miércoles, septiembre 30, 2009

San Miguel del Monte Ultra de 100 kilómetros: Yo puedo resistir





“Se um dia eu pudesse ver, meu passado intero”. Cantamos en forma unísona con los compañeros de mesa brasileros, que durante la charla técnica les iba traduciendo, más o menos, lo que explicaron.
Mis compañeros de habitación: Washintong y Daniel hacian palmas y Pierpaulie y Fernando se reían
Así de distendida fue la cena.
Luego me costó enormemente dormir, me desplacé de un lado al otro, fui innumerables veces al baño y por mis nervios no concilié el sueño.
Además Washington se despertó a las 4 de la mañana y, al tener el sueño liviano, me despabilé.
Luego del desayuno y de pasar por el baño, caminamos un kilómetro para la largada, dos borrachos amenazaron a un corredor para robarles las zapatillas, y otros dos les pegaban con los buzos a cada auto que pasaba por el lugar, se veían las primeras luces del día y hacia mucho frío.

A las 6:30, aproximadamente, largamos, esperé con ansiedad pasar por el primer kilómetro, y la primer vuelta de 12 kilómetros no usé música, solo escuche los miles de pájaros posados en la laguna, paré para orinar y atarme los cordones de las zapatillas, fue una vuelta sin apuro y casi sin cansancio, paré en dos puestos solo a beber agua.
La segunda vuelta, me tuvo otra vez orinando y corriendo con Chien y Fernando del Parque Chacabuco, en ciertos tramos de la carrera, la gran bola del sol y el cielo despejado me dio algo de temor por lo fuerte que podría pegarme.

En el 20,5 tomo el gel, voy al baño y comienzo con “No lejos” de Ella es tan cargosa. La música que me deparaba hasta el kilómetro 28, era aleatoria, aquí me saqué el buso y comenzó Adicta. El colo Martinez me preguntó justamente lo que oía.

Al concluir la tercer vuelta me sentí bien, ya rumbo la cuarta las paradas para cambiar de artista de rock eran más seguida, porque lo hacía por puesto de hidratación, tal que Miranda, Tipitos y Juana la Loca, me ayudaron a completar 44 kilómetros sin sentirlo.
La quinta vuelta me sentía rápido y bien y ya habia hecho más de 50 kilómetros, aquí alcancé a Sergio el Coyote, y a un corredor de Mar del Plata de Legroup.

En la sexta y parte de la séptima vuelta el sol se hizo sentir en los kilómetros que iban del cartel del kilómetro 3 hasta el kilómetro 6, ahí me cuidaba de no hacer mucho esfuerzo. Igualmente en el puesto del 9,5, siempre Gerardo Ré nos recibía con comida, aliento y compañía: a mí y al Sergio Coyote (donde nos arreglamos para llegar juntos)
A pesar del sol pude aguantar hasta el 76 que tomé el tercer gel con un gusto asqueroso y artificial donde el estomago no aguanto y comencé a marearme, a tener alucinaciones: bichos, estilo polillas, que se me pasaban alrededor.

Al pasar el 78, corriendo, como todos los pasajes, “El colo” Martinez(relator de la carrera) me puso Calamaro, porque yo le dije lo que escuché en la anterior. Al igual que Dardo, casi un kilómetro después, que me pidió un canto con una gran sonrisa y el ya entraba en la última vuelta
Eso me animó, pero el estomago siguió en erupción. Tal es así que en el 79 escupía hasta el agua. Acá comenzó una larga caminata. Si bien mis ráfagas de corridas eran cortas, era bastante valorable caminar en esta etapa de la carrera. Ya que en ocasiones bajaba la cabeza, porque me mareé y porque tenía un fuerte dolor en la cervical, es tal así que me agachaba y me acordaba de dos cosas, una caminar como Pierpaulie, con los brazos sueltos y no en jarra. La otra estrategia era pensar en la canción de TURF/Sponsors: “Y tengo que moverme aunque me cueste avanzar”, cuando sonó en mi MP3 ese tema.
Al entrar la última vuelta y ver las caras de Pablo Marengo, Mercedes, el secretario de deportes hincha de Ferro, Daniel y un montón más. Y oír a Pablo Martinez : “Sebastián entra en la última vuelta, vamos”, me dio ánimo para hacer 600 mts corriendo y caer en el mareo.
El puesto del kilómetro 90 me desbastó, no sabía que hacer porque todo me daba asco, mi boca aún poseía el gusto del gel asqueroso es.
Nico y Fernando (a los que llevaba una vuelta) me pasaron y luego el Sergio Coyote. Del 90 al 94 los hice caminando, me faltaban motivaciones, a pesar de la última vuelta, el mal humor era más fuerte y mi cuerpo y mi mente estaban sin resistencia. En el 94 decidí parar para sentarme (acto que tenía que haber hecho 10 kilómetros antes) tome coca y asi como la vomité, expulsé todo lo demás. Un efímero dolor de cabeza me cubrió mi ser, y luego empecé caminando, comenzó a sonar “Me hace sentir” de Turf y empecé a correr y a sentirme mucho mejor.
Tenía 40 minutos para hacer 6 kilómetros y así bajar las 11 horas. Al menos agregué la motivación de la música al reloj. Paso a Fernando en el 95 y medio, lo paso a Sergio Coyote en el kilómetro 96. Y con Cuentos Borgeanos, con el tema “Resistir”, tomo todos los machetes(papelitos) y pasó la meta tirándolos al aire y dando una gran vuelta llena de emoción, abrazo a Francisco, a Mercedes y demás y la verdad me sentía desequilibradamente. Por suerte me sobraron 5 minutos y bajé las 11 horas, en cuanto a tiempo, pero que me dejó un gran sabor a pesar de los kilómetros recorridos.

Este evento es mi laurel deportivo conseguido en este año. Me quedará en el pensamiento por lo compartido con los corredores y organizadores, por la propia fortaleza, por el aprendizaje, por los errores de ingesta, por la alegría y por el camino tan largo, a pesar de que eran vueltas en la laguna, pero el mismo río cambia a pesar de que sea igual el trayecto de 11 kilómetros, pero son las sensaciones las que se modifican.

Todo esto es mi legado en el pensamiento.

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