martes, octubre 06, 2020

Mediodia melanco en el Centro de Ciudad de Buenos Aires


Ciudad de Buenos Aires, centro porteño, camino por Florida, con hambre, y el olor primitivo de las hamburguesas y las fotos de las mismas todas transpiradas en los locales de comida rápida, incluso, detecto las hamburguesas que come la gente mordidas, y quiero comerlas, pero no.
Creo que hace más de tres años que no como una en esos lugares, ¡pero que ganas que tenía de hacerlo! Yo no soy vegetariano ni vegano, sólo evito la carne roja, y tratar de no llenarme de grasa, aunque ultimamente pierdo
No repudio el olor, parece que el comer hamburguesas me llevaba a un estadío mejor.
Nostalgia, más que nostalgia, melancolía, no sé, tal vez la mezcla de ambas, con un sabor profundo a tango, donde la angustia suma, cuando con mi viandita de Green & Chot, me siento en un banco de una rara Plaza San Martin, y otra vez los recuerdos aflojan.

Ellos están sublimados, quizás, sobrevalorados, pero deseaba el pasado de la pausa de trabajo, donde escuchaba la radio, leia un libro o compartìa una charla con los compañeres de turno y comía. En ocasiones miraba la gente pasar.
A la 1 de la tarde me senté, la plaza estaba tranquilizima, hasta asientos libres, cuando antes compartía lugar en el banco, y la tristeza, imposible evitarla, aparece sin avisar, como inmersa.

Escucho en la Radio como victoreaban a una jugadora de tenis, cuando me ven obligado a no practicar casi deportes o con ciertas restricciones. Realmente no me contagió el entusiasmo de la victoria, igualmente hace siglos que no me pone contento la gloria deportiva de gente desconocida.
Igual ya estoy fisicamente destrozado, pensando en la última estafa del cirujano maxilo facial, y no pudiendo creer como me dejé estafar de esa forma. Ya es tarde, ya fue. No tengo fuerzas ante un ventajero que se quiere sacar las cosas de encima y cobrar lo más posible, solamente resta la evidencia de no volver a repetir, ya que confirma su tránsitar
Salgo del pensamiento, vuelvo a sentir el dia hermoso, mis pensamientos ahora son mas lentos, no hay viento, no hay mucho movimiento, el tiempo puede pasar hasta que llegue la hora del turno con la neurologa, donde tengo que caminar unas 23 cuadras para llegar al sanatorio, y alargo el camino y rememoró, al caminar, alargo el trayecto, para curiosear el espacio verde donde me tiraba al mediodia, al frente del Reloj tipo Big Ben.
Se me viene a la mente una escena de una película de Sandro con Marcela Lopez Rey, donde se celebraba el amor y la música. Yo no tengo nada que celebrar, solo sucumbir en mi silencio.
Camino por la calle Esmeralda, una mujer sacada que me cruzo, me dice: "una limosna, una limosna", "no tengo", "ojalá que te roben", y bueno ¿Quien no puede tener un ataque de ira? ¿Cuantas veces has tenido uno de ellos? puff, y como cambiaste el rumbo, donde la senda descendiente y la amargura pesan...
Que ganas de comer chocolate para calmar nuevamente mi ansiedad, me compro una caja de Bonafide, me devoro tres chocolates rojos...¿bueno bici, caminata algo compesaron? No, no hay consuelo.

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