viernes, junio 24, 2011

Voluntad y no voluntad en Arthur Schopenhauer (1788-1860)




















BIOGRAFIA


Arthur Shopenhauer nació en Danzig. Hijo de un hombre comerciante, admirador de todo lo inglés; de estrecha relación con su hijo, al que anheló que sea comerciante, como él. En cambio, su relación con su madre fue complicada, ella era jovial y alegre, hábil para las relaciones sociales, que finalmente desheredó a su hijo, justamente por sus constantes discusiones.

En sus consecutivos viajes en sus más jóvenes años, estableció una especial percepción sobre el mundo ante tanta convulsión manifestada por enfermedad, vejez y muerte.

En 1805 su padre se suicida, y Arthur responsabiliza a su madre, con lo cual se traslada a vivir a Weimar. Aquí, luego de probar su rol de comerciante durante 6 años, ingresa a la universidad, siguiendo cursos de medicina, ciencias naturales e historia.

También comienza a experimentar una fuerte influencia del brahmanismo, budismo y taoismo, y un largo etcétera de las ideas maestras de Oriente pasaban por sus manos mientras veía en ellas constantes afirmaciones a los planteamientos expuestos en su tesis.

En 1819 entrega a su editor “El mundo como voluntad y representación”, una obra clara sobre la densidad de la vida, con influencias de oriente. Si bien, es un libro profundo, conciso, resulta ser un fracaso, lo cual justifica por no ser obra para su tiempo, sino para tiempos venideros (ya que su tercera edición a más de 30 años, fue un éxito)

En 1822 vuelve a Italia de la que regresa en 1825 con intención de dar clases en Berlín, pero sus clases no se llenan a diferencia del por entonces popular Hegel. Además, se le niega una cátedra. El fantasma de la persecución a su obra empieza a asomar y al poco decide trasladarse a Francfort del Main debido a un sueño premonitorio del que deja constancia. En poco tiempo el cólera haría su aparición en Berlín, y su rival, Hegel, caería víctima de ella.
Durante su vida en Francfort, va publicando diversas obras. "Sobre la Voluntad en la naturaleza" publicada en 1836, intentaba conciliar su sistema con los últimos logros de la ciencia pero no tuvo mayor resonancia.

En 1838 fallece su madre, poco después va a concurso convocado por la Real Academia Noruega de las Ciencias que premia su ensayo "En torno a la libertad humana", pero en otro convocado por la academia danesa no obtuvo galardón pese a ser el único presentado por "irrespetuosidad con los filósofos consagrados". El resto de sus obras sufrirían parecido destino. En 1844 pública la segunda edición de "El mundo como Voluntad y representación", aumentado con un segundo volumen de "Complementos". Esta ignorancia sobre su obra se aguantaría hasta que en 1851 aparecerían los "Parerga y Paralipómena" (Cosas accesorias y omitidas), y su fama se disparó. Los artistas intentaban retratarle, la juventud le seguía en esta visión no optimista del mundo tras haber experimentado la desilusión de otra revolución más, la del 1848-49, y personajes como Wagner quedaban impresionados. Este último, leyó "El mundo como voluntad y representación", y en ella se inspiraría en buena parte. Incluso le llegó a mandar un ejemplar dedicado de "El anillo de los Nibelungos", su máxima obra. Como consecuencia de este reconocimiento final, "El mundo como voluntad y representación" alcanza su tercera edición, y al año de su muerte, 1860, se publica la segunda edición de "Los dos problemas fundamentales de la ética".

LA VOLUNTAD.


Por influencia budista, Schopenhauer trasmitió, como una revelación el concepto, paradójico, según mi opinión, de que “la felicidad del hombre no depende en cumplir los berrinches de la voluntad, sino superarla y renunciar a ella”. Esta frase, si bien es ambigua, ya que uno al desprenderse de la voluntad, se puede retirar de su ego, es así que la completa con: “la compasión nos puede dar ese estado de felicidad, es decir, en la medida, en que renuncie a mi voluntad y cumplir la de los demás me libera de la mía”, de esto hablaríamos de generosidad, de una voluntad individual hacia lo colectivo y no hacia el mismo sujeto. Es por eso que esta misma generosidad llevó a varios filósofos a ser acéticos.


La voluntad de vivir, representa siempre la misma pasión: existir.

La noluntad (la no voluntad) propuesta por Schopenhauer se presenta como una alternativa para enfrentar el absurdo que exponen los acontecimientos de la cotidianidad, e implica un renunciamiento a la vida misma, en todo lo que comúnmente la caracteriza, en esencia, el deseo; se trata de extirparlo definitivamente por medio del ayuno, el silencio, la castidad y la humildad, hasta poder alcanzar una virtud extática, o una vivencia mística secularizada.

La noluntad, según el mundo oriental, es la auténtica renuncia a la vida, como adentrarse de la propia individualidad en el nirvana, en el que el Uno es Todo y el Todo es Uno, es decir, en donde se da una identificación de lo particular en lo universal, o como Schopenhauer quiere decir, el sumergimiento de los «unos» en el mar profundo y tenebroso de la Voluntad. Un nihilismo como renuncia a la vida, a la procreación, a los bienes del mundo y, finalmente, como un indiferente dejarse arrebatar por la Voluntad. La ideología de Schopenhauer es un canto al dolor y a los males del Mundo, que se plasma en un pesimismo, traducción directa de esa negación de la libertad humana, un voluntarismo y finalmente en un quietismo, próximo al de diversos sectores orientales, especialmente del hinduismo y del budismo.


CONCLUSIÓN

Interiorizándome en estos últimos párrafos, haciendo uso de una supuesta noluntad en el mundo de hoy, es decir quedarme quieto, negarme a la libertad dejándome llevar por los males y dolores del mundo, ya que al inmiscuirme profundamente en ellos a través de la minimización de la alimentación, del habla, del ejercicio, entre otras actitudes y aptitudes terrenales, teniendo como hito el desprendimiento del dolor.


Ahora, corriendo bajo el riesgo del dolor, pero también con la posibilidad de la euforia y el placer terrenal. ¿Uno con que se queda? La vida es absurda y densa, cada vez más los seres humanos estamos menos preparados de soportar la muerte, o en su defecto, la degradación.


Es, por consecuencia, que las opciones de inconciencia, tanto la meditación o la filosofía oriental, así como el uso de estupefacientes (alcohol, drogas u otros) para soportar o aislarse de la densidad y el dolor que nos puede causar el vivir.

2 comentarios:

Antonio Di Bolazzo dijo...

Yo leí la obra completa de Schopenhauer a los veinte años. La volví a leer luego de pasados unos años. Es un sistema muy útil y, desde mi punto de vista, una descripción de la realidad bastante precisa. Su pesimismo no es en el fondo tan absoluto, pues ofrece una vía similar a las del estoicismo y a la del epicureísmo. No es una filosofía para cagones, te bate la posta. Te alerta de que el deseo siempre te va a hacer sufrir y sobre la malicia en la mayoría de los humanos. Sirve para aquel que es capaz de ver la vida más allá de la inmediatez y lo cotidiano, de intuirla en su eternidad. El estilo es claro y a la vez profundo por una sencilla razón: roza divinamente la verdad, algo que le falta a la mayoría de los filósofos. Fue sin dudas un genio y es mi filósofo preferido.

Percho dijo...

Si, como bien me hace entender Arthur S., la manera de expresar el denso existencialismo en este mundo, es practicamente sin filtro (como bien escribis vos, en la jerga castellana, no apta para cagones), pero esto puede resultar chocante para el "lector común" porque, justamente, apunta a su vida sedienta de necesidades.

Te agradezco, enormemente, por tu aporte Antonio.