viernes, septiembre 07, 2007
Ultramaratón en Monte : Niebla con mezcla de extasis.
Niebla, una visión limitada, me hacía pensar las palabras que el director de la prueba, Guillermo Roldán, había dicho: “Primero se corre con la cabeza, luego con las piernas y al final con el alma”. Este alimento que parece una trivialidad, se instaló en mi cabeza para poder encarar el nuevo desafío.
Me afectaban los nervios y el frío.
Con un ambiente casi oscuro y nebuloso, largaron, casi un centenar de mentes y cuerpos, a disfrutar este nuevo desafío.
El primer tema musical que me alcanzó, para completar poco más de un kilómetro, fue el de La Mancha de Rolando: “Siempre esperando”. Costaba acomodar el ritmo y mi voz para gritar o cantar, todavía no había arrancado.
En el kilómetro 3 corro a la par de Cecilia Morales, Chien y Silvia Díaz. Aquí empiezo a balbucear “...lento, como se mueve la sombra, en el trópico, yo caigo” de Babasónicos. Se armaron las parejas Chien y Cecilia Morales a 50 metros de Silvia Diaz y yo. Así hasta el kilómetro 7, donde el pelotón se formó con: Silvia Diaz, Cecilia Morales y un uruaguayo que tenia una inscripción en la espalda de “Rutero 06’” y el escudito de su país. El primer momento Pity fue con “De la guitarra”, “Reggae para los amigos” que dice “…con este humilde ritmo, les digo: los admiro y necesito”; y finalmente “Lo Artesanal”. Comenzaba a disfrutar y cantar más, para el mal de los oídos de los que me acompañaban.
“Solos y solas”, de Villanos, me dio la despedida de la primer vuelta de 11 kilómetros. Pasé el arco con “5 minutos minibar”(Andrés Calamaro) graficando con mi mano los cinco minutos en al aire y agazapándome. Ya no sólo bailaba sino que hacía morisquetas. Sólo me hidraté con el agua que proveía la organización en los puestos 6 y 9,5.
La niebla seguía en curso, pero concordaba el ambiente con la canción “…y los gallos anticipan que amanece en la ciudad…” (“Carmen” de Ella es tan cargosa). Al cruzar un puente se podía ver a un cisne blanco, acurrucado entre los pajonales. El olor aquí era a pescado, en ciertos lugares se hacía menos soportable; pero todo crecía al ritmo: las canciones y la euforia. Tres puestos de hidratación para esta vuelta en la que consumí un Gatorade en el medio y agua en los otros dos. Ya había recorrido 22 kilómetros y Silvia y el Rutero se habían bancado casi dos vueltas con mis alaridos, más con temas como “Magia Blanca”(Turf) que cada vez que lo escucho, expresó : “Que buen tema”. “Feliz” (Estelares) fue la canción que me inició en la tercer vuelta: la que menos canté. Tenía temas del grupo Gran Prix con que me dejaba llevar en el recorrido.
En el kilómetro 28 tenía frío, por ende, en el puesto pedí sopa, y tardaron en dármela porque me la tenían que servir, sacar el vasito, sacar la cucharita, etc. Me desesperé y dije: “Dámela así nomás”. Aquí paré para tomar la sopa, comer membrillo y tomarme un gel. Silvia Díaz y el rutero me dejaron. Aquí me cruzo a Yeritano y a su amigo. Lo que me pareció curioso es que, a partir de la segunda vuelta, había un sujeto que corría un tanto (a un ritmo loco) y luego paraba para caminar. Yo creía que cuando me escuchaba cantar salía espantado y mi teoría estuvo acertada; el hombre me lo confesó luego. Era de MDQ y correrá un spartathlon a fines de Septiembre.
En el 29 me dije con la cabeza: “Transmitiendo desde el kilómetro 29, desde la laguna de Monte, con arboleda protectora, Cronica TV…” terminando el tema Crónica TV (de Turf). Pasé el 30 en 2 horas 32’ y moneditas.
En el momento “Uh Uh” de la carrera (al ritmo de “Simpatía por el diablo”, pero por diversas canciones entre Turf, Juana y Azafata), lo saludo con una gran sonrisa a Gerardo Ré que me dice: “Aguante La Renga”.
La cuarta vuelta comenzó, sin niebla y con sol, con el segundo momento Pity y el estallido de la euforia: “Cuanta mierda” (Un tema muy pesimista, pero lleno de gritos y locura). Silvia Diaz no correría más a la par mío, ya que se quedó un poco por una molestia; y el rutero 06 estaba extenuado. Luego siguió con “Felicidad- depresión” y su postura:”Estoy en contra de las religiones”. Los del puesto dijeron que estaba re-chapita y Florencia me comentó que la frase expresada anteriormente se escuchó a una cuadra de distancia. “Está saliendo el sol” cerró la trilogía con una sonrisa, y con “bajo un sol feliz” (Violadores) comencé a peregrinar la cima del éxtasis. La dupla turfera: “Cuatro personalidades” -con aplausos incluidos- y “Yo no me quiero casar”, me hizo pasar a Elisete (que llevaba 11 km menos que yo) y a Marcelo Muzyka, que corría los 100. Recién en el 37 me adelanté sobre él. ¡¡¡Que aguante!!!
A 100 metros de llegar al puesto del kilómetro 39, grito “sopa”, y por suerte esta vez la tuve lista cuando ya arribé al mismo. Con el tema “D-Generación” ,del primer disco de Babasónicos, se terminó la euforia y comenzó mi devenir. Pensaba mientras sonaba “…a punto de caer…cuando todos besan preferís morder” (Juana) que me quedaban 10 km. Estoy cansado, me cuesta cantar; aquí es adonde el alma empieza a jugar, tal como premeditó Guillermo Roldán el día anterior.
Concentradísimo y con muchos deseos de caminar, realicé los 4 km corriendo (del 40 al 44). La música me absorbía, como bien dice Adicta: “Hace tiempo que mi cuerpo sabe que mi mente no entiende nada…”. En el kilómetro 42 tuve una inyección de ánimo de 8 personas que me aplaudían, no sé si por cantar o por correr. Les devolví un “No necesito amarte…” (Villanos).
En el 44 caminé para tomar un gel. Mi tenacidad me hizo volver a correr. Me sentía con sensaciones de náuseas, pero mi euforia sobrevivía, por lo menos, para saludar o balbucear alguna frase. En el 45 “el colo” Martinez dijo mi nombre y apellido y que ya estaba, ya llegaba.
En el camino al 46 tenía la sensación de que me hubiesen pegado dos trompadas en la cabeza, dejándome groggy. Pero di con los puesteros y con el Gatorade que Florencia me proporcionó. Me fijé el reloj y el tiempo transcurrido era 3 horas y 58 minutos. Fantaseaba con caminar los 4 kilómetros restantes.
Pero ese Gatorade y, sobre todo, el tema que dice:” Soy un error, un gran error, vine fallado y a todos les pido perdón, PERDON” (Villanos) -el “perdón” en mayúsculas que fue por mi grito-, me llevó nuevamente a re-comenzar con el ritmo, pero alertándome que la náusea estaba al acecho.
El último kilómetro lo hice en parte con los ojos cerrados, ya que la “luz de marfil” que Los Piojos me proporcionaba me trasladaba a cierto estado cósmico. Así fue que con los brazos levantados, manifestándome ultra-sensible, abracé a quien se me cruzaba en el camino y me emocioné. ¿Raro no?
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1 comentario:
yo eso lo suelo hacer... al final me abrazo hasta a las farolas.
enhorabuena!!!
abrazos
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