miércoles, abril 17, 2013
Maratón a Pampa Traviesa: La 25
"...realizando una retrospectiva de parte de lo que había corrido, recordé al que compartía el desayuno en la terminal de La Pampa y hablábamos de las carreras pasadas, de los cruces, de la gente que conocí, y de las alegrías. Una emoción asociada a la melancolía, tal vez rídicula, pero me permite ser feliz en pleno ruedo."
Recuerdo un tema llamado “Solo voy” de la 25, y toda la energía que me dio para mi primer cruce Los Andes, asociando, al conjunto de Rock, la 25, con está Maratón.
Con sueño previo de vigilia, es decir, con ansia de despertarme, ya que lo hice antes de que sonara mi despertador, amanecí frío, sumando la desesperación de que se mojó la ropa de correr: la remera y el pantalón; a pesar de eso, logré salvar sólo la remera y tuve que ponerme un short más incómodo para el evento.
El cuartito del desayuno no abrían, me desesperaba porque no quería experimentar problemas digestivos por causa del frío y alimentación, por eso comí en la habitación una banana y 4 Frutigram. Después charlé con Gustavito Rigassio y amigos, como consecuencia me cambió un poco el ánimo. Antes de largar lo encuentro a Bohemio y charlamos por lo que vendrá. Yo tenía de incentivo que corrí el jueves, 17 km a 4’58’’, dejando en el olvido, a mi abandono del último fondo de 16 km del pasado domingo (donde iban a ser 22, pero me mareé).
¡Llego la carrera! llego el futuro, y justamente mi primer tema fue de Los Redondos: “Todo un palo”. El primer kilómetro me junté en un pelotón con Dany, Ruben y Gustavo (tres compañeros), pero el frío me incentivó a cometer el cambio de ritmo. Mi meta era correr por sensaciones, y eso, sin dudas, es un arma de doble filo, pero imperó el optimismo. En la Laguna comencé a bromear sobre las chicas que cantaban en la cruz, sobre las que corrían con nombre, y demás. Sentía que, aquí, muchos me pasaban y ya me encontraba cómodo.
Con paradas obligadas (por mi) para tomar la botella, es decir, 10 pasos, trotecito y a seguir como estábamos antes, la carrera y la música me sentía cómodo. Corrí con Gustavo unos 3 kilometros y hablamos de lo que escuchamos cada uno, hasta que yo lo dejé porque pasaba algo más punch.
Pasé el 21,1 a 5’03’’, estos tiempos eran demasiado rígidos, según los registros de pasadas que llevo. Yo soy un tipo lento, que no tiene mucho margén para picar, de hecho las pasadas de mil, con toda la furia me dan 4’30’’ (sólo experimenté de a 8 o de 10) y las de 3 mil, no pude bajar los 14 (4’40’’), y 4 semanas antes mis fondos eran de 5’30’’ el km. Me preocupó la soledad y la rapidez espontanea, y hete aquí que el viento de la laguna, desde el kilómetro 23 al 25, me llevó a pensar negativo, además de tener rastros de presión baja. Las ganas de parar y descansar fueron matizadas ensayando un ritmo más lento. En el 26 llegó el tema “Corre” de La Franela, y fue mi primera emoción, realizando una retrospectiva de parte de lo que había corrido, recordé al que compartía el desayuno en la terminal de La Pampa y hablábamos de las carreras pasadas, de los cruces, de la gente que conocí, y de las alegrías. Una emoción asociada a la melancolía, tal vez rídicula, pero me permite ser feliz en pleno ruedo.
Del 27 al 33 el ritmo se aceleró, jugué a tomarme el tiempo y casi todos menos de 5’ el km, “Hacer un puente” de La Franela y “Afuera llueve” de Sponsors me llevó a gritar cuan loco que soy. Pasaba gente.
Aclaro que la carrera la dividí en Largada más laguna, primera recta ida y vuelta de 3 km cada una, segunda recta ida y vuelta de, más o menos lo mismo y etapa final (así dos vueltas).
La segunda recta ida y vuelta se me hizo un tanto difícil, la ventaja es que no estaba destruido, pero no podía sostener el ritmo de antes, sí me daba algunos segundos para caminar.
En la ida, al sol lo sentí insoportable. El hecho de saludar a los que iban, o venían, me renovaba, un poco, las fuerzas. El avituallamiento de la carrera era sólo agua, y en la segunda vuelta, en los kilometros 25, 30 y 36, Gatorade, en los últimos casos tomaba doble ración, aprovechando la ochava. La ingestión era serena y caminando.
En el 27, 33 y 39 paré para las pasas y el maní, fui medio tonto en traer una bolsa de plástico que se me complicaba abrirla, pero fue para bromear con la gente.
En el 40 me sentí algo mareado, caminé unos pasos, la gente me alentaba para que siga, pero precisaba eructar primero, los otros dos kilómetros fueron apuntados a la meta, y no al disfrute, como los anteriores. Llegué festejando, porque hice las cosas bien, y tuve fuerza para culminar otra Maratón.
Como premio una coca, unas papas y una linda charla con los que iban llegando o llegaron.
Como conclusión, yo que soy de los que el tiempo final no le importa, sino las sensaciones, y concluyo que, es igual a una borrachera. Comienzo a beber con cierta reticencia, luego te acostumbras y te relajas, ingieres con más confianza, más adelante te sientes distendido y alegre; pero después de la euforia, arriba la resaca, y en el caso de te esta maratón, una gripe molesta.
Cuando tomas y corres (una maratòn, en lo que a mi respecta) es como más te gusta ser, pero tengo que bancar las consecuencias. Igualmente brindo por ello, ja.
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