martes, febrero 23, 2010

Viviendo en un gran paradoja


Cuando no se tiene la habilidad de tomar partido, que se está escaso de ideologías, los rebotes entre los pensamientos van y vienen, y la nebulosa invade mi cabeza.
Con lo sucedido anoche, que golpearon sus cacerolas hasta entrada la una de la mañana, reclamando que le devuelvan la luz, uno tiende a violentarse por el nivel de los decibeles, pero a la vez a entender a la gente, que no deja dormir y que produce un enorme dolor de cabeza, su nivel de angustia.
La primera paradoja descrita aquí, simplemente tiene que ver con mis sentidos y con el proceder de esta gente, que se queja de los cortes de ruta y de la molestia que causan, mientras ellos cortan las calles y producen un ruido estruendoso. Pero en este vacío o confusión mental: ¿Qué otra forma tienen de reaccionar cuando se les pudre la comida o cuando los piqueteros no consiguen $800 pesos para seguir subsistiendo? Parecía que esta la forma, porque si bien en mi caso no haría eso, con el pensamiento de hoy, pero ante la desesperación me estaría contradiciendo

Y nadie resiste al archivo, y eso es lógico, aunque todos exigen “códigos”, “palabras”, “reglas” y demás convicciones. En mi vida tengo muchos ejemplo de que rompí códigos, a pesar de decir innumerables veces que cumplo con mi palabra.
¡Patrañas! Muchas veces la mentira ha sido mi motor, lamentablemente, y en diversas situaciones.
Soy un sujeto peligroso, si se lo intenta domesticar, a través de algo explicito como una orden, un consejo o cualquier artimaña que demuestre que el otro tenga alguna superioridad sobre mi. Pero en innumerables ocasiones actué de sumiso y domesticado porque no conozco de rebelión ante diferentes escenarios.
¡La verdad mi honestidad se va al carajo! La apariencia de hombre honesto se empaña sobre mi odio y rencor hacia no poder cambiar mi mundo, dejarme estar, bloquearme y abstraerme.
Pienso que no soy competitivo, pero cuando encuentro a un tipo competitivo, lo descalifico y lo defenestro, ¿Acaso esto no es una actitud competitiva? Creo no tener envidia, pero me choco ante un tipo seguro, certero, coherente y fundamentalista y lo critico caratulandolo de creído y de soberbia.
Me hago el ermitaño, pero ¿Cuál es mi real independencia? Casi nula, estoy viendo siempre el exterior, porque les temo, porque soy imagen y semejanza de la parte del sistema que tanto aborrezco y todo eso resentimiento, es en realidad, hacia las incertezas con que me muevo.

Lo curioso es que siempre digo que busco el placer, que minimizo el esfuerzo, pero ante mi debilidad, me dejo llevar y me enajeno hacia las cuantificaciones y mandatos impuestos, y creo que debo normalizarme hacia ellas. ¡Ay! ¡Cuanta paradoja! Siquiera es sólida, con razón me demuestro un tipo inteligible y poco interesante, es decir, casi prescindible, y eso que me molesta, que soy intrascendente, digo que no soy “ejemplo de nada” y justamente por mi angustia al ser tan intrascendente, justamente como arma de defensa ante mi incapacidad de atracción y de utilidad. No soy funcional al sistema que quiero crearme, adoptando al placer como motor, sino que inculco la violencia y la destrucción al terminar absorviendome a lo que ya está establecido.

Lo que creo que me da alegría, me genera esfuerzo y abatamiento en ocasiones, y en otras un dejo satisfactorio de distensión.

En definitiva, que busco y a veces me encuentro con el estado contrario al que procuré, aunque es excepcional cuando lo encontré. Esto quiere decir que ciertas actividades traen tanto felicidad, como el síntoma contrario, es decir que no puedo mencionar que tal u otra rutina me da satisfacción, sino el sentimiento que envuelve el estímulo elegido.
Por ejemplo si salgo a trotar y cuando lo hago me duele la cabeza, me fatigo y tengo molestias en los tobillos, esto sirvió más que para fortalecer el dolor y mi mal humor, como muchas ocurrió. Por el contrario, pude haber liberado tensión y la música escuchada me ha dado alegría, es la paradoja de la misma actividad.
El balance de la actividad física, que supuestamente me gusta hacer, da neutro, es decir no acredita que me de felicidad y así como diversas situaciones, que por el contrario, parecen tensionantes en la previa y culminan satisfactoriamente dejándome guardado placer.

miércoles, febrero 17, 2010

Noches de inundación, a oscuras y de histeria



Salía de mi clase de guitarra para ir al bodegón donde ceno todos los lunes, ya que los precios que son muy baratos.
Me pido un omelette, una empanada de carne y un agua. Cuando culmino de comer, observo por la ventana que llovía a baldazos, sin pensar lo que vendría después, decidí esperar que pare un poco para caminar las siete cuadras hasta mi hogar.
Al rato me acerqué a la puerta del lugar, un sitio que es una casa antigua lleno de fotos, afiches y otros objetos añejos que le da cierta toque de bodegón típico de películas de los años 50’, la avenida Gaona se había convertido en un río, los autos fueron trasladados arriba de las veredas, mientras tanto la lluvia no cesaba, además se estaba inundando el lugar, salía agua por los pisos, y entraba por la puerta, la gente que trabajaba ahí estaba desesperada, pasando el secador a cada instante.


Mientras todos los comensales, que seríamos más de 30 esperabamos salir, aunque con esa inundación tendríamos una hora más.
Yo estaba solo y aburrido y decidi sentarme a la vista de un grupo de chicos de veintipico que festejaban un cumpleaños y envidiaba la alegría que lo envolvía así como su belleza; cantaban incontables veces el cumpleaños.
Al lado mío yacía una pareja, el hombre me hablaba mientras jugaba con su celular, es decir jamás me miraba a los ojos, mientras la chica se iba a fumar un pucho afuera.
El encargado del lugar me dijo amigablemente: “Tenés para largo”, es ahí cuando saque la guitarra y toqué, total, como es eléctrica y no estaba enchufada, no se escuchaba nada, la verdad mucha vergüenza hacer eso, pero era para anula mi histeria y acelere, ya que mis ganas estaban enfocadas en irme de mi casa.
Luego de dos horas salí, las calles estaban inundadas, no me importó nada y mojé mis zapatos y parte del pantalón en estos pequeños arroyos que distaban las siete cuadras.
Todo el trayecto fue a oscuras, mucha gente afuera, algunos sacando el agua de sus casas, el silencio reinaba, el mismo se tornó insoportable, como si fuese un ambiente lúgubre, llegué a mi departamento, subí los cinco pisos a oscuras, abrí la puerta de mi departamento que también estaba sin luz y me dormí con mi mp3 y las radios FM buscando noticias cómplices de esa situación, pero encontré música y comentarios intrascendentes.

Al otro día al volver de Belgrano, con el 55, y pasar por Warnes y Luis Viale, que es parte de su recorrido, comencé a olfatear y oler a humo, la gente había cortado el tránsito con fuego en señal de que la luz, aún no regresó. El 55 improvisó un recorrido para que me bajara a seis cuadras de mi hogar, las calles las recorrí a oscuras, pero con la histeria de la gente, personas que con cacerolas, cornetas, pitos, bocinas, palazos a los semáforos, hacía un ruido angustiante. Algunos caminaban de un lado al otro golpeándo su cacerola(o cualquier otro objeto), como así creyendo que era la única forma de manifestarse y de ser escuchados por los administradores y por la empresa de luz. Las ambulancias y la policía iban de un lado a otro, los autos transitaban en un par de calles que no estaban cortadas, todo raro, todo atípico, la mayoría de la gente no soporta estas situaciones imprevisibles, es por que la angustia y aburrimiento de no tener luz es maximizada como una tragedia o como una pulsión de abatimiento.

viernes, febrero 12, 2010

Las oportunidades


“A veces esperando las oportunidades, no se ven y se tira toda a la marchanta”, reza una canción de Andrés Calamaro.
Comencemos definiendo la palabra oportunidad, según la RAE:
· Sazón, coyuntura, conveniencia de tiempo y de lugar.
· Sección de un comercio en la que se ofrecen artículos a un precio más bajo del que normalmente tienen


La primera acepción determina la conveniencia, por una cuestión accidental o no, lo cual llamaría un cambio, que básicamente, sería para establecer un cambio, que se puede ilusionar para mejor.
La segunda acepción esta relacionado con alguna oferta o descuento.

Recuerdo cuando salía con alguna mujer y le pagaba la velada, la cita, o lo que sea, me reprochaba el costo de oportunidad, ya sea económico o de tiempo, pero a colación de lo mal que lo pasaba; pero inicialmente tenía la oportunidad de disfrutar el encuentro, sin darle importancia al derroche de tiempo o dinero invertido, porque seguramente me sentía feliz, y estas sensaciones están por sobretodo costo.

En fin, las oportunidades se presentan en numerosas ocasiones, generalmente como novedad de lo cotidiano. Pienso que una vida sin oportunidades no tendría sentido, esto no quiere decir que hay que aprovecharlas, pero da lugar a que una persona se desarrolle en la toma de decisiones, que mejor le encajen en el momento en que viva.

Recientemente deseché una oportunidad de irme al exterior a vivir, prácticamente en forma definitiva, si bien era algo nuevo, encapsulando la cultura e idioma diferentes, preferí dejar mi futuro a la deriva, es decir, a ver que pasa, y negarme a estar ligado bajo un cargo con más alta responsabilidad y sacrificio hacia una empresa, por más que algunos me indiquen que perdí “la oportunidad”

Aunque las oportunidades no suelen aparecer en forma súbita, uno puede ser algo inteligente e irlas buscar para obtener satisfacción personal de diferentes maneras (mayor posibilidades laborales, mayor reconocimiento, mayor placer, etc, etc), aunque puede marearse de tantas oportunidades que te da la vida y el entorno, y entonces, como dice la canción, deja que las cosas sucedan a la marchanta.

Alguno dijo que las crisis traían oportunidades, en realidad, es parte de la supervivencia, cuando un cambio se presenta en forma drástica, causando algún tipo de perjuicio, lo que tiene que tomar es una decisión, ya que si se queda quieto, el inconveniente lo tapará y podrá hacer grandes estragos a su vida, es por eso que la decisión tendría que cambiar el rumbo el camino, para generarse una oportunidad convertida en una nueva ilusión.

Las oportunidades, en definitiva, son el estímulo para vivir, sino pienso que la vida sin ellas es chata y previsible, tal vez sea cómoda, pero puede resultar aburrida.

Y si algún día apareciera la gran oportunidad que me de la presunta comodidad para el ocio y el placer, entonces no la dejaré pasar. Como dice el tema de La Mancha de Rolando: “Ey, súbete a este tren puede que no pase otra vez”.

lunes, febrero 01, 2010

La fiesta de Casamiento



Culminando enero del 2010, Florencia me invitó a un casamiento de un amigo de ella que coincidieron en un foro de Internet, para lo curioso es que a este muchacho lo conocí antes aún en otro foro de Internet que hablaba sobre fútbol y que nos juntamos una gran cantidad de veces a jugar al fútbol y/o a comer algo, siempre como tema presente: el balonpié y todo su entorno.

En fin, la cuestión es que no estoy de acuerdo con las fiestas de casamiento, en realidad con lo que conlleva todo eso.
Primero el lunch, que sonreis, comés, y dejas pasar el aburrido tiempo. Ya me estaba enfadando con mi disfraz, es decir, ropa no acorde para esta época calurosa del año.
La ceremonia fue mixta, donde los protagonistas en un altar escuchaban el guión de sus representantes religiosos palabras como DIOS, amor y otras tantas frases idealistas, Sin dudas, un émbole.
Luego nos sentamos en la mesa, nadie hablaba, solo entre los conocidos, es decir con la persona que cada uno tuvo al lado, eso fue una constante y se me hizo re-largo, ya que soy muy quedado con los desconocidos.
Finalmente los novios ingresaron al salón, con pitos y flautas, y luego comenzó a sonar música judía, y todo se enrareció, parecía que era un espectador de una película, los rostros alegres, la gente mimetizada con el baile, las rondas, todo parecía coreográfico, quedé perplejo ante tanta pasión en la cual no me elegí no identificarme, sin siquiera acoplarme.
Luego lo previsible, por cada plato de comida, un baile distinto, como el vals, donde me asombró que casi todos los hombres se colocaron el saco y deseaban bailar con la novia, la verdad que, al no conocerla y no gustarme bailar el vals, no accedí a dicho baile, simplemente volví a jugar el rol de espectador.
Luego las tipicas canciones de salsas, algunas de hoy dia otras de ayer, pero la gente, de todas las edades, volvía a divertirse, y yo sinceramente envidiaba tal forma de diversión, porque, al ser tan limitado, nuevamente me quedé al margén.

Las viejas y nuevas costumbres de fiestas de casamientos siguieron su paso, con la “tirada del ramo” para las mujeres y la “tirada del cartón del vino.
El aire acondicionado no alcanzó, pero fuera del salón, cuando llegó la mesa de dulces, que para este verano caliente, es demasiado empalagoso.
Y llegó el horario de partir.

En conclusión saco, que se afirma que no es de mi gusto las reuniones adonde se come y se baila, y tampoco me gustaría ser protagonista.

Supongo que las fiestas de Casamientos tienen origen de la Aristocracia, donde el novio y la novia juegan el rol de príncipe y princesa, y todos sus invitados los veneran y congratulan a estas personas que juegan por un tiempo a estar hermosos con sus vestimentas, el brillo de las alianzas, los adornos del salón, todo me hace pensar que la gente vive en un castillo.