viernes, febrero 28, 2014

La ridícula esencia






El último cuento del libro “El libro de los amores ridículos” de Milan Kundera, ilustra la historia de un tipo que boicotea su ideología, para llegar al beso de una mujer, y luego tratar de poseer su cuerpo. Un ateo comienza, en creer en DIOS, con la obsesión de llegar a acostarse con una fémina.


Este acto sienta las bases del filósofo inobjetable, Alejandro Dolina, que dijo: “Todo lo que hacemos los hombres es para levantarnos minas”, en estos días afirmado por el pseudo escritor que, no recuerdo el nombre, habitué de Miami, cuyo libro popular es: “Como conquistar mujeres” (o algo así). Los que viven para ser compensados por lo externo, sí.  Los que creen que el poder se basa en algo, y sí.

Continuando con la senda del protagonista de la historia mencionada, la creencia en DIOS se hizo costumbre de tal manera que llegó a salvar su trabajo, defendiendo su convicción ante un jurado adverso, conquistar el cuerpo de la chica, dejar a la chica. Todo eso culminó en seguir con la nueva costumbre sin fundamento alguno, simplemente, sentarse y mirar el Jesus crucificado y sentir…vaya a saber qué. Pero la costumbre enterró las ideologías de antemano. Reirse de sus propias ideologías, sabiendo que pueden ser volteadas, excede la rigidez y el camino estrecho y previsible de la vida. ¿Lo puedo hacer? Muy pocas veces, casi nunca. ¿Esto me liga a la mediocridad? Si, más allá que la cultura ensambla el virtuosismo con el sacrificio y la obsesión sobre el ensanchamiento de un negocio.

Todo esto está aparejado de las etiquetas que nos ponemos, de los compromisos que asumo, de la seriedad para impartir un proyecto. Yo pregunto: ¿Para qué si está tan lejano al placer? Y por otro lado cuestiono: ¿Cuál es la sensación más placentera? Respondo, paradójicamente, el orgasmo.

El orgasmo eyaculado o sensaciones de levedad en la mente, mediante símbolos anestésicos. Las etiquetas y el lenguaje no tienen valor, cuando uno tiene la mente leve y sin preconceptos.

Sentirse orgásmico conlleva la energía vital, llevándose a las otras sensaciones que están ligadas con cualquier tipo de tensión: concentración, método y fundamentos.

En este blog tengo dos o tres conceptos que nunca fundamente que es liberarme de la opresión y de un sistema jerárquico. Esa no es mi esencia, o no sé cómo pensaba a los 4 años cuando aprendía a sumar. ¿Si me gusta correr? Y no tanto, me gusta moverme con la música y la sensaciones de levedad después de hacerlo. ¿Pero siempre? Tampoco.

La esencia es una mentira, el lenguaje es un medio desesperado para subirse en la supervivencia de este mundo capitalista. Las sensaciones trascienden la esencia. El orgasmo es la sensación más viva que conocí, dura poco, pero me distensiona y postergas los compromisos, los rótulos, los paisajes, los títulos, las virtudes y los defectos que aparejan mi acción cognitiva. 

martes, febrero 18, 2014

Ser mártir




"Dejar la vida, eso es lo que hicieron los mártires en los siglos subsiguientes de la crucifixión de Jesucristo. Ellos defendían la palabra de Jesús y eran capaces de morir por su fé religiosa."





La alegría, según la lectura, supongo que errada, del exterior y de las exigencias del mundo hoy, es por el deber cumplido o con un fundamento y contexto hiper-justificado.




El mártir es, según, la RAE, persona que padece grandes afanes y trabajos.


Admito que, el desarrollo individual y el afán hedonista se expande cada vez más, pero paralelamente el control, la búsqueda de debilidades e inculpar al prójimo, también se expande bastante.

La lucha, incluso con uno mismo, entre el placer y el sacrificio. Es imposible, para mí, deshacerme de estos estadíos, pero, describí a lo largo de este blog, el placer es mi constante búsqueda, sin importar el fin en si mismo.

El mártir necesita sacrificarse en todo lo que hace. Los espectadores “exigen” eso de sus deportistas elegidos, incluso condenan si encuentras a sus “elegidos” divirtiéndose en una discoteca tomando un trago, mezcla de envidia y decepción. Igualmente, a mi me parece una ridiculez, decirle lo que tiene que hacer alguien joven, adinerado, que ganó hacer lo que quiera. Pero el hecho del grito: “Dejen la vida”, me hace muchísimo ruido.



Dejar la vida, eso es lo que hicieron los mártires en los siglos subsiguientes de la crucifixión de Jesucristo.  Ellos defendían la palabra de Jesús y eran capaces de morir por su fé religiosa, parecido lo que hacen con Alá los islamitas.  Igual ellos no fueron belicosos, simplemente se rebelaban al régimen Romano.  Gracias a ellos, hoy la religión Cristiana sigue vigente, cada uno lo juzgará como quiera.

El evangelio con respecto a los mártires reflexiona: “La fuerza provocativa que dimana del martirio y que mueve a reflexionar sobre el sentido de la existencia y sobre el significado esencial que hay que dar a la vida es tan evidente que no se necesita ninguna demostración para convencer de ella. La decisión de llegar a una opción coherente y definitiva encuentra aquí su espacio vital. La historia de los mártires manifiesta con toda lucidez que la muerte de cada uno de ellos, si por una parte dejaba atónitos a los espectadores, por otra sacudía hasta tal punto su conciencia personal que se abrían a la conversión y a la fe: sangre de los mártires, semilla de cristianos.
 Y agrega: “El martirio está relacionado con las perennes cuestiones del hombre, y, por tanto, adecuado para ser signo que ilumina a quienes se ponen a buscar un sentido a su existencia.”.Realmente, al dificultarse encontrar un sentido de existencia, con total convencimiento, el martirio resolvería, según el Evangelio, este meollo.




Los soldados durante la etapa de independencia también fueron mártires por la patria, en Argentina los Españoles oprimían a gran parte de la población, muchas personas se sacrificaron para que la corona española deje de ser dominante.


Hoy, simbólicamente, los mártires son los que ayudan, su placer, es justamente absorver el sufrimiento de otros, para dar, incluso sacrificar las actividades que le dan alegría, para colocarse en un segundo plano, y apreciar la alegría del otro, contagiándose en la propia.

El concepto de persecución es externo, que no le pase nada al sujeto que le da un significado más grande que la misma, sino que hasta daría su vida por el otro. Personalmente no me ocurre, no daría la vida por el otro, y esto, en el mundo de hoy, encierra un egoísmo extremo.

Igualmente en la masa popular, ídolos han salteado puestos en el INCUCAI por el hecho de ser famosos y por el capricho de la masa que decía que tal persona debe seguir viviendo por la alegría que imparte o impartió, y sin permiso, otro debe sacrificarse por él, desplazándose de la fila.