miércoles, diciembre 30, 2009

Mis tres décadas - Segunda parte (Los 90's)




En diez años hay casi 3700 días, encierro los mismos como diez años de mi historia, culminando esta década con dos hechos trascendentales en mi vida, que fueron mudarme solo y recibirme; sin duda fueron saltos positivos en mi vida, pero hubo que transcurrir primero.

Comencé los 90’ en una situación económica deplorable, me vestía con la misma remera varios dias seguidos, no tenía ropa, más la que me regalaba la madre de Juan Manuel, lo cual me daba mucho pudor aceptarla.

Con mis amigos juntábamos diarios por las casas con la excusa que eran para el viaje de egresados; con mi hermano recorríamos estaciones para recolectar diez mil boletos de cartón para no se quien. Así podíamos vivir unos días.

Recuerdo que en enero de los 90’ me fui de vacaciones junto a mi amigo Hernan Gil, a Mar del Plata, y no tenía dinero para irme, mi padre solo me dio para el pasaje en tren ida y vuelta y migajas, el mismo día que me iba a mardel, encontré en un cordón 10000 australes, lo cual me podía comprar muchas más cosas y estaba re-contento, hasta escribí que fue el mejor día de mi vida en el diario.

Ah una costumbre que comencé en el 90’ era escribir un diario todos los días, contando lo trascendente o lo rutinario en una columna de agenda.

Esas vacaciones estuvieron bien, junto a mi amigo, sus padres, sus tios y su primo.

En el 90’ seguí a todas partes a All Boys, que llegó a la final para ascender al nacional B y perdió con Laferrere, habia ahorrado plata todos los dias del viaje, para poder pagarme la entrada a la cancha cada sábado, pero el destino quizo que el equipo elegido no satisfaga mi capricho.

En el 90’, un año bastante vital y trascendente, entre muchas cosas tuve mi primer orgasmo sexual, luego de un partido de las canchitas, obtuve mi primer trabajo en el barrio de Once de cadete en una perfumería, dejé de ver a mi madre ya que no soportaba sus intentos de suicidio en la clínica Guadalupe, y era fuerte para mi hermano y para mi.

En la secundaria tuve que soportar que por mi delgadez, me llamasen poca vida, y mi reacción era con intolerancia e ira.

El 91’ fue uno de los peores de los 90’ junto al 92’. Recuerdo mi interés hacia las mujeres, donde las mismas eran inllegables y abominables, tengo nostalgias a irme llorando de muchos bailes y boliches, sobretodo de un boliche llamado “La France”, caminando del centro a Paternal, el trato soberbio y la injuria sin anestecia era lo que hacia que me amargue en semejante recorrido.

El viaje de egresados fue de terror, tratando de seducir, me vine vacío y sin besos, además de que se solidifico que mi lejanía con mis compañeros de la secundaria.

El primer beso, fue dado forzosamente en un baile del San Pedro Nolasco.

En el 91 y 92 fueron años donde la depresión, la soledad, la angustia, el odio, el resentimiento, el no tener del otro lo que yo quería, , me hicieron fortalecer y potenciaron el poder reflexivo, pero así también el de desconfianza, el de la asociabilidad, y de las quejas hacia el mundo.

El CBC fue una isla en mi vida, la verdad lo recuerdo con mucha alegría ese año vivido, tenía muchas reuniones copadas y que me sentía bien, estaba de novio en forma infantil con una chica conocida en Parque Rivadavia, junto a mis amigos Poly y Juan Manuel.

De sexo mejor no hablemos, ya que no funcionamos.

En los 90’ si bien tuve noviazgos, el primero (de tres meses) bastante desconcertante y manipulador con una mujer de Lomas de Zamora, que alivio cuando me separe…¡Puf!, hoy lo recuerdo y me digo que bien que estuve.

El resto de la década se dividió en búsquedas desesperantes de trabajo, con tres cuadras de fila buscando un puesto de cadete, teniendo un tercio de la facultad aprobado.

El gobierno de Carlos Menem me daba asco, así como la idiosincracia rescatada de la gente noventosa, que pensaba que, al obtener créditos, viajes baratos, y tener la suerte de un trabajo, defendía con otra re-elección al señor este, es por eso que ya lo que escoge la masa era lo contrario a lo que me pasaba, entonces preferí no meterme en situaciones de grupo. Mucho de mi entorno pensaba y soñaba en yanqui.

La música que corría en esos años era mi fanatismo enfermo de The Beatles, luego la ola de Queen y cuanto grupo extranjero había por esos años, porque yo también había sido conquistado por el colonialismo psicológico de los paises anglosajones. Es por eso que asistía a los mega-recitales, algo que encendía aún más la fiesta menemista y las relaciones carnales con Estados Unidos e Inglaterra

En la segunda mitad lo nacional priorizó, me di cuenta que ver un tipito extranjero y tan lejos que cantaba canciones en otra idioma no entraba directamente en mi sensibilidad, si la música, como Calamaro y los Rodriguez, Babasonicos, Autenticos Decadentes, Los Guarros finalizando con Caballeros de la Quema y Bersuit, sobretodo el primero me pego hondo.

Del 95 al 97 vivimos solos con mi hermano, y fue una experiencia, si bien mi padre mi madre(que ya estaba bien) nos mantenían, mi hermano ya tenia los sintomas de esquizofrenia y no se supo, por su enfermedad, mantener en los trabajos, así como en su adolescencia no se mantuvo en los colegios. Contaba con muchas reacciones violentas en la que pudo matar a alguien e incluso a si mismo.

En el 96’ comencé a dar clases en un colegio con poca edad, de la cual habia un alumno que me daba mucho miedo por su conducta, estuve dos años y medio en este trabajo, que alternaba con otro. Lo cual estabilizo mi situación en la facultad, donde tenía una novia en la misma, si bien era persecuta (como todas las que tuve), fue muy buena persona que me contuvo y me apoyó en diversas situaciones y estados vividos.

En el 96’ tuve un año más estable, a pesar de que mi pareja no me daba bolilla, pero mi madre ya estaba bien de salud y se mostró generosa regalándonos a mi hermano y a mi, un viaje a Mar del Plata, lo cual fui por primera vez al casino y me causo una euforia enorme de la cual mi cabeza pensaba todo el tiempo en jugar a la ruleta.

En el 98’ tuve la suerte de tener un trabajo en sistemas, y en el 99’ poder irme a vivir solo, con poco dinero, pero al fin solo, al margen del trato horrorifico que tenia con la esposa de mi padre y con mi padre, mi hermano, sin embargo, tuvo que soportar los embistes, las humillaciones y subestimaciones de esta atroz pareja.

En el 99’ concluí el año y la década recibiéndome de Licenciado en Análisis de Sistemas en la faculta de Ingeniería, institución que me pudo solventar económicamente, ya que directa o indirectamente me otorgó muchos trabajos.

En definitiva esta década fue donde la adolescencia se dio a conocer de la peor manera en la escuela secundaria, hoy día tengo los peores recuerdos y que me siguen marcando, donde sufrí muchos problemas económicos e inserciones labores, donde quise destacarme a y lo logré y lo sufrí por mi desconocimiento y por confiar en un potencial que no poseía, que sexualmente todavía no había llegado a la plenitud, pero si en la pareja, una persona que me ha dado el amor que tal vez no merecía, pero que sí, hemos vivido cosas fuertes, pero ya pasaron diez años y la inocencia de esa época no la tengo.

martes, diciembre 29, 2009

Mis tres décadas - Primera parte (Los 80's)



“El que no salta es militar”, corría el año 82’, un dia de sol, la gente en una cancha de fútbol unanimamente se manifestó en contra del tipo de gobierno. Ante la “derrota” de Malvinas, cual partido de fútbol, la masa mostraba su rabia. Justamente esta viendo junto a mi padre, a mi tio y mi hermano el partido en que jugaban, en Floresta, All Boys y Gimnasia y Esgrima La Plata.

Los ochenta, ay los ochenta, la etapa de mi niñez, de la cual me forjaba una personalidad pero con poco poder reflexivo, era llevado por sensaciones y por movimiento, siempre recuerdo hacer algo, ya sea alguna actividad deportiva en el club Comunicaciones, los partiditos improvisados en las vereda de mi calle, el patrón de la vereda, el quemado, la escondida, la mancha, trepar árboles y hacer casitas de maderas, juntar bichos, como lombrices o cualquier otro bicho raro en un terreno cerca de la estación de Villa del Parque, los videos y la droga que corría en los mismos, pero sin molestia; la plazoleta enfrente de la estación, los amigos efímeros que conocía en la calle, etc.

Si bien antes de los 80’ viví no tengo mucha conciencia de cómo era antes de esos años, sólo imágenes borrosas y ya no recordables.

Un momento feliz con mi familia fue cuando luego de ir a la Republica de los niños, los cuatro gritamos los goles de All Boys rodeados de hinchas de Gimnasia, en La Plata, con un dos a cero inolvidable, lo cual hizo un retorno feliz y agradable en familia. Poco tiempo después las peleas entre mis padres eran intolerables y sangrientas, desembocando en una separación impostergable.

Las frustraciones cuando me sacaron de la titularidad de un equipo de fútbol, o de basquet, ya que no era muy constante en los deporte.

Los torneos de ajedrez en las escuelas, por equipos y las copas otorgadas al colegio, pero individualmente perder un torneo por no soportar la presión de ser primero. La fealdad manifestada por los mocos, mi desprolijidad, mis manchones de tinta en el guardapolvo y en los cuadernos, y mi suciedad en general, ya que vivía arrastrándome por el suelo.

Los animadores en las fiestas para chicos, y soportar a los grandes en la fiesta de la noche de mi cumpleaños.

Los malos chicos que me cagaban a trompadas y retornaba siempre llorando a casa, el chico que me extorsionaba: prestándome un juguete y luego el mismo robármelo, y amenazarme para cobrarme, lo cual yo me sentía obligado a robarle a mi padre, a mi madre o mi hermano para pagarle a este chico.

Mucha inocencia, mucha soledad, mucha sociabilidad, muchas alegrías, mucha vida en mi infancia que viví a pleno en la década del 80’.

Las canchitas, ese juego solitario en que tuvo que ver con mis primeras excitaciones, el fútbol fue motor en mi vida como espectador.

Las primeras películas eróticas o con desnudos, que veía en casa de mi padre cuando lo visitaba.

Los shows que le daba a mi madre, y que luego que pude cantar en vivo hacia un grupo de personas, gracias a las clases de canto que tomaba. Zas era mi grupo más repetitivo y el que me causaba tanta euforia.

Los primeros bailes organizados por Juan Manuel (mi amigo de toda la vida), el hecho de apoyar a una mujer y la vergüenza de hacerlo, las posibles chicas que no fueron a la edad de pre-adolescencia, por ende se postergó el primer beso.

Los inocentes robos a fruterías, luego de Gimnasia del colegio secundario, o manguear por la calle para jugar unas fichas en los videos.

Terminé la década con hiperinflación y con saqueos, sintiendo personalmente angustia por como aumentaban las cosas de una hora a otra, y odiando profundamente a Susana Gimenez por su ostentación de joyas y ropa cara, en medio de la terrible crisis que vapuleaba la salud mental y económica del entorno en que vivía.

Mi depresión creció aún más viendo la asunción del presidente payaso Carlos Menem.

La década del 80’ culminó con mi madre internada, Recuerdo soportar la última fiesta de fin de año(o década) en casa de mis tíos y soportando con odio y rencor la falta de interés y de existencia de sus sobrinos, por suerte fue la última vez que compartí una reunión con esta gente.

martes, diciembre 01, 2009

Signos, intensidades y sentidos





Al leer el libro de Pierre Klossowski: “El círculo vicioso de Nietszche”, me quedaron flotando estas tres palabras y algunos conceptos que dieron origen a mi curiosidad para investigarlo.


El círculo envolvente del sentido de la vida, según el libro, es revivir intensidades, es decir, si se siente cansado, descanse; si desea que alguien lo guíe, obedezca, y así formando el círculo de la ilusión que le depara el signo del deseo de revivirlo.
Los pensamientos están provistos de signos, Klossowki expresaba que “Los pensamientos son los signos de un juego y de un combate de los afectos; dependen siempre de sus raíces ocultas”, tomemos la palabra significado, como el origen de signos, es así que darle signos a las vivencias, actitudes, materias, es lo que actúa como puente, es decir el signo, entre el estímulo externo y el pensamiento, por ende, cuando nos adentramos a nosotros mismo, igualmente habrá un agente externo invocado en este diálogo.

“Intensidad, excitación, tonalidad: así es el pensamiento, independientemente de lo que enuncia y más allá de lo que pueda enunciar. Su aplicación suscita a su vez otras intensidades, otras excitaciones, otras tonalidades”, decía Klossowski y agregaba: “Lo que el Eterno Retorno implica como doctrina que la insignificancia del “de una vez para siempre”; si todas las cosas acontecen de una vez para siempre, la falta de intensidad hace que caigan en la insignificancia del sentido. Pero debido a que la intensidad es el alma del Eterno Retorno, las cosas sólo adquieren significación merced a la intensidad del círculo”


Si las cosas repentinamente suceden de una vez para siempre, se pierde la intensidad, ya que se volverá predecible la sucesión de estímulos para fluctuar el grado de intensidad. Si uno sabe que va a suceder, y como va a suceder, el factor sorpresa tenderá a nulo, por eso el nivel de intensidad bajará al recibir tal estímulo, si hay cierta incertidumbre en lo que uno sabe que va a suceder, la intensidad aumentará.


Según la R.A.E tiene como una de sus definiciones: “Vehemencia de los afectos del ánimo”, es justamente lo que hace al grado de intensidad.
Pongamos el ejemplo de estrellas mundiales, que “todo” lo tienen o aparentan tenerlo, al saber que todo es predecible, y que el grado de intensidad baja, precisan realizar ciertos ajustes a sus intensidades, es por eso que, generalmente, buscan sentidos distintos a lo que expresan, el conformismo (ese de una vez para siempre) se debilita y suelen ambicionar lo que le da cierta incertidumbre “no tener”. Esto pasa sobretodo cuando hay quantums enormes de energía que despilfarrar, de los cuales fluctúan los niveles de intensidades.

El círculo, según Klossowski, se puede resumir en: “La palabra, desde el momento en que significa una emoción, la hace pasar por idéntica a la emoción experimentada, que sólo es fuerte en el momento en que carece de palabra. La emoción significada, más débil que la emoción insignificante”, y con esto trata de revivir la emoción, lo que es significado e insignificado es el agente externo, donde se coloco una determinada emoción.
Para designar la coexistencia entre intensidades, signos y sentidos, Klossoski define, a la voluntad de poder “como principio de estas fluctuaciones o intensidades que se interpenetran. Y también el eterno retorno como principio de estas fluctuaciones o intensidades que retornan a través de todas sus modificaciones. En suma, el mundo del eterno retorno es un mundo de diferencias, que no presupone ni lo Uno ni lo Mismo, sino que se construye sobre la tumba del Dios único y sobre las ruinas del Yo idéntico. El eterno retorno es, en sí mismo, la sola unidad de este mundo que no tiene unidad si no es retornando, la única identidad de un mundo que sólo tiene mismidad en la repetición.”.


Por último Klossowski expresa: “No somos más que una sucesión de estados discontinuos con relación al código de los signos cotidianos, y sobre la cual la fijeza del lenguaje nos engaña: en la medida en que dependemos de ese código concebimos nuestra continuidad, aunque no vivamos más que discontinuos: pero esos estados discontinuos sólo conciernen a nuestra manera de usar o de no usar la fijeza del lenguaje: ser conciente es usarla. ¿Más cómo podremos saber lo que somos si callamos?”.
Los estados cotidianos se refieren a las intensidades de los signos, y es por eso que el callarse, no es justificar el signo, sino que se vuelve insignificante, es, por ejemplo, como leer un libro, sin entenderlo o pensando en otra cosa, el olvido actuará como intensidad baja o nula, solo el tiempo transcurrirá sin darle funcionalidad o interpretación a lo leído, traduciéndolo como olvido, es decir, el único significado de lo que estoy leyendo es el acto de que lo estoy haciendo, pero no la atención que atiende la memoria en la lectura.