Un jueves al atardecer, acudo al hospital para internarme, con mi mochila que contenía libros y un mp3, al cual, este aparato electrónico es lo único que usé, en la cama de Hospital lleno de sombras y de opaco paisaje.
Al otro día me sometería a una cirugía, que hace tiempo me tenía que haber realizado, que enderezar por dentro el tabique y sacarme la carne crecida que impedía la entrada de aire puro y me generaba mucha mucosidad (es por eso que en la primaria me decían “Mococo”, por estar todo el tiempo con los mocos colgando), además de sufrir annéas, respirar casi siempre por la boca y, rara vez, por algún aujero de la nariz, en definitiva: Siempre resfríado.
El viernes me aseé con Pervinox, y a las 9 y media de la mañana, llegó el doctor meneando la cabeza, junto a sus dos ayudantes y me dijo: “Se complica la operación, no llegaron los insumos”. Con Florencia le ofrecimos comprarlos, pero ponía excusas como que eran caros, que no había lugares para comprarlos y que el anestecista se fue.
Así que insultamos a la obra social y una sensación de frustración me absorbió, finalmente el otorrino nos confirmo la operación quedaría para el martes, después de las 11 de la mañana.
El lunes me interné temprano, cené en el hospital, ya que el jueves a la noche, por problemas de cama, lo hice en una pizzería. La cena constó de unos fideos verdes con una salsa de pollo aguachenta, tenía sabor horrible, pero lo ingerí igualmente. De postre un mandarina. A la noche volví a escuchar a Claudio María Dominguez, un tipo muy positivo, pero bastante empalagoso y con él me dormí placidamente.
A la mañana, me bañé, miramos TV con Florencia(que llegó muy temprano a acompañarme), ya que un señor nos alquiló el control remoto a 10 pesos. La enfermera me controló la presión, pulsación y temperatura.
Entró a la habitación, el anestesista y de casualidad, por una ampolla, surgió el tema de correr y me contó de la media maratón del domingo, además de los temas pre-quirugicos.
El camillero, de forma bruta, me acostó y me llevó al quirófano, ver guardapolvos rojos(camilleros), celestes(enfermeros), verdes(anestesista) y naranjas(doctores), hicieron que tenga palpitaciones, y tenga mi primer síntoma de nervios,
El anestesista me puso un suero, hablé de la maratón del año pasado, dije que estaba bien organizada y es lo último que me acuerdo.
Me desperté dos horas después temblando de frío, con un vendaje y tapanes en la nariz y el suero, lo cual, cada 10 minutos iba a mear, supongo por el suero.
El doctor me explicó la operación, con muchos términos técnicos y me dieron unos remedios, a las cuatro, luego de la operación, partí para mi hogar.
El post-operatorio fue bastante traumático, ya que cualquier movimiento bruzo me hacía sangrar, además que durante 3 noches no pude dormir, por el hecho que pequeñas gotas de sangre desembocaron en mi boca.
Luego vinieron fuertes cefaleas por la cantidad de moco acumulado en los tapones y mucha incomodidad durante 6 días estuve encerrado en mi casa, mirando TV.
Cuando me sacaron los tapones, me dispuse a caminar, pero escupí sangre y se me construyó moco seco dentro de los orificios de la nariz, es porque todavía no cumplí con mi reposo post-quirurgico, y las sensaciones de abatimiento dieron lugar por las noches.
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