viernes, marzo 26, 2010

Lo de ayer y lo de ahora



















A veces por una caprichosa melancolía, a muchas personas se le da comparar como vivían antes y como lo hacen ahora, sus costumbres, los permisos y las prohibiciones, su faceta evolutiva e involutiva.
La nostalgia y la ilusión es lo que mantiene mi llama prendida para seguir un camino sinuoso, sorpresivo, polivalente y rutinario.
Cada uno tiene su realidad o su propia mirada a la misma, pero, en estos días, que estuvo en boga la memoria, se masifica y se uniforma las opiniones; eso si, se unifican 34 años después.


Los que vivieron en esa época, da la sensación, o que vivían con miedo, o que son cómplices y culpables por esa etapa del país. Es muy fácil hablar o decir ahora, que fulano trabajaba con los militares, cuando tal vez era un médico del hospital de Clínicas.
Hay gente, que no vivió la época, y si indigna cuando un joven (de ese proceso) salía a bailar y sus amigos también, y cuenta que no le pasaba, y tenía desconocimiento del terrorismo de estado que se estaba gestando en el pais. Un gran porcentaje de la población que vivía en esa época no poseía tal conocimiento y hoy es considerado culpable.
Como aquellos que compraban importado, como aquellos que festejaron el mundial de fútbol, y que trabajaban en el Hospital de clínicas, o ejercían derecho o eran jefes de prensa, y todas las acusiones que hay, hoy en dia, a los trabajadores de esa época.


En fin, ahora que pasaba cuando yo era chico o adolescente, en plena democracia, donde la televisión era un artefacto que pasaban solamente cinco canales, y la comunicación en su mayor expresión, era a través del contacto físico y real, y la novedad era más vecinal que global, hace que en estos dias tengamos mayor llegada con como viven a muchisimos kilómetros de casa, y tal vez sea más importante que lo que le pasa el prójimo.


En la calle jugabamos al patrón de la vereda, a la pelota, a la mancha, a la escondida, a subirnos a los techos de las casas, perjudicando a los vecinos que veían un pendejo colgado de su ventana. Los juegos de mesa era común en los adultos como el domino, el burako, el estanciero o el juego de la vida.


En las fiestas no se veían a 30 personas a la par mandando mensajes por celular, no era urgente saludar a los amigos o conocidos, el mismo día que comenzaba el año, hoy día sí.


Siento que hoy estamos en una gran evolución tecnológica con respecto a la información, es decir, es más fácil enterarse de las cosas o situaciones. ¿Pero para que? Para desconfiar del vecino, para creer que cualquier ser nos persigue, o para enterarnos de alguna catastrofe y ver las imágenes e indignarnos.


Hay una especie de gozo en el morbo, pero el miedo acecha y se profundiza con los medios, parece ser que encerrarse es la solución, para consumir lo que nos informan, pero da más cintura para sincerarnos con el tipo de Australia ya que tenemos esa facilidad y creemos que es un privilegio y extraordinario.


Hoy la tecnología a mi me supera, pero por goleada, no entiendo bien la utilidad ni el uso de ciertas herramientas hardware o software, pero porque tengo limitaciones para su utilización, y no tengo ganas de invertir el tiempo para aprender, hoy los chicos nacen con eso.
Ayer, me sorprendía con el reloj con jueguito y calculadora, así como el master que era un aparato que tenía seis juegos y hacía ruidito. La diferencia generacional que tengo con un ser humano diez años más chicos, se multiplica por dos a la diferencia de diez, hace unos diez años, pareciera ser una cultura distinta.


Pero, en definitiva el ser humano evoluciona, pero tras la evolución está la censura y el permiso excesivo. La censura, que me parece un acierto, es la de no fumar dentro de establecimientos cerrados, por lo que acapara el cigarrillo a la gente que no tiene ganas de recibir el humo cuando inspira el aire, pero no aquellas que tienen que ver con el esparcimiento como la canchas de fútbol o de recitales.
El permiso excesivo es: las formas de protestas, el uso y abuso de la información según los intereses, la democracia entendida como exacerbación de las libertades.




Si hoy tuviese quince años, una edad donde era relativamente pobre y ermitaño, hay actividades que no podría realizar: como ir caminando de Paternal a Belgrano a las 6 de la mañana o venir por la calle Sarmiento hasta Paternal, a las 20 hs, para llegar a las 21:30 hs.
Teóricamente sería asaltado o hurtado por algún malviviente, aunque con mi aspecto no creo que me robarían, pero parece que hoy la droga pega más que hace casi 20 años (aunque realmente no lo sé).
Tampoco podría ir a la cancha de visitante, porque está prohibido, además vaya a saber que le podría pasar en el conurbano a un adolescente que iba con el jogging sucio, con olor a chivo, y demás
Y supongo que los ratones sexuales se acelerarían, a través de los chats, de las páginas de búsquedas de parejas, de redes sociales, pero creo que tendría la misma suerte que tuve en la pubertad en seguir ilusionándome con besar a una chica. Antes me ilusionaba ver alguna parte sexual de alguna mujer y esperaba cumplir 18 para ver alguna desnudez total (era como ver la cara de DIOS), hoy no me preocuparía por eso.


Lo que dudo es si me tatuaría o me pondría un piercing, supongo que me hincharía las pelotas eso, pero podría dejarme llevar por esta modas, igualmente no tendría un mango y la envidia que tuve antes se acentuaría aún más por todos los gastos que hay hoy con respecto ayer, comenzando con el celular, Internet y todo el gasto que apareja esta tecnología.
En fin el ahora es distinto, no sé si es mejor, pero sin las cosas necesarias de hoy, ayer se podía vivir también, lo que pasa es que quedamos como si hubiesemos transitado en la era de las cavernas.

1 comentario:

Natie dijo...

Mucha información, mucho analisis, me gustó.