"De voz aflautada, irritante, con muy poco intelecto, recién, pasado los 40 años, se recibió abogado"
El señor Sergio Massa, que seguramente llegó a ser “el gran señor”, es el objeto apreciable de una vaciedad de reflexión, y sólo la excusa para votar en contra. El 23 de mayo, Massa re-afirmó estar con el FPV, pero a que alguien poderoso de un medio hegemónico, le ofreció “dar el salto” y cuando la ambición es llegar a la cima, más allá de las capacidades, carente de humildad y sólo ver a gente que lo alabe, por el hecho de ver caer, una vez, al gobierno corriente, es un triunfo.
Sergio Massa se acomodó, casándose con la hija de un
referente de Tigre: Fernando Galmarini.
De ahí en más, dio pasos agigantados, por el hecho de acomodarse a un
terrateniente del partido de Tigre. Todo se le hizo fácil. La victoria del
Domingo 27, más allá de que su gestión no fue mala, pero tampoco buena, el
sujeto figura cada vez que los asuntos salen bien.
De voz aflautada, irritante, con muy poco intelecto, recién,
pasado los 40 años, se recibió abogado, siempre busco un recoveco para escalar
en la cima.
Mucha gente parece que, aún, no maduro, y en lugar de
esperar que realice una gestión aceptable y comprometida, festeja antes de
tiempo, dejando el camino llano y relajado a este tipo de personalidades
Conocí mucha gente así, que lamentablemente, tuve que lidiar
y que eran una máquina de dar lecciones de vida. Compiten en cualquier cosa,
desde una discusión que se refiera al estado del tiempo, hasta cuan útiles son
para la organización, según ellos, esto no iba a funcionar si no hubieran
intervenido.
La inteligencia y la ambición no son, necesariamente
opuestos, he conocido gente hábil que sabía donde puntualizar y atacar a cada
uno de sus receptores. Y en sus logros expresaba: “Si no fuese que tengo en mi
espalda a todos ustedes”.
Otro se quejaba de que inútiles eran los demás, pero a la
hora que las papas quemaban se borraban y delegaban a los sumisos, en los
cuales me incluyo y me doy mucha pena no haber podido enfrentarlos.
Mediante definiciones encontramos que, ambición desmedida sobrepasa
los límites de la normalidad, hay un afán desmedido por lograr más y más,
generalmente poder, riqueza, dignidades o fama. Este deseo puede convertirse en
una idea obsesiva que domina la vida del individuo condicionando su conducta
general y su relación con los demás que se deteriora a mayor o menor plazo de
tiempo. El que sufre esta ambición patológica plantea su vida en exclusiva
según sus objetivos y el resto de las actividades y las personas quedan
relegadas a un segundo plano.
Las ansias de poder, el hambre económica por poseer más y
más, en muchas personas son insaciables. Curiosa y tristemente se puede
observar a menudo esta actitud, este patrón de conducta, en la casi generalidad
de los políticos. Este proceder parece ser inherente al cargo, sin tener en
cuenta la posición económica y la situación financiera, siempre ambicionan más
y más.
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