martes, marzo 12, 2013

Recorriendo las Aguas Abiertas San Pedro 2013

 



















Nuevamente, me alisté a participar en la carrera de Aguas en San Pedro.  Con tres organizaciones distintas: Club de Pescadores, Lecot, y está vez Club Naútico San Pedro, participo, a modo de colorario de la temporada de pileta, donde las dimensiones no son más que 25 metros, ahora, a modo de cambio, fueron unos 8 kilómetros y poco.

El domingo comenzó tormentoso, me levanté a las siete de la manaña y le dije a Fabiana que no íbamos por el clima, pero, para no perder el dinero de la prueba, llamé por teléfono y nos confirmaron que se hacía. Por ello, desayunamos rápido, agarramos el auto y fuimos a San Pedro.  Llegamos bien, y el día estaba nublado, a pesar de la lluvia en la ruta.

Luego de anotarme y de comer algo,  pasar por la charla técnica,  al poco tiempo nos trasladaron unos 8 kilómetro y medio para el norte, todos con poca ropa.  Nos tiramos en un canal, que daba al río, hicimos una improvisada entrada en calor, y sorpresivamente comenzó la carrera. Los participantes salieron rápidamente, yo los dejé pasar, y acá comenzaron mis malos pensamientos, seguido por minis ataques de pánicos.  Las gafas empañadas, gente, que acompañaba a otros nadores, los de la balsa; todos me preguntaban si estaba bien.  Un señor que se puso nervioso y me dijo: “Pasá flaco”.   Me sentí nervioso, resignado, con ganas de abandonar, no podía enfrentar a la gente, me tornaba tenso, no pude, inmediatamente,  sostener un  ritmo, por eso paraba con pocas brazadas.  Mis cuestiones fueron: “¿Para qué vine?”, “No tengo el nivel para llegar”, que los entrenamientos, que mi capacidad física, “¿Por qué no me anoté en la de 3 km?”.

Luego de unos minutos logré calmarme, me acomodé y jugué con las brazadas, ya no había mucha gente alrededor, supongo que estaba entre los últimos (para mi filosofía física no me importa), tal es así, que la estrategia lúdica fue, por ejemplo, 1 ciclo de dos, alternado con otro de 4, así, repetirlo 5 veces, luego 10 ciclos de 3 brazadas, y luego incrementaba  o decrementaba la serie, me la pasé contando, mientras miraba las adyacencias del Río Paraná: Algunos animales, muelles, pescadores, las canoas, las lanchas, las ramas, el verde. Ya estaba tranquilo y a gusto, mi cabeza mostraba señales de distensión.   La calma comenzó a ser disfrutable, el diálogo interno fue alentador y de un alivio extraordinario.  Sin duda, el peso de la vida se aligeraba, por consecuente, solidificaba mi fundamentación de haber asistido.  Faltaban los violines, jaja. 

Pasé el buque de guerra y creí que ya terminaba, pero no, todavía faltaba 1 kilómetro y medio más, para entrar en un zigzag a una laguna, donde el agua estaba más fría y arribé a la meta un tanto mareado y cansado, ya que me tomó 1 hora y 38 minutos.  Una carrera iniciada con desesperación,  luego expirementando un escenario Zen (viste que está de moda lo espiritual ?), y culminando cansado, con frío, mareado pero muy satisfecho de coronar mi temporada natatoria.