un tipo que grita más que cantar,
pero sus letras muy lunfardas de Buenos Aires, más su impronta perdedora, me
encajaba justo para que me enamore de esa banda y sea la que más siga a finales
de los 90 y principios del 2000.
La banda se estaba
haciendo demasiado popular por fines del año 2000 porque en Palermo, con el
camión de seven up, hubo más de 50 mil personas, además que tocaron Turf,
Kapanga, Javier Calamaro y ellos.
El 2001 en Rock ‘n pop
beach vi mi ultimo recital de ellos en Mar del Plata, donde Garfield, el
organista estuvo totalmente dado vuelta, y faltaba el respeto a Noble. Poco
después Garfield fallecía de un infarto y la banda se fue a pique y se terminó
separando.
El 23 de junio del
2017, volvieron, cuando me enteré, un mes antes, me agarró un entusiasmo
inusual. Me sorprendió la cantidad de gente que hubo, tenían que habilitar
plateas todo el tiempo, y el campo estaba repleto. Salté como hacía mucho que
no lo hacía, me olvidé a lo largo del concierto todos los padecimientos físicos
que sufre, mucha emoción y en cada uno de los temas y mucha euforia, en los
primeros 3 que ya me quede sin vos: Pejerrey, Patri y Todos Atrás y Dios de 9. Me sorprendió como gente de todas las edades se sabía las canciones. Tal vez, hay un revival en las nuevas generaciones.
Culminó con el tema
que tenía que terminar, para quedar bien con los que los conocen poco y mucho.
Además que los cantos de la gente hacían “eco” en el techado Estadio Unico de La
Plata: “lloro lloro, lloro”. Con los hijos de la banda en el escenario.
“Gracias por volver”
cantaba la gente. Creo que las cosas, si no son necesarias por un tema económico,
darle el mejor final que puede darse y ayer “Caballeros de la Quema” si tuvo
que finalizar de la mejor manera, 15 años después, lo hizo con creces y con la presencia
de todos (sin incluir a Garfield) dentro y fuera del escenario. Para mi fue
como para el futbolero haber sido campeón luego de 15 años, sentí la misma
alegría que no me importó volver a caminar lo que caminé de ida, esperar 1000
años el Plaza para volver, en una estación de ómnibus colmada. Realmente, como espectador fui muy feliz, esta
banda me acompañó en muchos momentos de mi vida.