lunes, enero 05, 2009

Abriendo y cerrando años


Se acaba un año, comienza otro, así se establece la referencia que me indica el pasaje del tiempo, el desarrollo y el deterioro, la experiencia y la repetición, las etapas y demás vivencias.
Comienza un año, en que alguna vez establecí como el último año de mi vida, ya cansado del entorno y de la enorme exigencia que me cuesta pagar diariamente.
En el lapso de ese día hasta hoy pude hallar otro tipo de filosofía de tomarme la vida, partiendo que soy nada y pudiéndolo aceptar. A sabiendas de que mi valor es chiquitito y que la vara de los demás, de la mayoría de las opiniones de la gente que conozco no es importante y que puedo realizar muchas cosas conmigo mismo o con el minúsculo de personas que conozco.

Retornando a la idea de la puerta en que cierra principalmente todo un año, englobado en 366 días en el que duele ese cambio de digito, porque ya va denotando vejez, en la cual mentalmente no encajo, pero fisicamente sí, lamentablemente.
El comienzo de año siempre dan proyecto de cambio, como algún hábito, actividad, situación para empezar o dejar de hacer. Este año, me propuse no proponerme cambiar, pero esto no quiere decir que siga igual, sino darme la libertad a los cambios y no proyectarlos.
Recuerdo cuando era más joven, me dictaminaba cambiar de carácter porque no estaba muy conforme por mi nivel social. Hoy sigo así antisocial, pero mucho más sólido e independiente, por suerte se me fue esa idea de adaptabilidad a alguien que no soy.
Los proyectos para este año no dista mucho del anterior, pero puede haber sorpresas e imponderables en los cuales me tenga que enfrentar y eso es lo que da empuje a mi vida.

El 2008 se llevó situaciones agradables y desagradables de las cuales fueron sorpresivas y no esperadas. Estoy un poco en deuda con la intelectualidad y lectura, ya que es una de las cosas que me hacía bien, además me debo todavía mi canción. Pero son deudas que las puedo cancelar cuando quiera, sin apuro y con paciencia.
El 2008 lo culminé y con cierto rumbo.
En fin me deseo para este año tener más solidaridad, no ostentar ni jactarme; y tener y poder dar alegría al entorno que elija y que necesite.
Y no olvidarme de no dejar de hablar de alguien por sus virtudes y minimizar las críticas y las confrontaciones. Mi recuerdo de mi imagen criticando a alguien por sus eleccione, en las que no jode a nadie, me da mucha vergüenza, pudor y hasta asco. La aplicación de mi soberbia me huele demasiado a podrido y a ser el prototipo de un hombre porteño como lo describen los subjetivos medios de comunicación.

El 2009 tiene camino libre, gradualmente viviré el día en forma trascendental y no ir fijando metas “divinas” y obsesivas.

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