Maratón número 29. En un pueblo con una pocas hectáreas habitadas.
Superando, apenas, los 90 inscriptos en la competencia y eso me encanta. Como
las peores épocas de Mar del Plata, pero bueno hay que sostener a un puñado de
personas en 42,2 km.
Largó a las 10:30 hs, la misma estaba estipulada a las
10:00. Y los nervios y los retorcijones crecían. Saludé a mis amigos de las
carreras como Carlos Ramadori, Daniel Hernandez, Fernando y mujer, Gustavo,
Alberto y señora, etc.
Mi largada, con el tema “Felicidad, depresión”, de Intoxicados que, hoy no
es una reducción de la maratón, porque hace mucho que no me deprimo dentro de
la maratón, puedo meter sacrificio, pero en general trato de sentirme alegre,
largué a 4’47’’ el primer kilómetro. Entusiasmo que fue vapuleado desde el 1 al
2, que paré para orinar. En el 2 y pico me integré en grupo “Contra el viento”,
donde lo lideraba el futuro spartatleta Gustavo Rigassio, íbamos cuidándonos del
viento constante que teníamos en contra, turnándonos en la delantera, me sentí
bien. Gustavo me mintió en el tiempo por kilómetro, dijo 5’30’’, verifiqué que íbamos
5’15’’. Al llegar al 7 se acabó el
viento porque doblamos por un camino de tierra, resguardados por árboles que
conducían a una casa. El grupo se me adelantó y no les pude seguir el trote.
Gabriel, el cordobés de 45 maratones filmaba y sonreía, encontré alguien que
disfruta más que yo ¡Siempre me quedo a mitad de camino! ¿Será posible, che?
Al terminar el camino, dimos vuelta por el jardín de una
casa, corrimos por pasto unos 150 metros y después me sorprendió la hidratación
en vasitos chiquitos, y no había agua. El sol comenzaba a molestar.
Salimos del camino de tierra volvimos por la ruta, pero con
viento a favor. Comencé a cantar “Avanti Morocha” para darme rienda suelta a mi
trote destartalado. Al llegar al 11
cerré los ojos y canté la canción de mi adorado Andrés Calamaro “Nacimos para
correr” y decía a viva voz: “…y cada vez que suene mi canción, voy a volver a
nacer otra vez. De momento me queda mucho por hacer, porque nacimos para correr…”
Piel de gallina al saborear esta canción. En el 14 la veo a Fabiana y le
solicito que me compre agua, a las bicicletas les pedía agua, y bueno me dieron
y me calmé porque me estaba preocupando porque el sol quemaba.
En el kilometro 15,5 los chicos ponían la mano para
saludarte, en todos los puestos, a pesar que no adquirí hasta el 18, había
banana y naranja y cerca del 21 un turrón exquisito y suave. Luego los vasos
eran más grandes. El Aeródromo en el kilómetro 17 fue un camino de pasto de más
de 1,5 km, eso comía piernas y el viento en contra pesaba, traté de
concentrarme en las canciones de Estelares, mudito sin chistar. Pasé el 21 con “Ese maldito momento” de No te va a gustar. Corría prácticamente sólo, a Gustavo y su banda lo perdí de vista. Fabiana llegó con el agua, el cansancio se sentía, y lo tenía que manejar, mi próximo rival eran 5 kilómetros de viento: Turf y Cuarteto de Nos lo iban a pelear. Así fue que comencé a pasar gente y hacer un desgaste que no me importaba, un Senda me cagó 200 metros yendo el auto por la tierra y yo pisando barro y resbalando.
El 27 llegó saludé a Alberto diciendo: “Vamos que vas bien”,
cuando paró para caminar. Y a Daniel “Me hiciste mierda“, en tono de broma. El viento cesó al ingresar al camino de tierra,
doblar por la casa y volver a la ruta. El 32 me pasó una chica con un pacer a
buen ritmo, yo los acompañe cantando: “Sólo estoy sobreviviendo” y luego “Santa
desesperanza” tratando de hacer bailar a las mujeres con sombreros y atuendos
coloridos
En el 34 doblamos y lo pasé a Gustavo y su banda, tuve que
endurecer mi cabeza y cantar menos, el reflejo en el asfalto hacía que el sol
se sienta. En el 35,5 caminé hasta que me alentó la gente, y seguí derecho
hasta el aeródromo que Cadena Perpetua me permitió correr, hasta que pise un
pozo en el pasto y me tiró el aductor, quedaban 3 kilómetros y Gabriel el que
filma, el que disfruta, el que sonríe y el que mete maratones como loco, me
pasó como palo. Caminé hasta calmar el dolor, me metí, mientras una naranja y
comencé a trotar suavemente, abracé a Daniel al cruzar el 40 y el iba por el 41.
Al dar vuelta por el Frigorifico Cabildo, tenía
viento en contra, al principio no lo resistí, pero despacio comencé a trotar.
El 41, me concentré en el mejor sólo del grupo El Bordo: “Dejar caer el sol” y
sentía, cerrando los ojos, en mi piel las estiradas con la guitarra y la
armónica eso me llevo a “Despegar” de Villanos y cruzar la meta con alegría y
con agotamiento, que fue compensado por buena compañía y un lindo masaje. La 29 otra más que, tuve el privilegio de
llegar y disfrutar.
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