La burocracia, los trámites para los diferentes organismos,
es algo con la que se mueve el mundo. El hecho que, para anotarse a un club, a
una escuela, dependen de muchos pre requisitos, donde cierta gente nos
quejamos. Un personaje de Capussotto, encaratulado
como “Beto Pateta”, describe los vericuetos para cambiar la categoría del
monotributo, entre otros acaecimientos que, vale la pena, desdramatizar.
Para sacar la visa, necesitaba el pasaporte, pedi turno el 6
de Enero, con cita el 12 de Febrero, luego de una hilera, relativamente, corta:
foto, huellas digitales y un papel para la recepción. 10 o 15 dias hábiles y con todos los feriados
me lo entregaron un 12 de Marzo. El viaje contaba para el 27 de marzo.
Una vez obtenido el pasaporte, cuatro horas demoré llenando
el formulario, donde no estaba nada claro, bajo mi nivel de entendimiento. Contestando preguntas del tipo si era
terrorista, si viole a alguien, entre páginas y páginas de datos formales, pude
llegar a pagar con tarjeta de crédito y concretar dos citas 16 y 17 de marzo.
El 16 de marzo por la tarde, con un trámite expeditivo: nuevamente
foto y huellas digitales, me dieron cita para el 17 de marzo a las 8:30 hs en
la embajada.
En la embajada con una fila de un centenar de personas, y un
tipo que, estando adelante mío, se fumó casi media docena de cigarrillos. El
reflejo de sol molestó bastante, y tenías que pasar por 4 pasos: el primero fue
anunciarte, te volvías a sumar a la hilera, el segundo era revisarte que
llevás, con muchos objetos restrictivos, un puñado de personas eran filtrados.
El tercer paso, nuevamente, te tomaban las huellas digitales
y el cuarto y último paso, donde se contaba con mayor espera: un yanqui me
preguntó: Si iba por turismo o negocios; de que trabajaba; y si tenía familia
allá.
Por si fuera poco, por internet había que fijarte si la VISA
estaba, yo estaba cagado porque estaba cerca de la fecha: Me la entregaron un
jueves al mediodía en DHL ubicado en el centro. El viernes pude viajar, luego
de cumplir con toda esta metódica burocracia.
Así como Beto Pateta, con el instinto vapuleado, y
dependiendo de la vida civilizada, de la dependencia del otro para subsistir y
parecer un ciudadano burgués, ante mi inmovilidad de cambio y colocarme a la
altura de mi decadencia, de mi futilidad.
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