miércoles, septiembre 19, 2007

Maratón Binacional 2007: "¿Que necesidad... ?"












Corría el tiempo, variaba el lugar y el país cotidiano (Salto, Uruguay) y según el reloj eran las 8 horas de un 16 de septiembre del 2007. Con mi remera amarilla debajo, y la musculosa celeste de la organización superpuesta. La música de fondo de “carrozas de fuego”, largamos más de un centenar de “locos” hacia Concordia – Entre Ríos. La primer canción que sonó en mi MP3 fue “Difícil”(Los Piojos) y anticipaba justamente mi carrera. Primer kilómetro, primera cuesta en curva, me decía por mis adentros: “No me puede costar tanto”; es así que, en los primeros 1000 metros, sufría. Por el lado izquierdo, al llegar al kilómetro 3, me abraza Gerardo Ré, que iba junto a otros dos, y me dice: “Se viene el estallido”, pero yo estaba escuchando “5 minutos más –minibar-”(Calamaro). Tiraba un par de frases, pero estaba un tanto agitado, el tiempo realizado hasta ahí era 15:01, y por ende, al no sentirme cómodo, bajé el ritmo, notando que los demás, sí iban más cómodos.

Guillermo Federico me despertó en el 4,5 km, le dije sobre la canción que cantaba ”…estoy cansado, mis piernas se doblan y caeré…” (Adicta). “Ah que linda canción” me dice y se va a hacer el ritmo que llevaba.
A partir del kilómetro 5 ya cantaba más seguido. Jorge, el compañero de varios turnos, decía que “se distraía”, hasta que no me soportó y siguió. Yo le daba a “…muévete, pierde el control y después llevamé de aquí…lejos”. Se me acerca un grupo de 4 corredores, que hablaban entre ellos y ya me miraban con rostros sufridos, pero creí que los alentaba; era mentira los estaba aturdiendo. Aconsejaba la canción “Más grande son, pero también caen más fuerte” (Nonpalidece). Asociaba este párrafo con las cuestas.
Estas cuatro personas se juntaron con Jorge y siguieron allí el ritmo, volví a estar solo en doscientos metros de ruta. Del 11 al 14 costaron mucho, pero “la extraña calma” (Mancha de Rolando) me bajó los decibeles.

Al borde de la represa (kilómetro 16) gritaba algo así como “…Qué decís que no vas a gritar si te encanta…” (Turf), justamente lo dije gritando. La represa con los temas “Natural” (Babasónicos) y “Mirando el cielo” (tema power de Cadena Perpetua) me alojaba en el ambiente y en mi comportamiento.
Paso la aduana y el km 21 con una frase que festejé “…no te puedo guiar, yo sólo me dejo llevar”. Festejé mi media maratón con un gatorade en cartoncito.

Lo observo a Roberto que me aviva con “Vamos Seba” y entramos a la ruta del bosquecito que va del 21 y pico hasta el kilómetro 25, comenzaba mi levantada.

Relojeaba a cada uno de los que pasaban de frente, cantaba cada vez más: “Regala el corazón” (Mancha de Rolando), gesticulando y todo. Laura, que me sacó una foto, y la gente de SST alentaba. Yo cantaba más fuerte y con más ganas.
Al pasar el 25 canto junto a un chico que me dio agua “Se fue al cielo” (Intoxicados). A esta altura cantar era más importante que el ritmo y mis piernas. Los mejores kilómetros 27 y 28, primero paso a Jorge con la frase “El dolor ya no hace mal…” (El bordo) y “Alma gemela” (El otro yo). Me tomé el primer gel en el 28 mientras la dupla Babasónica de canciones largas, “Trance Zomba” y “Misericordia”, aplacaban mis ritmos. En el kilómetro 30 mi reloj marcó “2:35:41”.
Los últimos vociferados fueron 3 temas de Turf, comenzando con “Loco un poco” y terminando con “Vil metal”, donde resalté la palabra METAL.
Llegando al 33 recibo pasas de uvas (esperaba agua), pero me estaba dando cuenta que tenía sensaciones de frío. Si bien algo ya sentía, se hicieron fuertes y mi piel se “engallinaba”. La presión baja empezaba a pesar.
En el 34, que contaba con una cuesta infernal, exploté de ira. La música no era mi compañera. Jorge me pasa y yo camino. Mi agotamiento era tal que creí que no iba a volver a correr. “Ocho kilómetros caminando”.
Acá me enojé conmigo diciéndome que en la semana subestimé la carrera, porque entrené las tres disciplinas como si fuese una semana normal. Mi cuerpo lo sentía y yo pensaba: “¿Que necesidad hay de seguir sufriendo?; ¿Que necesidad hay de llegar? ¿Qué necesidad había de correr esta maratón, habiéndome castigado tanto? ¿Qué necesidad hay de tener dolor cuando podía haber tenido placer? ¿Qué necesidad hay de permanecer de mal humor?”.
El estomago se revolvía, mis piernas no tenían nada de fuerza, la espalda y los hombros punzaban más y más, los ojos se hacían chiquitos, mi mirada se nublaba y mi rostro expresaba un elocuente sufrimiento; pero lo peor que los kilómetros no pasaban como antes.
Fueron 5 kilómetros que alternaba entre correr y caminar. Cada vez que corría lo hacía con un ataque de ira, cada vez que caminaba lo hacía con resignación.
Recuerdo que, por cada aliento, metía excusas como: “Me duele la espalda”, por suerte la organización estuvo siempre para contenerme.
En el 37 se me acerca un tipo en bicicleta que no cesaba de decir: “Vamos, vamos”, yo llegué a repetir lo mismo, pero deseaba que se vaya, me generaba cierta responsabilidad, al menos para exclamar “Vamos, Vamos”.

“…o acaso ver tu espalda correr, lejos de mí que como un extraño. Como un extraño voy…” (Estelares). Esta canción y esta frase me despertó, casi al llegar al 39, “La razón que te demora” (La renga) opacó los pensamientos negativos y al grito de “Ya” (Villanos) crucé la meta, disfrazándome de contento, para que Florencia me fotografíe, aunque la náusea se extendería varias horas más.

1 comentario:

Kt. dijo...

Y puedes correr y hablar al mismo tiempo??? yo no puedo!!

Besos Percho.