Tener el camino allanado para dar corte a una
relación de pareja, trae sus consecuencias, en éste caso, más positivas que
negativas. Ambos, el uno para el otro,
somos sumamente tóxicos en la cotidianeidad y en las aspiraciones que tenemos,
además por mi parte se me acabo el deseo y el cariño, desde que me iba a ir,
allá por junio de éste año. Donde, con
angustia conllevada, por el trato que recibía y el mal humor mío, en perjuicio
de la otra persona. Una retroalimentación de asuntos negativos, casi, de manera
permanente.
En diciembre del 2012, cerrando un año prácticamente
malo, reflexioné en el siguiente apartado del presente blog: http://percho.blogspot.com.ar/2012/12/cerrando-este-patetico-2012.html
Parafraseando y analizando el análisis del mismo,
refloto algunos párrafos:
“Hoy me siento ahogado, la persona con
quien convivo exige más colaboración de la que puedo dar (y
eso no quiere decir que sea la normal colaboración de convivientes). Las
tareas cooperativas me generan desgano, falto de
entusiasmo, por causa de recibir juicios, de cualquier quehacer mío
es erroneo y mal realizado.”
Ésta reflexión es tal cual, la falta de entusiasmo
es básica para seguir adelante y mantener una convivencia.
“Se acrecentaron, o subrayaron,
ciertas características de mi mismo: inutilidad paraarreglar algo
doméstico, inutilidad para ponerme de acuerdo, ahogo
o vacuidad para imponer cosas, ya que la casa no es mía,
nuevo control de horarios, etc. Mi conviviente se
jacta de que me está haciendo un favor, yo sería, entonces, por mis actitudes y
aptitudes, un pensionado.”
Una serie de controles insostenibles, que no pueden
hacer frente a las cosas positivas. Ella alega que cambio, pero las peleas se
hicieron insostenibles e insoportables. Ni hablar de las reprobaciones
permanentes.
“El niño que, pobrecito o no, convive
medio tiempo con cada uno de sus congéneres, poseee todo el
derecho de exigir cualquier cosa, , y más allá de que sea hijo de mi
conviviente, hay una competencia encubierta con el
padre del chico, para ver quien gana el premio de quien consiente
más.”
La competencia continúa y el pánico que ella tiene
que el chico elija vivir con el padre, es omnipresente. Yo no puedo ser parte
de sus pretensiones.
“Las bregas se acrecientan, tengo ganas,
casi todo el tiempo de escaparme, de marcharme de este lugar. Soy demasiado “chiquito”
para la proyección ambiciosa de mi conviviente. Estoy encerrado, no
tenemos los mismos intereses. Ella quiere reformar y cambiar constantemente, yo
quiero pasarlo bien, mirar una vida más física, de aprendizaje
mental, más próspera, divertida, placentera, etc; ya que a mi el impacto
ambiental nunca me interesó, y he tenido jornadas, creo, felices sin
eso. Actualmente no tengo proyección, desconfío de
todo el mundo, siento que me soltaron, merecidamente, la mano, aunque creo yo,
es que confié en que tenía autosuficiencia, y me hundí más, entonces la
desconfianza se envuelve, además, de mi ser.”.
Por fortuna, hoy, tengo
más confianza en mi mismo. Tomar esta
decisión, luego de posponerla en innumerables
oportunidades, el caer en esta decisión me dio cierto alivio. Igual, asumo que hay un proceso de transición y de
re-acomodamiento que, tengo como cometido, resolverlo en el menor tiempo
posible.
Durante este año viví muchos mejores momentos que en
el 2012 (hasta de felicidad), pero tuvo la interferencia de contar con las
constantes peleas con ella. En mi cumpleaños decidí que, una pelea más, me
mudaba a una pensión, y fue tan firme la decisión que se consumió y que está
etapa jamás volverá, porque impartí que todo tiene un final, todo termina. Realmente, espero, que la otra parte asuma lo
mismo, y tenga reminiscencia de toda la angustio que vivió al convivir, además
de una relación desgastada y sin rumbo.
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