martes, enero 08, 2019

2019: Partiendo de lo más bajo.


















Luego de esta imagen pedorra, ya comenzamos a vivir un nuevo año.  Si bien, vengo del alivio de culminar un 2018 malísimo, y con la excusa del cambio de año calendario, me ilusiono que el 2019 será un año mejor que el 2018, pero es una tarea difícil, pero no esforzarme para hacer miles de cosas impresionantes y desafiantes, sino por el contrario, vaciar el tensometro, abandonar la adrenalina, y rumbear hacia el lado contrario del esfuerzo y, si es posible, del dolor.  
Justamente, el dolor fisico, desembocado en el dolor mental, mediante las emociones resignación, la irritabilidad, la amargura y demás.  Si bien muchas veces le hice frente: los dolores de cabeza, el ardor detras de los ojos, las contracturas, los mareos, hicieron de mi un despojo.  
Sabiéndome despojo, tengo que adaptarme a eso, pero dejando el "ser apresurado" para otra vida. 

Vengo de un 2018 con cierta descapitalización económica, además de que el negocio del manejo de carteras no generó casi nada, además de no conseguir ningún cliente.  De hecho espero para el 2019, no conseguir ninguno, sino ir apartándome de las relaciones con los mismo, seguir por las mismas y evitar la dependencia. El ser humano siempre espera y pide más de lo que da, y si da más, entonces te lo va a cobrar, asi como la vida te cobra, cuando haces un esfuerzo corporal, está ahí para molerte, para lastimarte.  

Con crisis de existencia y madurativa, prefiero la soledad, inmerso en relaciones superficiales, mientras no me agoten. Porque hablar me agota, ya que la mandibula, la garganta, la migraña o lo que sea hicieron estragos.  Igual hay que ponerse en lugar de alguien para sentir dolor. 
El dolor es algo que la gente ocultamos, porque el hecho de mostrarnos con dolor, ostentamos vulnerabilidad, y el sistema no le es productivo seres humanos falibles, débiles, sino gente pujante, ambiciosa y dócil a las reglas de juego con sus premios, donde se incluye el reconocimiento, pero uno tiene que imponer imagen, esfuerzo, plenitud, inteligencia, certeza y mostrarse interesante. Todo lo que ya solté, y por lo menos, que estoy en vias de soltar.  El alivio de tener que ir abandonando la apariencia, si bien me aisla, me da cierta sensación de libertad. 

El 2019 aproveché y toqué la guitarra con vino y un licor alemán llamado Jagermeister, donde los pensamientos y la coherencia se esfumaron y toqué cualquier cosa. Como la gente estaba de festejo, aproveché para hacer mucho ruido. Luego me disfracé como tuve ganas y salí a pasear con rumbo hacia Palermo, pero sin rumbo en el quehacer, paraba con la gente para fumar o para tomar, y en el camino sin darme cuenta llamaba a gente para molestar o demostrar que ellos sí, tienen valía en su vida, que ellos son mejores, que les otorgo, a pesar de ser un despojo, el poder de ser superior. 

En el 2019 entré soltando el sexo, siquiera conmigo mismo, tengo el record de estar sin eyacular en mi vida, más de dos meses. Pareciera que inflo el pecho por eso... no, no eso, simplemente los acúfenos se aceleran y los oidos se me tapan cuando me estoy tocando, entonces me desconcentro, por lo que dejé de hacerlo. Por ende no deseo a nadie sexualmente, lo asexual que me dije ser, lo estoy implementado.  Puedo ver cuerpos pasar por la calle, pero es por mera costumbre.

Por consecuencia, el atontamiento del enamoramiento, construído por las ganas de garchar, ya fue abolido.  Tal vez, más adelante, quedará la ternura y la contemplación con alguien, pero el imponerse a alguien para no ser manipulado, no es tomado en cuenta en el presente. 
Así como en el estar en pareja, el estar en una oficina no son estados que tengo previsto que van acaecer en el 2019. 

No esperar nada no es sano, por eso objetivos/tareas/cosas para hacer entre siesta y siesta, serán leer, moverme un poco: caminar, nadar si tengo ganas de volver hacerlo, ejercicio de estiramiento para mi cervicales. 
En cuanto a los médicos: veré como sigo mendigando sesiones de kinesiología, osteopatia, ponerme dientes, usar aparatos para ver si mengua mi migraña y mi mandíbula cada vez más debilitada y dolorida. 

En fin, un 2019 que, con poco, es decir con inacciones y más contemplación, puede ser mejor que el 2018. Obvio que no será mi mejor año ni tendré desafíos descollantes, pero tengo que actuar para que el dolor se apacigue y al menos, pueda sonreir un poco más que en el 2018, sino es así, implementaré más el dormir que el vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

fobia social y somatizaciones, dos problemas unidos que son más comunes de lo que parecen