viernes, octubre 21, 2016

La mujer reclamando sus derechos.
















En el mundo co-habitamos seres humanos que vamos evolucionando en las diferentes causas.  Obviamente que, si no despabilas a los que somos ignorantes, no va surgir efectos.

El 19 de Octubre en Argentina y otros lugares de Latinoamérica se hicieron ecos de los derechos de la mujer y los diferentes femicidios que ocurren cada 30 horas, porque algunos hombres, por miedo, creen tener propiedad privada de la mujer y son capaces de matarlas.

Las mujeres como sujeto humano han ganado derechos en un mundo donde se estigmatizo al hombre como proveedor, protector y como sujeto de tomar decisiones que tienen que ver con el cuidado del hogar.  La mujer por su parte, receptora, segundona, persona que hace quehaceres y cuida a los crío que, el hombre decidía o no tener.

La mujer, así como muchas minorías no han podido elegir ni desarrollarse en un mundo, donde los hombres eran los que escribían la historia. La mujer se dedicaba a ser una porcelana dedicada a cuidar su belleza y que el hombre aprecie la misma.  Eso sí, la mujer elegía al hombre con quien quería estar y rendirle sumisión.

La mujer tenía prohibido el sufragio, el resistirse a su dueño cuando este quería penetrarla, a no tener hijos, a no ser objeto de reproducción, a no ser objeto de belleza, en definitiva a no ser objeto.

El siglo XX fue un siglo de muchos combates de la mujer, donde entre otras cosas, tuvo derecho a votar, como así, a exigir métodos anticonceptivos y de esta manera separar el sexo de la reproducción.

Quiero destacar, además del anarquismo de principios del siglo XX, donde hubo muchas personas que querían achicar las jerarquías entre el burgués y el obrero; y que el poder no se centre en un todopoderoso.  

Apareció una referente  llamada Juana Rouco Buela, española que emigró a la Argentina en 1900. A los 15 años ya participaba en la federación Obrera Regional Argentina (FORA) y a los 18 años, junto  Virginia Bolten y Maria Collazo, entre otras organizo el Centro femenino Anarquista, interviniendo en huelgas contra el incremento desmedido de los alquileres. 

Por esto Juana, la deportaron a España y se unió con anarquistas españoles y franceses. 

De esta forma se unió en diferentes causas contra las persecuciones y asesinatos a diferentes anarquistas por el poder de turno.  Gran oradora, ensayista y luchadora a favor de las luchas obreras de toda índole.

Murió a los 80 años, dejando su autobiografía :”Historia de un ideal vivido por una mujer”.

Algunas reflexiones de Juana Ruoco Buela.

·         “Las luchas parciales que ahora sostene­mos pueden ser un día no lejano solidarias y contemporáneas con la de los todos los trabajadores sin distinción de sexo”.

·         “Las luchas parciales que ahora sostene­mos pueden ser un día no lejano solidarias y contemporáneas con la de los todos los trabajadores sin distinción de sexo”. O

·         “¿Que nos circuns­cribiremos a hacer una propaganda femenina? ¿Quién dijo eso? Nuestros propósitos son esencialmente sociales, nuestra hojita será un quincenario anarquista de elevación mental de la mujer y el hombre, pero escrito por mujeres.”

·         “Con los brazos caídos como un par de alas entumecidas, cruzais el escabroso sendero de la vida, con los labios sellados, con los ojos tristes, con la mirada lánguida, murmurando vuestros labios débiles y febriles, palabras de cansancio y de muerte, cuando aun no habeis entrado en el limbo de la vida.”.

·         “En mi vida hice muchas veces la observación de que la mujer, en nuestro movimiento, nunca tuvo el estímulo necesario y casi siempre se la ha ignorado en su labor tenaz y eficaz”.

·         “En ese sentido he sido un poco descuidada, pues me entregué con tanto cariño a las ideas y la propaganda, que no seguí un estudio para poder poseer un título, que en ciertas ocasiones de mi vida me hubiera sido muy útil y necesario.”

·         “Es preciso que comprendáis de una vez por todas que nuestra misión no se reduce a criar vuestros hijos y lavaros la roña,  que nosotras también tenemos derecho a emancipar­nos y a ser libres de toda clase de tutelaje, ya sea social, económico o marital

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