El sinsabor de las 3 F: Frío, Fiebre y Fragilidad.

Corría la mañana de viernes feriado y día de la patria, cuando mi cuerpo estaba más cansado y agitado de lo habitual, había terminado una carrera de 10 kilometros desecho y con un gran dolor corporal, sobretodo mis piernas, mi espalda y mi cuello.
El frío en su máximo esplendor empezaba a golpear en Buenos Aires, aparejando justamente todos sus virus, que tal vez no provengan de sus olas polares, pero es una gran coincidencia que se presenten juntos.


El sábado un tanto diezmado corporalmente, decido ir a guitarra, donde mi resfrío y mi malestar en la cabeza no me dejaban enebrar dos acordes seguidos. Mostrándome necio a lo que se venía, decido ir a la pileta, sorprendiéndome de mi rendimiento, ya que nade como si fuese un día normal, terminó destrozando mi cuerpo. Cabe recordar que esta semana asistí deportivamente a todas las disciplinas y que hubo ansiedad en mi mente, lo que, sin querer, me exigí demasiado fisicamente, debilitándolo gradualmente.

Sábado a la tarde asomó la fiebre con 37 y medio. El domingo me esperaba una media maratón para florear la semana, pero sabía, desde el viernes, que la iba a trotar muy pero muy despaciosamente, parando para caminar cuando sea necesario. La tos, el dolor el pecho, el cuerpo incómodo y mi terquedad a enfermarme, hicieron que me auto-aniquile y del sábado al domingo, prácticamente no dormí, por ende 5 y media de la madrugada me tomé la fiebre y ya tenía 38 y medio. Mis ganas de salir de la cama, como excusa de buscar la remera, nos llevó a agarrar el auto y dirigirnos a Palermo solo para buscar el souvenir de las “Fiestas Mayas 21k.”.
El domingo luché con mi fiebre, mi tos y mucosidad, el lunes me encontré con 39 grados de temperatura. Mi vida este día se baso en una aparato de televisión, una cama, la medicación y el cuarto de baño. Sin dudas, enajenarme a la caja boba me deprimió un poco, ante una posible salida. No tenía apetito, no tenía ganas de moverme, de hablar y menos de pensar. El dolor se posaba en mi cuerpo y los programas de TV hechos por Juan Endemol en mi visión. Los programas de clasificación o eliminación, ya sea por pesar más que algo cuantificado o que uno sea mejor o peor persona porque se enojó y no reaccionó como esperaban los demás, hacía de entretenimiento en mi retina.
Reflexiono de cómo influye lo cuantificado en las sensaciones humanas: edad, distancias, medida bustial, peso, altura, rating, espectadores, hinchas de fútbol, etc. Sin duda el numerito es el fin que justifica los medios.

Pero quiero dejar en claro mi fragilidad. ¡Cuan frágil soy! La gente inundada, o en condiciones indigentes, si bien menos dinero tiene, más inmunidad y fortaleza posee; se banca mucho mejor las cosas que sufro, sin tener acceso al confort de la calefacción y una frazada seca. Creo que no necesito a la gente demasiado, pero acá estoy débil precisando de contención, que por suerte la obtengo. Mi omnipotencia física es muy vidriosa, ahora estalló y demostró, una vez más, su vulnerabilidad.

Hoy me encuentro mejor, sin ganas de hacer deportes y sabiendo que mi “volver a empezar” va a ser gradual, pero el fondo del domingo va a estar, como mi gran ritual elegido.