Está fue mi maratón número 31, y sin dudas, figura entre las
tres más disfrutables, porque no sentí muros y realmente no contaba los
kilómetros para saber cuánto falta, me dejé llevar por la misma
Arranque “Feliz”, tema de Estelares, donde a las 7 y 10 de
la matina fuimos para el lado de la escollera. En este tramo de 3 kilómetros,
me volví a encontrar con el Mendocino de la maratón pasada y otras y con el
Bohemio. Saludé, sin concentrarme que estaba trotando. Antes de llegar a la
escollera, fui a hacer pis, bromeé con un amigo maratonista que iba a
abandonar.
Al transitar la escollera canté “Aquí no podemos hacerlo” de
los Rodriguez. El viento no importó, el fresco ya estaba absorbido por el calor
de mi cuerpo, iba 5 kilómetros.
Salimos de la escollera y subimos por Playa Grande, una
subida rápida y una bajada con los brazos relajados, al escuchar: “El tiempo lo
dirá” de Los Rodriguez, un señor con mucha bronca repitió: “Callate estúpido, cállate
estúpido”, el señor corría la media maratón, yo me puse al lado de él y le
pregunté que le pasaba, los demás, por suerte, saltaron diciendo que cada uno
hiciera su carrera, y por fortuna, asi fue. El, con su ira, corrió más rápido,
yo seguía al ritmo que me quedaba cómodo, que era bastante estable, porque
muchas caras repetidas en el primer trayecto.
En el 10, veo una suelta de globos espectacular, saludo a
Pablo Diaz, que estaba serio, le digo que se ría. Junto a la suelta “Religión
pagana”, de No te va a Gustar, donde habla que la música une, sana y cura, me
llevó a la primer emoción. Una gran imagen
y una buena letra envolvente.
Alrededor del 13 me encuentro a Daniel de Mar del Plata que,
hace años lo veo cada vez que voy allá, muy generoso me acompaño y hablamos
unos 2 kilómetros, aprovechando el viento a favor. En el 15 me pasa Gerardo Ré,
no pudiendo creer que me traspasó tan rápido, y hace un cambio de ritmo
impresionante. Yo seguía al ritmo que la alegría me indicaba.
Se vino el viento en contra, casi en el kilómetro 16, y la
ultima canción de Miranda: “Es positivo se vuelve adictivo”, donde señalaba a
todos y comencé a cantarle a la gente. El viento en contra se soportó, las
piernas pudieron contrarrestarlo. Si bien no canté 3 temas seguidos, con “Siempre
libre” y buscando “Vivir con emoción, siempre libre” de Turf, me nefregó el
viento en contra.
Al subir la cuesta de la Perla, casi llegando al 20, le digo
a uno que se ponga atrás mío un tipo que hicimos ese tramo juntos, lo hace. Y canto:
“Uyy que loco estoy, maldito infierno blanco” de Guasones, a los gritos pelados
y todos cagandose de la risa, por mis gestos de loco.
Paso el 21 con “Pasan las Horas”. Cuando en el 23, en el
puesto de abastecimiento, saludo afectuosamente a los que se vistieron de
muñeco y a los piratas, se cagaban de la risa, y bueno gritando que era “el
mismo vago y el mismo fracasado, un poco más delgado pero voy de pie”, subí la
cuesta de Cabo Corrientes, el gorro se me volaba, corrí sin gorro, subiendo y
con viento en contra, me empujaba para atrás y me concentré en avanzar y subir,
jamás abandoné. En la escollera seguí gritando y desafinando, ya íbamos 25
kilometros y “Gran señor” de los Decadentes me revivió.
Luego sonó un tema que
me acordé de mi vieja cuando cantamos y bailamos en esta ciudad con mucha
alegría, me emocioné y canté más fuerte: “Es que hay algo en tu carita que me
gusta, que me gusta y se llevó mi corazón”.
Paso el túnel y agradezco a cada uno de los voluntarios
porque se tuvieron que bancar la oscuridad, el frío y el bancar a los
corredores. Uno me dice: “Gracias a vos por tu actitud”.
Subo nuevamente la cuesta de Playa Grande, cansó un poco,
pero después me plegué al viento a favor, a partir del 28 y canté con la gente “Deseos
de cosas imposibles”. “La conocés?” le
pregunté a uno, me contestó afirmativamente. Con “Azul” de Cristian Castro y señalando
el mar como un tonto, pase el 30. En Punta Iglesias saludé a Richard, y a Rosa
por tercera vez, les comenté que me sentí muy bien. Bulldog me acompaño hasta
el 37, lo curioso fue en el 34 que había una mina locutando y bailando; ensayo
un baile con ella, me pone cara de orto y expresa, en el micrófono: “Perdí la
inspiración”, me cagué de la risa y corrí, prácticamente en solitario, sólo me
paso una mujer que cambió el ritmo y tenía en la remera el nombre “Ingrid”, y a los otros los alcanzaba de a poco.
El viento en contra fue más duro, por el cansancio y,
supongo, sopló más fuerte. Me dije que me haga “amigo” del viento y así fue, no
dejé de correr, exceptuando en un puesto donde tomé gatorade, pero cada segundo
que el viento cesó, era un alivio, y reparaba ahí. Casi en el 39, le digo a
otros dos corredores que nos refugiaramos en unas bicicletas, trotamos un gran
grupos detrás.
“Amor electricidad” me hizo recordar a los acordes que toco
en la guitarra de ese tema, y pensé en ello. En la última cuesta, llegando al
41, la hice con ganas y cantando “Casi desangelados” de Indios.
Casi al llegar,
un beso a Rosa y a Richard y le digo que fue una carrera espectacular. “Me
diste más velocidad en el desierto, voy a
seguir, voy a pelear y no me quejo, tengo a mi madre libertad para cambiar este
amor” (Mancha de Rolando, nuevamente) fue lo último que escuché en esta Maratón
espectacular, donde me aplaudí solo al arribar a la meta.
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