viernes, enero 24, 2014
Gracias Gastón (1976-2014)
Al mediodía del 23 de enero del 2014, recibí el siguiente mensaje: “Hola Percho, sé que eras amigo de Gastón. Te cuento que ayer falleció de un infarto. Era solo para avisarte” El remitente del mismo fue una persona muy allegada a él, y que la última vez que lo ví, me contó que la admiraba y que le agradece lo que hizo por él.
El agradecimiento es sublime, cada vez que tengo buena compañía agradezco el momento, obviamente que a la dádiva también. Agradecer le da sentido a la vida, es muy importante hacerlo, pero es mejor sentirse. Y ante este tipo de desgracias siento, o me induzco a hacerlo.
Reeplantearse la vida, los “de acá en más” ante estas situaciones, no sirven para nada, la vida es esto, y sube y baja como la mismísima contradicción.
Por eso recuerdo a Gastón por aquellos viernes a la noche donde nos quedábamos jugando al Nascar y lo convencíamos para que maneje él, porque era piloto de carreras: “Sport Prototipo” decíamos
Por aquellos paseos en su auto a Villa Cariño y cantábamos: “Queremos ver Garchar”, fastidiándolo de sobre-manera.
Recuerdo la previa de una salida que nos tomamos hasta el agua del inodoro y la misma no se hizo, porque volcamos en los vomitos. Poly, que en ese momento no tomaba, huyó despavorido.
Las historias con el nabo-sónico en La Embajada, era desopilante como no tenía resistencia al alcohol. Con Gastón nos cagabamos de la risa.
La canción “Corazón” de los decadentes de dedicada a Gastón por nuestro paseos de sábados o domingos en el Alto Palermo que en un párrafo decía: “Yo no soy levanta minas y no tengo alma de Gastón”.
Más adelante las cenas los domingos a la noche en el Coto de Cabildo y luego los partidos de tejo.
Las noches de Kill Kenny, que nos embolabamos un jueves, viernes, o sábado y nuestra complicidad para tomarnos un whisky, un vino o lo que dé.
Brighton ese lugar bien de los 60’, donde nos tomábamos una cerveza con una picada y hablábamos pavadas.
Museum los miércoles y la manera de dar vueltas por los tres pisos de este establecimiento.
La despedida de Soltero en “Rey Castro”, donde se hizo omnipresente, la canción: Yo no me quiero casar. Caminabamos por Florida cantando: “Churu-rururu, Churururu”…
Y charlas, y cenas, y risas y minas y alcohol, gran compañero de la noche porteña hasta que entró en algo que destruye, pero eso no vale la pena recordarlo, sólo remarcar que la cocaína no sirve para nada.
che, recien encuentro tu blog. es fascinante.
ResponderBorrarGracias, Nicolás...
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