lunes, enero 18, 2010

Una máldita entrevista laboral



Hace años que no me sentaba examinado de esta forma, la última entrevista laboral que sufrí por inseguridad fue hace más de diez años, esa vez también no daba pie con bola.
La cuestión es que la entrevista era vía Video Conferencia en comunicación a Brasil, la primera imagen que vi, en el plasma, fue un señor con rostro rígido y cuadrado y una mujer relativamente joven viéndome, en este artefacto, con sonrisas.

El señor comentó que la entrevista era en dos partes, una en inglés y otra en portugués, su rostros no me inspiraban confianza, en realidad, el acto de que tenga que balbucear frases en el idioma anglosajón, me irritaba, ya que nunca tuve pasión por el mismo, no sé si es por estar contra la corriente, pero jamás tuve facilidad de moverme con este lenguaje, ni tampoco la constancia para tener mayor solidez. En fin una de mis innumerables debilidades se ha manifestado en esta entrevista.

Luego de la primer pregunta, en la que contesté con un especie de libreto que me había aprendido de memoria, se le ocurrió hacer una segunda pregunta, y los rostros cambiaron: la chica dejó de sonreir y miró de reojo al señor, el señor mostraba señas de confusión, de extrañeza ante mi mal uso del inglés y ante el sentido de la pregunta, es decir, contesté algo que no me preguntó.
La charla prosiguió, mientras el señor hablaba, yo deseaba la finalización de la entrevista.
Luego el señor hizo énfasis de que tendría que mejorar mi inglés para poder comunicarme con gente Polonia y tener la seguridad de poder coordinarlos.
La segunda parte fue en portugués no me relajé para nada, ya mi cuerpo era un mar de sudor y mi mente bloqueada, llena de confusión y angustia, porque la repulsión ante mi mismo se acrecentaba, ya que cuando uno no es uno mismo, la intensidad se gravita y es por eso que uno fortalece su estado decadente.

Mi defensa fue la obsecuencia, la chica me preguntó si sería feliz cumpliendo la función de coordinador, y yo he contestado que sí; así también afirmé que no tendría problemas para mudarme a Sao Paulo; adicionando a lo que el señor me pregunto si podía dedicarle tiempo extra a mi fortaleza del inglés y cuanto tiempo tendría; volví a contestar afirmativamente y que no sabía el tiempo que tendría.

Mis deseos son distintos, yo decía a todo que “si” por el miedo de que mi trabajo de hoy, se terminé pronto, simplemente que la gente con la que realizo la labor me vea de una forma negativa. Aquí demostré otra debilidad, mi débil codicia, mi miedo al vacío laboral.

Cuando por fin culminó la entrevista, se me cayó el ánimo al subsuelo, a veces tiendo a presumir por los estados subterráneos, pero con más autovaloración a pesar de los externos, esta vez “los agentes de afuera” me desbarrancaron y yo no encontré manera para contrarrestarlo, sentí una gran depresión, angustia, intranquilidad y frustración; una parte de la realidad de cómo hoy estoy parado.

El hecho de que me examinen, que me miren de arriba, que tenga el poder para emitir un juicio y te lo hagan notar, hace que me vuelva más chiquitito e indefenso; sin duda, quedará como un mal recuerdo, del cual, puede aparecer o no, como secuela en la próxima entrevista.

Sigo dudando mucho en el plano laboral, será que no siento pasión por las exigencias diarias, pero bueno es lo que hoy me permite hacer cosas, mañana veré como me las arreglaré.
Nota = Que bueno el banco de imágenes de Google, la verdad me identifico con la ilustración

1 comentario:

Natie dijo...

Que fea experiencia, por haberte sentido tan incomodo y por haberte obligado a hacer cosas que no queres.
Lamentablemente el trabajo es indispensable por lo que el miedo a perderlo debería ser normal...contrarrestado quizas con la seguridad de poder conseguir otro.
En mi caso, necesito tener un buen colchon momentario antes de poder dar un paso hacia el futuro.
Pero cambiar de trabajo se ve que no es un deseo tuyo en tu caso... espero te puedas librar mejor de la presión la proxima vez.