miércoles, febrero 17, 2010

Noches de inundación, a oscuras y de histeria



Salía de mi clase de guitarra para ir al bodegón donde ceno todos los lunes, ya que los precios que son muy baratos.
Me pido un omelette, una empanada de carne y un agua. Cuando culmino de comer, observo por la ventana que llovía a baldazos, sin pensar lo que vendría después, decidí esperar que pare un poco para caminar las siete cuadras hasta mi hogar.
Al rato me acerqué a la puerta del lugar, un sitio que es una casa antigua lleno de fotos, afiches y otros objetos añejos que le da cierta toque de bodegón típico de películas de los años 50’, la avenida Gaona se había convertido en un río, los autos fueron trasladados arriba de las veredas, mientras tanto la lluvia no cesaba, además se estaba inundando el lugar, salía agua por los pisos, y entraba por la puerta, la gente que trabajaba ahí estaba desesperada, pasando el secador a cada instante.


Mientras todos los comensales, que seríamos más de 30 esperabamos salir, aunque con esa inundación tendríamos una hora más.
Yo estaba solo y aburrido y decidi sentarme a la vista de un grupo de chicos de veintipico que festejaban un cumpleaños y envidiaba la alegría que lo envolvía así como su belleza; cantaban incontables veces el cumpleaños.
Al lado mío yacía una pareja, el hombre me hablaba mientras jugaba con su celular, es decir jamás me miraba a los ojos, mientras la chica se iba a fumar un pucho afuera.
El encargado del lugar me dijo amigablemente: “Tenés para largo”, es ahí cuando saque la guitarra y toqué, total, como es eléctrica y no estaba enchufada, no se escuchaba nada, la verdad mucha vergüenza hacer eso, pero era para anula mi histeria y acelere, ya que mis ganas estaban enfocadas en irme de mi casa.
Luego de dos horas salí, las calles estaban inundadas, no me importó nada y mojé mis zapatos y parte del pantalón en estos pequeños arroyos que distaban las siete cuadras.
Todo el trayecto fue a oscuras, mucha gente afuera, algunos sacando el agua de sus casas, el silencio reinaba, el mismo se tornó insoportable, como si fuese un ambiente lúgubre, llegué a mi departamento, subí los cinco pisos a oscuras, abrí la puerta de mi departamento que también estaba sin luz y me dormí con mi mp3 y las radios FM buscando noticias cómplices de esa situación, pero encontré música y comentarios intrascendentes.

Al otro día al volver de Belgrano, con el 55, y pasar por Warnes y Luis Viale, que es parte de su recorrido, comencé a olfatear y oler a humo, la gente había cortado el tránsito con fuego en señal de que la luz, aún no regresó. El 55 improvisó un recorrido para que me bajara a seis cuadras de mi hogar, las calles las recorrí a oscuras, pero con la histeria de la gente, personas que con cacerolas, cornetas, pitos, bocinas, palazos a los semáforos, hacía un ruido angustiante. Algunos caminaban de un lado al otro golpeándo su cacerola(o cualquier otro objeto), como así creyendo que era la única forma de manifestarse y de ser escuchados por los administradores y por la empresa de luz. Las ambulancias y la policía iban de un lado a otro, los autos transitaban en un par de calles que no estaban cortadas, todo raro, todo atípico, la mayoría de la gente no soporta estas situaciones imprevisibles, es por que la angustia y aburrimiento de no tener luz es maximizada como una tragedia o como una pulsión de abatimiento.

1 comentario:

Natie dijo...

Que bajón que te agarró la lluvia. yo estaba en mi casa encerrada y ni enterada que se caia el cielo abajo.

Hoy nuevamente la lluvia te recibio sin luz?

En cuanto a la gente que no te mira a los ojos cuando te habla jaja. Timidez o en realidad no hay un deseo a hablar solo que no soportan el silencio...