martes, octubre 12, 2021

Burgio una de las pizzerías clásicas cierra.

 









Cerrando un reportaje agradable de Sebastián Davidosky a Fernando Blanco, uno de esos tipos buenazos, que amó su trabajo por los tiempos de los tiempos. 

Un señor o señora ambicioso/a: "Ah 50 años haciendo lo mismo. ¿Como progresaste, eh?" Y que se dice a ese tipo de personas, yo por mi lo escupiría al codicioso y saldría corriendo, porque seguro va al gimnasio y me caga a trompadas por su versatilidad y volatilidad, aunque es probable que me alcance y me muela a golpes, jajaj. 

Fernando Blanco se mostró un tipo simple, que no se renovó con la tecnología, sin renovación de su estructura típica de pizzería de los 60's, con el nuevo marketing, que abuelos pasaron su costumbre a sus hijos y estos a los nietos y asi sucesivamente. 

Fernando Blanco salía del colegio desde muy chico y tenía tareas que, según él la realizaba con alegría, hasta que muy joven se hizo cargo de la caja y no dejó de trabajar por tanto tiempo. Pero un señor que trataba de gran manera a sus empleados, porque estuve allí y había una mancomunión, con un dueño presente. 

Como expresé más arriba, la fallada es de las viejas pizzerías, como Angelin, como el Fortin, como Guerrin, y un poco como Banchero. 

En Burgio tengo periodos, primero el Barrio de Belgrano es el tercer barrio de importancia en mi vida, por vagabundear, por ir al colegio en ese barrio, por ir al Cine Arte y al Lido.  Y justamente por reunirme con el viudo de mi madre una vez por mes y comer una pizza con cerveza con Eduardo, donde se ponía a hablar con un veterano donde recordaba viejos momentos.  

En una época iba al cine Arte más seguido que al Gaumont y culminaba en Burgio a comerme una pizzita y tomarme un vaso de moscato, mientras leía el libro de turno, ya relajado por la película que ví y respirando en un ambiente donde, tal vez (o no, son especulaciones) me sentiría más cómodo que hoy con toda la tecnología en plena perturbación. Pero hay pruebas que con libros en papel y diccionarios me pude guiar. Tal vez, más lentamente, pero ¿Quien me apura?

Burgio contaba con una fugazzeta rellena muy sabrosa, la faina era común, si bien Angelin me gusta también, no puedo definir cual es la mejor pizza, sino es que el momento de calma, sin ambicionar nada, me llevan.  

Sé que tengo una personalidad cambiante, que puedo mutar de refugios, pero cuando Fernando Blanco habla tan bien de su pasado, y que cumple un ciclo sin reclamar ni recriminar ni quejarse del pais (de mierda, como dicen los cipayos que, aún, viven lamentablement por ellos, en este territorio).  

Me enterneció bastante la historia del ex(?) dueño de Burgio, y que hoy dia, tiendo a alimentarme con la retórica de esta gente, donde me quedo a escucharlos, a apreciarlos con luminosidad y con una sonrisa clavada en mi cara. 

¡Gracias "Burgio" por ser parte de grandes veladas!


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