martes, diciembre 01, 2009

Signos, intensidades y sentidos





Al leer el libro de Pierre Klossowski: “El círculo vicioso de Nietszche”, me quedaron flotando estas tres palabras y algunos conceptos que dieron origen a mi curiosidad para investigarlo.


El círculo envolvente del sentido de la vida, según el libro, es revivir intensidades, es decir, si se siente cansado, descanse; si desea que alguien lo guíe, obedezca, y así formando el círculo de la ilusión que le depara el signo del deseo de revivirlo.
Los pensamientos están provistos de signos, Klossowki expresaba que “Los pensamientos son los signos de un juego y de un combate de los afectos; dependen siempre de sus raíces ocultas”, tomemos la palabra significado, como el origen de signos, es así que darle signos a las vivencias, actitudes, materias, es lo que actúa como puente, es decir el signo, entre el estímulo externo y el pensamiento, por ende, cuando nos adentramos a nosotros mismo, igualmente habrá un agente externo invocado en este diálogo.

“Intensidad, excitación, tonalidad: así es el pensamiento, independientemente de lo que enuncia y más allá de lo que pueda enunciar. Su aplicación suscita a su vez otras intensidades, otras excitaciones, otras tonalidades”, decía Klossowski y agregaba: “Lo que el Eterno Retorno implica como doctrina que la insignificancia del “de una vez para siempre”; si todas las cosas acontecen de una vez para siempre, la falta de intensidad hace que caigan en la insignificancia del sentido. Pero debido a que la intensidad es el alma del Eterno Retorno, las cosas sólo adquieren significación merced a la intensidad del círculo”


Si las cosas repentinamente suceden de una vez para siempre, se pierde la intensidad, ya que se volverá predecible la sucesión de estímulos para fluctuar el grado de intensidad. Si uno sabe que va a suceder, y como va a suceder, el factor sorpresa tenderá a nulo, por eso el nivel de intensidad bajará al recibir tal estímulo, si hay cierta incertidumbre en lo que uno sabe que va a suceder, la intensidad aumentará.


Según la R.A.E tiene como una de sus definiciones: “Vehemencia de los afectos del ánimo”, es justamente lo que hace al grado de intensidad.
Pongamos el ejemplo de estrellas mundiales, que “todo” lo tienen o aparentan tenerlo, al saber que todo es predecible, y que el grado de intensidad baja, precisan realizar ciertos ajustes a sus intensidades, es por eso que, generalmente, buscan sentidos distintos a lo que expresan, el conformismo (ese de una vez para siempre) se debilita y suelen ambicionar lo que le da cierta incertidumbre “no tener”. Esto pasa sobretodo cuando hay quantums enormes de energía que despilfarrar, de los cuales fluctúan los niveles de intensidades.

El círculo, según Klossowski, se puede resumir en: “La palabra, desde el momento en que significa una emoción, la hace pasar por idéntica a la emoción experimentada, que sólo es fuerte en el momento en que carece de palabra. La emoción significada, más débil que la emoción insignificante”, y con esto trata de revivir la emoción, lo que es significado e insignificado es el agente externo, donde se coloco una determinada emoción.
Para designar la coexistencia entre intensidades, signos y sentidos, Klossoski define, a la voluntad de poder “como principio de estas fluctuaciones o intensidades que se interpenetran. Y también el eterno retorno como principio de estas fluctuaciones o intensidades que retornan a través de todas sus modificaciones. En suma, el mundo del eterno retorno es un mundo de diferencias, que no presupone ni lo Uno ni lo Mismo, sino que se construye sobre la tumba del Dios único y sobre las ruinas del Yo idéntico. El eterno retorno es, en sí mismo, la sola unidad de este mundo que no tiene unidad si no es retornando, la única identidad de un mundo que sólo tiene mismidad en la repetición.”.


Por último Klossowski expresa: “No somos más que una sucesión de estados discontinuos con relación al código de los signos cotidianos, y sobre la cual la fijeza del lenguaje nos engaña: en la medida en que dependemos de ese código concebimos nuestra continuidad, aunque no vivamos más que discontinuos: pero esos estados discontinuos sólo conciernen a nuestra manera de usar o de no usar la fijeza del lenguaje: ser conciente es usarla. ¿Más cómo podremos saber lo que somos si callamos?”.
Los estados cotidianos se refieren a las intensidades de los signos, y es por eso que el callarse, no es justificar el signo, sino que se vuelve insignificante, es, por ejemplo, como leer un libro, sin entenderlo o pensando en otra cosa, el olvido actuará como intensidad baja o nula, solo el tiempo transcurrirá sin darle funcionalidad o interpretación a lo leído, traduciéndolo como olvido, es decir, el único significado de lo que estoy leyendo es el acto de que lo estoy haciendo, pero no la atención que atiende la memoria en la lectura.


No hay comentarios.: