miércoles, agosto 31, 2011

El estigma del judío en Buenos Aires.














En una noche de un día de semana, hace muchos años, mi padre me llevó a ver Atlanta contra All Boy´s en Villa Crespo. El resultado no es lo importante para este ensayo, sino que al finalizar el primer tiempo, los encargados de la cancha bajaron la luz y la parcialidad alba cantó humorísticamente: “No seas judía, prendé la luz”. 
Supongo, que a partir de esta broma, estigmaticé al judío como avaro.  En este caso, cualquier generalización me parecía una verdad, ya que contaba apenas con ocho o nueve años de edad.
Sin embargo poseo raíces judías, y al asociar la avaricia de mi padre, creí que hasta ahí llegaba, o que finalmente tendría que heredar ese mote.   De hecho lo hice, y actualmente, no reniego, pero estoy ajeno a ser devoto de cualquier religión milenaria.
Hoy día suspenderían el cotejo, ante cualquier canto en agravio a la religión.

El judío, en Buenos Aires, por portar un apellido corre con el riesgo de que lo llamen avaro,  traidor, mentiroso, materialista, impotente, megalómano, usurero, oligarca, egoísta, insensible, inexorable, entre otros oprobios. 
Pero es el eterno asunto de las minorías, son atacadas y estigmatizadas.

La prueba de antisemitismo donde se inculpa a un semita o sionista que vive en Buenos Aires, son los despelotes que se arman en la Franja de Gaza, es decir, a miles de kilómetros de distancia.  Es por ello que se condena a todos los devotos de una religión, porque siquiera es raza, a que los dirigentes de un país decidan atacar a los Palestinos. ¿Entonces que hay de Estados Unidos de Inglaterra y de otros paises protestantes y católicos que arrebatan las riquezas de otros países? ¿No es un mal innato de algunos seres humanos sin escrúpulos? ¿Son judíos los responsables?

Los fundamentalistas de que los judíos son una “lacra” en la sociedad, que a la vez, creo que se basan en un minúsculo escenario a conveniencia donde se asocia la ignorancia y confusión. Estas personas opinan en la red:

  • Como dijo Mel Gibson los judíos son culpables de todas las guerras, y esto es así ya que manipulan a gobiernos y odios latentes de los pueblos para conseguir sus objetivos. Es decir juegan al ajedréz y el mundo es su tablero.
  • Dominan la economía a nivel mundial a su placer.
  • Sería mejor que no estorben en países ajenos y que nos dejen elegir a nuestros representantes y políticos y economistas y financieros 100% argentinos, no judíos-argentinos, eso no existe, el judío siempre va a ser judío, nunca va a defender a la nación en la que reside
  • No me imagino a un judio llegando a su casa traspirado y sucio después de una larga jornada. Solo escucho de judíos prestamistas, usureros y ventajeros, preocupándose solo de ellos y de los suyos, y no les importa un carajo los demás, amparándose en su victimización de que “nosotros siempre estuvimos solos y sufriendo” .
  • Por ahí uno dijo que CUALQUIERA PUEDE SER JUDIO: “no es así” Andá a una sinagoga e intenta convertirte... a ver que te dicen (si primero no te paran los guardias que tienen en la puerta)

 
En una nota que le realizaron a Marcelo Araujo, el mismo justificó porque no se hace conocer como Jaime Lázaro Zilberman y dijo:
“Hubo varios factores. Uno era que no me gustaba. El otro el antisemitismo. Mis viejos llegaron desde Polonia huyendo del Holocausto. Mi padre perdió a toda su familia y nunca lo pudo superar, a tal punto que jamás logró hablar del tema. Mi vieja también sufrió pero pudo exorcizar el dolor contándome cómo fueron las cosas. Y eran relatos aterradores. Ese miedo y el antisemitismo que se vivía aquí, me llevaron a cambiar el nombre.”

martes, agosto 23, 2011

Una historia de amor intensa de solo 100 dias – 3ra. Parte










Se concretaba un segundo viaje, está vez el destino fue Córdoba, más precisamente Cosquin. 
La excusa de mi invitación fue el regreso de Andrés Calamaro a las tablas, ya que a ese artista lo adoraba desde pequeño.  Luego el itinerario sería, ella volvía a Buenos Aires a recibir a una amiga sueca, y yo me iba a Mendoza a entrenar para una competencia de maratón en equipos.

El dia de partida, ella escribió



“hola amor!

¿Cómo amaneciste? ¿Mejor tu humor? Espero que si... porque por si no lo

sabías...

¡HOY NOS VAMOS!

Te cuento que el micro sale 21:45. Tendríamos que estar 20:45 por las dudas

¿No?

Bueno hablamos...


Te amo”

El viaje y la estadía acentuó, aún más, nuestro romance.  Caminamos, subimos montañas, nadamos desnudos en un río lejos de la gente, asistimos al recital de música, hicimos varias veces el amor.  La noche que ella partió para Buenos Aires, fue 14 de febrero y muchas parejitas por Cosquín se hacían arrumacos en la Plaza Principal, yo me proyecta con ella, a pesar de que minutos antes la estaba viendo y tan pronto la extrañaba.



A la madrugada partí a Mendoza y en la ciudad, sentado en una plaza, escribí, del amor lo siguiente:


“A final del año pasado, hubo algunos cambios ¿Qué pasó? Es que volví a caer en las garras del “amor”, del cual expreso que esta bueno, es lindo sentirse querido, deseado, atractivo, importante, entre otros adjetivos positivos que refuerzan tanto el ego.

Pero, hay miedo, mucho miedo, ya que la exposición me hace temer; otro el hecho de que no soy ningún tipo ni modelo a seguir, siquiera poseo cosas admirables para cualquier ser humano corriente, cometo muchos errores y además tengo bastantes cosas convencionales carentes de creatividad.

Con esta persona me llevo muy bien, tengo piel, puedo ser directo y transparente, que compartí cosas que jamás lo hecho con otra persona en tan poco tiempo, que coseché una gran confianza, mis estructuras se rompieron, que la extraño a rabiar ¡Y ayer estuve con ella!



Está relación es una revelación, que es una persona un tanto especial, es por eso que me invade cierto grado de posesión, sumado a una pizca de morbo, generándome inseguridad y algo de angustia, porque con las otras personas no tuve la experiencia de involucrarme tanto.

Quiero saber todo de ella, que hace y que hizo.  Tengo miedo, no solo a perderla, sino a que vea en otro a alguien mejor que yo, y ese riesgo, sí se puede dar.  En este aspecto me encuentro en desventaja, porque no noto nadie mejor que ella.



A veces me arrepiento de relatarle mis historias pasadas, como mi mote de seductor, y odio hacerme un pedestal por eso, porque me demuestro inocente con ella.

Siento celos de cosas de su pasado, como su entrega fácil, sus fiestas.  Me dolería no el hecho, sino que yo no le sea suficiente, que sea prescindible, y que forme parte del staff de hombres con quien estuvo.   Pero este sentimiento es muy egoísta, y al pensar que nuestra relación es fuerte, y además muy buena ¿Qué pasara si le estoy en falta?

Esa meta constante del ser humano que tiene atraer y atraer.  

No sé. Me siento vulnerado, me siento como dependiente,  y estoy a la constante espera de los fallos de ella. “



Igualmente el viaje, el entrenamiento y la competencia estuvieron geniales. Lo angustiante fueron las noches (y muchos días) que la extrañaba al borde de la desesperación y cada símbolo, como por ejemplo la Luna iluminando las montañas, me solicitaba su compañia.

Continuará.

domingo, agosto 14, 2011

De padre e hijo












Yacía sentado en uno de los asientos del tren, uno de los tantos ramales del Ferrocarril Mitre, leía atentamente mi primer libro de Paul Auster, si bien detalla abundantes pasajes y costumbres del país del norte; expone historias con un profundo sentimiento, en el cual, en su epidermis, me sumerjo.

Amén de esta introducción cursi y pseudo poética, una voz con vehemencia e ímpetu llamó la atención, me doy vuelta y subió un hombre que, vestía la camiseta de un club de fútbol no tan popular; junto a su hijo sollozante.

-         Vos no entendés, Nahuel, no sé que tenés en la “zabeca”, pero vos necesitás “yeca” ¿Entendés?
El niño se secaba las lágrimas con el pulgar y el índice, agachando su cabeza más por pudor que por tristeza.   El padre prosiguió.

-         No te digo que no le des bola a tu vieja, ni tampoco a mi, pero tenés que tener un término medio ¿Viste?  Tu mamá vive en una burbuja de Cyber.  Todo el tiempo con su celular,  hablando no se qué.  Vos sos mi hijo también, no quiero que seas como ella ¿Me cazás?

La vergüenza del crío crecía furtivamente, los sollozos comenzaron a ser sonoramente perceptibles.  El padre continuó:

-  ¿Sabés lo que te pasa? Que con la burbuja de tu mamá te convertís en un mariquita, y tu mamá te asusta con el “Missing Children” ¿Entendés? Pero que se lo meta donde sabés el “Missing Children”. Yo cuando tenía 12 o 13 años me iba solo a Salta a Cordoba.  Viaje por el país ¿Sabés? Todo para ver a Chaca y no me importaba si viajaba con drogados, borrachos.   ¡Estaba todo bien!    En cambio la bipolaridad de tu vieja te hace un cagón y lo que te falta a vos, para hacerte valer es calle.  

Aumentando el énfasis y el volumen de su voz dijo
-         ¡Calle!  ¿Entendés? Yo te voy a enseñar lo que es un tren, un Bondi, lo que es viajar distancias largas, y no como hace tu vieja con la burbuja de Internet, para ser lo bipolar que es. 

Calló, suspiró, luego aliviado dijo
-         Menos mal que no estoy más con esa burbuja
Finalizando su disertación exclusiva para el niño y para los escuchas anónimos que le prestamos atención:
-         Bueno ¿Estás mejor? Choqué los cinco

Finalmente descendieron del vagón.  Eché a un lado el libro para comenzar a reflexionar, uno de los tantos dilemas que poseo, con respecto si tengo la capacidad para educar a un hijo, con esa simpleza, ese valor, con esa seguridad y agresividad; o tengo que ser complejo como cualquier ser de clase media del entorno donde hábito, con su completitud, paranoia, omnipotencia y paternalismo.  
Nuevamente, ante esta dolorosa duda constante, he vuelto a sentenciarme de que no merezco tener hijos.

jueves, agosto 11, 2011

Coincidencias















Mucha gente para sentirse identificado con el exterior, generalmente, procura aparejar coincidencias, sino suele descartarlo o evitarlo, o viceversa.
 En mi caso, no sé si mi nivel de tolerancia o receptividad es bajo, pero, a menudo, me siento que ruedo solo en muchos aspectos con respecto a las actitudes y costumbres del entorno que leo. Más, cuando conecto, porque miramos para el mismo sentido, lo celebro enormemente.

Aquí voy a tratar en coincidencias con respecto al carácter y no, las accidentales, donde se acostumbra decir: “El mundo es un pañuelo”.

Las coincidencias son sucesos que ocurren y que uno le pone una significación, para favorecer el cumplimiento de las aspiraciones o intenciones. Justamente la intensidad que se le concede a este fenómeno es la trascendencia que se le da, con una primera manifestación de sorpresa.


Las coincidencias pueden darse en el tono “milagroso”, de hecho, es realmente un milagro coincidir y lo celebro alegremente, exteriorizándolo


Las coincidencias ordenan un tanto mi ambiente, eleva la autoestima y fortalece la identificación.

La coincidencia más festejada es que un esperma de mi padre haya fecundado a un óvulo de mi madre y que éste escribiendo este documento.
 Hoy, a través del uso de internet, las coincidencias no se muestran tan accidentales como en el pasado, sin el uso del mismo, ya que el rango de búsqueda hacia un ser que se coincida, por alguna ideología, característica, lazo familiar o escolar, entre tantos filtros.

La mayor manifestación de mi esencia fue producida cuando estuve en pareja. En otros entornos, con obviadas excepciones, me dibujé cierta careta de ironía, de sumisión, de agresividad, de introversión, de timidez, hasta de locura. Tal vez, innatamente o a través de lo que haya mecanizado por experiencias de vida; haya incorporado las características escritas en las líneas de arriba.
Sin embargo, con mis parejas manifesté mi esencia y mi apertura, por lo menos cuando el cariño, el enamoramiento, y/o la conectividad, pululaban entre la transitividad de la relación.
 En este escenario las coincidencias y, hasta, las diferencias se parecen, y la manera de ver el mundo se presenta mucho más optimista, a pesar de los bajones laborales, familiares, sociales y los mambos existenciales que uno acarrea.

Igualmente ciertas coincidencias, por más triviales y sin sentido que sean, son las que aferran o deslumbran al sexo opuesto.
 Por ejemplo, como adorno, me ha sucedido: cumplir el mismo día, ser del mismo signo, tener los mismos gustos literarios, musicales, ser socio del mismo club, que viva a unas cuadras de mi hogar, una adolescencia difícil, etc. Así como hay otras actitudes, que coinciden, que baja puntos a la hora de establecer una relación, ya que uno mismo no tiene idea como manejar ciertos aspectos de su carácter y al notarlo en el otro, le irrita o aborrece, injustamente.

Todos estos factores han llevado a empujar más a la pareja hacia un sentido. Sinceramente, cada parto, es decir, cada separación, me ha llevado a pensar que tendré que afrontar el resto de mi vida en solitario. Es esta mi manifestación más urgente cuando elaboro un duelo, que se acentúa, aún más cuando comienzo a conocer gente para intentar volver a emparejarme con los fines que sea, simplemente para transitar con alguien fijamente.
 Porque mi entorno es muy pequeño, además de ser terco, y decir las cosas que siento en el momento, y no callármelas para arrepentirme de esos sentimientos.
 Pero ¿que pasa si alguien del sexo opuesto actúa de esta manera? Me identifica y que una mujer me envíe al sexólogo luego de la primera vez con mucho calor y tensión (luego demostré lo contrario); que me pregunte si me drogo, al oler un medicamento para llagas; con disculpas retroactivas, me identifica solidamente, hasta me causa ternura.
Me ha pasado confesar lo que pensaba en el momento, por ejemplo “que no quiero verte todos los días”, “que he pensado en otra cuando lo hicimos”, “que quiero que mi ex novia me enseñe a manejar”, “que se perdió el entusiasmo”.
 Siempre he ido en pos de coincidir, aunque trato, últimamente, de ser abierto, y que las diferencias sean fructíferas y beneficiosas, para mantener un estado de ánimo sereno, en paz, y minimizando el resentimiento.

Con respecto a la suerte de coincidir dejo la letra de un grupo llamado Smitten: “Suerte para dos”. “Espero que nos pueda funcionar” voy rezando este párrafo.

Suerte hoy, tuvimos suerte hoy
el mundo estalla y nosotros nos sentimos dos
tuvimos suerte hoy, se que fue suerte hoy
la noche cae tan vacía y aquí estoy con vos

Y me ponés así y me siento mejor
y entiendo que esta vez nos encontró

Tiempo hoy, me sobra tiempo hoy
camino solo por las calles, pero junto a vos
caigo en tus luces hoy, muero en tus luces hoy
y encuentro todo mas cercano
en esta suerte para dos

Y me ponés así y me siento mejor.
y entiendo que esta vez nos encontró

Para que culparlo al destino
si solo somos parte de algún sueño
y para que mentir que sos mi otra mitad
si para mi fue suerte hoy, se que fue suerte hoy
y espero que nos pueda funcionar

Y me ponés así y me siento mejor
y entiendo que esta vez nos encontró

Para que culparlo al destino
si solo somos parte de algún juego
y para que mentir que soy tu otra mitad
si para mi fue suerte hoy, se que fue suerte hoy
y espero que nos pueda funcionar.

miércoles, agosto 03, 2011

Los síntomas nihilistas










Largando con la frase archi-super conocida, trillada y cursi: “Solo sé que no sé nada”, da el pie para que vuelva a escribir en este blog, una suerte de demostración de que mis estados de ánimos son cíclicos.   Seguramente estoy repitiendo con, más o menos, las mismas palabras mi actualidad sensorial.  
Aparentemente, mi crecimiento, trascurre desde el punto de vista físico, por la degradación inevitable del pasaje del tiempo.
“Es la edad”, así dicen. 
Y, yo, captando está afirmación pregunto: ¿La edad para que? ¿Para sentar cabeza y pensar que hay algo más de los finales?
Hoy, haciendo un nuevo recuento de mi vida, donde, nuevamente, los pensamientos mandan por sobre las acciones, y me dejadez se subyuga en estas reflexiones, me vuelvo a cuestionar: ¿Qué hiciste para llegar a esto? ¿Por qué crees que no sabés nada?

Respondiéndome en este apartado me respondo, que mis pulsiones estoicas a lo largo de últimos años, fueron prácticamente nulas.   Mis sufrimientos estuvieron abarcados al control, a la estructura, a lo que creo que es mío.   Pero ¿Qué es lo que realmente poseo? ¿Qué pasaría si lo pierdo?
Por ejemplo, estar sin trabajo, sin un proyecto sustentable, y solamente con miedos que se anteponen entre que al ser un recurso de una empresa, me aliene nuevamente, más allá de la envestiduras que conlleve.  En el rubro laboral siempre tuve laureles transitorios, como en estos tres meses, lo que acontece que, en los últimos años, hay un nihilismo en cuanto carrera se refiere.  ¡Me importa un cacso la carrera que te imponen!
Rememoro a los veintitantos años, sentado tomando mate con mi madre diciéndole: “No soy emprendedor, no tengo recursos para venderme”.
Y aquí estoy, con un pavor enorme, porque me siento solo en este rubro, amén que llevo a cuestas casi 15 años ¿De que? Justamente volviendo a la frase del principio: “No sé nada”.  Y ese “no se nada” se traslada a:
* Un cambio sostenible de trabajo (sea de rubro o no); un lugar que me sienta estable y que me divierta.

* Si sucede lo primero, poder entrar finalmente en la convivencia, ya que 13 años viviendo solo, hoy, me da por el quinto dedo de la mano.

* No tengo idea ni fuerza de como mantener un hogar ordenado y limpio.

* Manejar. Seguramente es una boludez! Pero conlleva el cuidado del auto y su seguridad.

* Jugarme por algo o por alguien, ya que soy un escapista de gran calaña y abandono facilmente.

Entiendo que aún, como antaño, sigo teniendo notorios problemas de comunicación. Hoy día, siento que no agrado, que tengo defectos, tanto físicos como psíquicos muy perceptibles, y darlo vuelta o esconderlos, me cuesta un rábano cada vez más.
Con la postura nihilista que me concierne, mi autoestima es baja, pienso que no estoy a la altura del entorno, es como si hubiese dormido una gran siesta todos estos años, que cada tanto se manifiesta con una reflexión semejante o con alguna otra exposición de dolor.  Es decir, pese lo pese, mi experiencia fructífera es escasa en todos los ámbitos.

Siento que mi pecho se desinfló, y eso, aparejó mi caminar (si es que lo hay) cabizbajo y frustrante.