martes, marzo 17, 2009

Mi primer beso




Hoy, comienzo con una serie de historias de primeras veces, algunas (por no decir todas) muy trilladas, pero muy divertido en mi recuerdo o por lo menos, instrospectivamente, así lo siento.

Igualmente comienzo con el beso porque, el antes del mismo, me marco muchisimo en la vida.

Con casi 17 años, en un colegio de Caballito, por enesima vez fuimos a bailar con mis amigos, yo resignado a ser el patito feo del grupo, y además el tonto, sabía que iba a ser una noche más.

La música lenta que pasaban, era un constante rechazo hacia mi persona. Si hay que hablar de desprecios yo era el número uno del grupete que confomaba. Ellos creían que ya había besado alguna vez, porque me daba realmente pudor admitir que era virgen en el beso (además de sexualmente, ja).

En epócas anteriores muy pocas veces tuve oportunidades desaprovechadas por mi responsabilidad y por mi poca actitud, pero la mayoría eran desplantes hacia la apariencia que poseía mi persona : flaco, sucio, desprolijo, narigón y muy blanco.

Esa noche, recuerdo que un chico llamado Pablo me dijo que la sacara a bailar a una chica, que según él, me estaba mirando.

Con muchos nervios fuí y le pregunte el nombre. "Lorena", me contestó, e impulsivamente le encajé un beso con lengua que no duro más de diez segundos. A partir de aquí, seguí bailando, pero sumado a los nervios, fué la verguenza. Ella se dió cuenta y no demostró ser auxiliadora ni compasiva; entonces por cada intento de volver a besarla era refutado y por ende mi ansiedad y angustia crecían volcando estos sentimientos en actitudes torpes, ridículas y exasperantes.

La verdad al salir maximizé tal acontecimiento, pensando: "Una chica me ha besado, un ser superior y atractivo se ha re-bajado a besarme". Este pensamiento se basaba en costumbres de intentos frustrados que no conducían al puerto deseado.

Lorena contaba con 15 años rubia de pelo largo, ojos celestes y flaca, realmente hermosa chica de apariencia, pero en ese momento lo importante fué el hecho inédito e inolvidable.

Hoy puedo absorverme en el cosquilleo que sentí esa noche.

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