"Dejar la vida, eso es lo que hicieron los mártires en los siglos subsiguientes de la crucifixión de Jesucristo. Ellos defendían la palabra de Jesús y eran capaces de morir por su fé religiosa."
La alegría, según la lectura, supongo que errada, del exterior y de las exigencias del mundo hoy, es por el deber cumplido o con un fundamento y contexto hiper-justificado.
El mártir es, según, la RAE, persona que padece grandes afanes y trabajos.
Admito que, el desarrollo individual y el afán hedonista se expande cada vez más, pero paralelamente el control, la búsqueda de debilidades e inculpar al prójimo, también se expande bastante.
La lucha, incluso con uno mismo, entre el placer y el sacrificio. Es imposible, para mí, deshacerme de estos estadíos, pero, describí a lo largo de este blog, el placer es mi constante búsqueda, sin importar el fin en si mismo.
El mártir necesita sacrificarse en todo lo que hace. Los espectadores “exigen” eso de sus deportistas elegidos, incluso condenan si encuentras a sus “elegidos” divirtiéndose en una discoteca tomando un trago, mezcla de envidia y decepción. Igualmente, a mi me parece una ridiculez, decirle lo que tiene que hacer alguien joven, adinerado, que ganó hacer lo que quiera. Pero el hecho del grito: “Dejen la vida”, me hace muchísimo ruido.
Dejar la vida, eso es lo que hicieron los mártires en los siglos subsiguientes de la crucifixión de Jesucristo. Ellos defendían la palabra de Jesús y eran capaces de morir por su fé religiosa, parecido lo que hacen con Alá los islamitas. Igual ellos no fueron belicosos, simplemente se rebelaban al régimen Romano. Gracias a ellos, hoy la religión Cristiana sigue vigente, cada uno lo juzgará como quiera.
El evangelio con respecto a los mártires reflexiona: “La fuerza provocativa que dimana del martirio y que mueve a reflexionar sobre el sentido de la existencia y sobre el significado esencial que hay que dar a la vida es tan evidente que no se necesita ninguna demostración para convencer de ella. La decisión de llegar a una opción coherente y definitiva encuentra aquí su espacio vital. La historia de los mártires manifiesta con toda lucidez que la muerte de cada uno de ellos, si por una parte dejaba atónitos a los espectadores, por otra sacudía hasta tal punto su conciencia personal que se abrían a la conversión y a la fe: sangre de los mártires, semilla de cristianos.”
Y agrega: “El martirio está relacionado con las perennes cuestiones del hombre, y, por tanto, adecuado para ser signo que ilumina a quienes se ponen a buscar un sentido a su existencia.”.Realmente, al dificultarse encontrar un sentido de existencia, con total convencimiento, el martirio resolvería, según el Evangelio, este meollo.
Los soldados durante la etapa de independencia también fueron mártires por la patria, en Argentina los Españoles oprimían a gran parte de la población, muchas personas se sacrificaron para que la corona española deje de ser dominante.
Hoy, simbólicamente, los mártires son los que ayudan, su placer, es justamente absorver el sufrimiento de otros, para dar, incluso sacrificar las actividades que le dan alegría, para colocarse en un segundo plano, y apreciar la alegría del otro, contagiándose en la propia.
El concepto de persecución es externo, que no le pase nada al sujeto que le da un significado más grande que la misma, sino que hasta daría su vida por el otro. Personalmente no me ocurre, no daría la vida por el otro, y esto, en el mundo de hoy, encierra un egoísmo extremo.
Igualmente en la masa popular, ídolos han salteado puestos en el INCUCAI por el hecho de ser famosos y por el capricho de la masa que decía que tal persona debe seguir viviendo por la alegría que imparte o impartió, y sin permiso, otro debe sacrificarse por él, desplazándose de la fila.
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