viernes, junio 04, 2010

El tiempo pesa
















Cierro los ojos y pienso en colores, podría tomar como referencia el arco iris, pero no, prefiero elegir al azar un color y absorverme en los objetos de ese color, como el rojo y los labios, como el amarillo y las hojas de otoño, como el verde y el pasto, como el celeste y mi iris.
En fin, no puedo profundizar más acerca de los colores, y cambio hacia las texturas, aprieto suavemente una tecla y esa dureza que sube y baja me da un templado cosquilleo, no así como al acariciar la mesa hay una sensación tirando a frío, pero no voy a seguir adentrándome porque requiere de una descarga emocional grande y de suma concentración.


Si trato de meditar y concentrarme en cada una de las partes de mi cuerpo, trato de que estas pierdan tensión, como los dedos los pies, la planta del mismo, el tobillo, recorriendo la tibia, la rodilla, la pelvis y llegar a mi estomago y culminar sumido a los latidos de corazón, pero mi mente se dispersa y hace que la mente gatille una veintena de pensamientos distintos.
Los años que pasan son pesados, el calendario gregoriano es lo que refleja un antes y después, y una especie de hacerse cargo. No estoy en plan de celebración, solo de atención y balance.
Muchas circunstancias me pesan, depender todo el tiempo de un agente externo y tener segundos de levedad por día, más allá de dormir, hacen que piense que sin pesadez tendría una crisis y una nueva forma de plantear la vida.


Ser socio de números de cuenta, de rutinas, de comportamientos, de opiniones, hacen que de alguna forma tenga posesión y fundamento hacia ellos, pero es todo una falacia, porque tengo que recurrir a la tensión y la tensión me hincha las pelotas, asi como el miedo. ¡A cuantos objetos, actitudes y manejos le tengo miedo! Me tengo miedo a mi mismo en el enfrentamiento al agente externo: la gente, el dolor físico y mental, ciertas emociones, cuanto más pienso menos espontaneo soy, a veces extraño esas noches de borrachera, donde los agentes externos eran intrascendentes. Pero la borrachera al otro día me trae depresión.
¿La depresión está ligada al miedo o las incapacidades que se van construyendo con el pasaje del tiempo? La experiencia lo único que trae es entrenamiento a reacciones, distintas o iguales a las anteriores, se puede relacionar a la sapiencia pero no, es haberte movido.

La melancolía me sirve en ocasiones para festejar momentos en cuales la tensión no fue pesada, o tal vez si, pero me sirvió para acordarme de la alegría vivida.

Mi vida se basa en el mal menor, es decir, no subscribirme en determinados detalles, como la complejidad tecnológico: ¿Para que quiero Internet en un celular? ¿De que me sirve sumar contactos en una red social? No sé, en definitiva todo pasa por una cantidad y una compañía virtual que no me cierra.
Asi como por ejemplo mis limitaciones fisicas para mantener la velocidad de años anteriores, cuando cada vez soy más lento y menos predisposición tengo al progreso, porque me causa un esfuerzo y solo medio al fin. No suelo cambiar, no evoluciones, me estanco en la mediocridad y en la decadencia (a través del deterioro fisico y mental), pero a la vez tiendo a la levedad y voy con la frase: “Si tengo que esforzarme inéditamente, sigo como estoy”, son estandartes, son miedos, son controles, es ociosidad, pereza o incapacidad.




Pero en fin, no suelo hacer méritos para los agentes externos, excepto que actúe con miedo a la carencia, cuando hayo carencia, siento dependencia en el medio externo, y varias veces al día me veo envuelto en situaciones de carencia para llamar la atención.

En fin, a esta altura, sobreviví y soy parte de la sociedad, pero con pensamientos rebeldes y fantasías de patear el tablero a unos cuantos y a unas cuantas actividades, pero estas quejas no tienen sustento ni una planificación, así que me sumerjo en la misma mediocridad y decadencia de casi siempre. Menos mal que tengo un tiempito para sacar estas conclusiones y retratar mi actualidad, a mi manera, con auto-juicio. ¡En fin! el tiempo pesa, y se siente al comer, al beber, al hacer ejercicios, a pensar, a recordar, a sacar conclusiones, al compararse.


Juventud preciado tesoro: ¡Como te extraño!

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