Podría llamarlo "trotar" para los fundamentalistas del tiempo.
En realidad, prefiero llamar correr, me gusta más la semiología de ésta
palabra.
Luego de transitar tres meses sin hacerlo, a principios de
Marzo, fui a la reserva a realizar,
aproximadamente, 16 kilómetros. La primer salida, costó, pero la segunda, al
domingo siguiente, fue fulminante, bajó la presión, me dolía las cervicales, el
mal humor me poseyó: un desastre.
La consecuencia fue que éste, con justificativos 10 días sin
trotar, hasta que moverme en un día de lluvia me levantó. Transité Marzo con
algunas dudas y la esperanza de que tenía que llevar a la Concordia entre el
cuerpo y la mente.
"hace 3 semanas que me siento bien, es una droga que va más allá de lo pragmático que induce el atletismo”
Promediando Abril, luego de salir de una gripe, las señales
del cuerpo resultaron ser estimulantes, los entrenamientos se basan, de manera casi disciplinada, en 3 salidas por semana: cuestas, pasadas y fondo, y hace 3
semanas que me siento bien, es una droga que va más allá de lo
pragmático que induce el atletismo con términos, a mi juicio, aberrantes: “Ganarte
a vos mismo”, “siempre hay revancha”, “si a una Maratón no voy para mejorar el
tiempo, siento que el entrenamiento fue en vano”; todas estas frases, donde
amenaza a encender mi ira, hacen que más se fortalezca la idea del sentido que
me da correr.
Es sentirse a uno mismo, es pensar, como si fuera una
película, muchas escenas donde me tocó estar, y reflexionar, sosegadamente,
sobre lo propuesto.
¿Esfuerzo?, hay, por supuesto. El último domingo en la reserva
hubo niebla y una humedad de casi el 100%. Me dispuse hacer 24 kilómetros,
transitando 3 o 4 kilómetros, sentí pesadez y molestias por todo el cuerpo.
¿Que
hice? Encontrar, compasivamente, el ritmo que me haga sentir cómodo, costó 6 o
7 kilómetros, pero después de eso, me amigué con mis sentidos de mi cuerpo, y
predominando el placer sobre el esfuerzo, me permitieron llegar de manera
pareja, a realizar los 24 kilómetros, pensando más en el momento, en cuanto
falta.
Hoy soy consciente que, cuando estoy realizando el
ejercicio, exceptuando las pasadas (pero son necesarias), pienso en mi transitar
que en “¿Cuánto tiempo voy?” o “¿Cuánto falta?”. Agradezco tener éste privilegio de poder
disfrutar, a pesar que otros observan nimia mi filosofía.
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