miércoles, noviembre 24, 2010
El hincha de fútbol
“¡Dale! Corré gordo, movete”, decía un sujeto más fornido, aún, que el que jugador al que le reclamaba más movilidad. Junto a gritos histéricos, desesperados, por supuesto juicios erróneos del arbitro del juego.
El hincha de fútbol, toda una identidad, en este país, así mismo como el juego de pelota está arraigado a los ciudadanos de esta nación.
Pero la identidad está arraigada a la pasión. ¿Cuál es el origen de esa pasión? Sinceramente no lo sé, pero su manifiesto sorprende, además de heredar menesteres, actitudes, cualidades de sus pares.
En el entretiempo de un partido de fútbol, al lado mío se sentó despaciosamente un señor que superaba los 75 años, junto a su nieto de poco menos que mi edad. Cuando comenzó el segundo tiempo, ante la primera falta del cuadro rival, al que es hincha, el anciano se levantó vigorosamente reclamando: “Cobrá juez”. A partir de ahí, el señor, fervorosamente, estuvo en constante reclamo e insulto hacia los jugadores, al técnico, al arbitro, a Dios y a Maria Santisima, que “su equipo gane”, pero fui imposible, ya que antes de la media hora de juego el equipo visitante les “clavó” dos goles, y cerca de terminar el cotejo, el sujeto, ya resignado y desesperanzado balbuceó: “Esto es terrible, nos sacaron el invicto en casa, es lo peor que nos puede pasar”. Yo lo escuchaba con ternura, y con algo de tristeza, es que en ese momento compadecía el drama que se hacía por una derrota futbolistica, del equipo que eligió ser.
En este pais, la mayoría de las personas, durante su niñez, por imposición o por elección, escoge ser “hincha de”. El mote se pasa por generaciones o se engendra por el barrio, por una identificación, por el color de la bandera, porque en un plantel estuvo un jugador único, por la cantidad de campeonatos, por la cantidad de gente, por la popularidad o por la exclusividad. Por todos estos conceptos y más aún, la gente se identifica y defiende con argumentos varios, y hasta absurdos, el “ser hincha”.
El hincha es un espectador con una elevada pasión, se apropia de una institución al que cree que su territorio y tiene que batallar con otras, para que “sus guerreros” ganen el combate por los puntos.
El fútbol ocurre algo curioso, es el deporte que más hace ruido en el mundo, en que la esfera se para por un mundial y se cree que un buen mundial es haber defendido y representado a la patria.
Pero los jugadores de fútbol de hoy están muy alejados al hincha, ya desde pequeños son manipulados para ser comprados, vendidos y en la mayoría de los casos, varios son los dueños de cada jugador, como si este fuese una acción.
Recuerdo, la falta de respeto de un jugador de Huracán llamado Matías De Federico, cuando manifestaba en los medios, que quería progresar y que en Huracán no quería jugar más. Contraponiéndose, muchos años atrás, con Miguel Angel Brindisi, que pasó de Huracán a Boca, y manifestando que “Estoy agradecido a Huracán, que me dio mi carrera y mi crecimiento, espero algún día volver”.
Pero volviendo al hincha y a su carácter, el espectador del fútbol es intolerante, no disculpa declaraciones, manifestaciones, contestaciones de insultos, y cree que porque paga la entrada o al menos le dedica un tiempo al jugador, el hincha es impune, entonces puede insultar, tirar botella, arrojar monedas y cualquier otra aberración.
Lo que alimenta, aún más el fuego, es que los jugadores cuentan que “los hinchas tienen derecho a insultar”. ¿Derecho? Entonces es una apología a la falta de respeto, al despotismo.
También los hinchas de un cuadro definen la identidad de amargos, homosexuales, negros o cualquier descalificación a cualquier otra hincha, originario por vaya a saber quien, proclamando la enemistad de su equipo rival. Por ejemplo, el que es campeón se jacta de que no lo es, y el que nunca sale, alardea de la fidelidad y de la fiesta, mientras que el primero, para este, es un amargo.
Lo curioso es que la identidad futbolera es vos y no de ustedes, donde se puede ilustrar en la siguiente canción “¿Que te pasa, che Bostero?, que amargado se te ve…”
A su vez los hinchas están subscritos a peñas o agrupaciones, donde juntan dinero para pintar el club, hacer arreglos en las tribunas, en los baños, pagar los premios de los jugadores, las pensiones. En definitiva hay hinchas que quieren lo mejor para el club, que le da identidad como hincha y, a veces, prefiere que lo identifiquen como hincha de su club, que por su nombre.
Particularmente, hoy me considero, espectador de fútbol, tomo partido por un club, pero me he cambiado por diversas situaciones de la vida, y aprovecho mi identidad de hincha, para hablar de algo que tengo conocimiento y melancolía de innumerables juegos y campeonatos vividos, ya que ver fútbol (porque, en estos dias no lo juego) me genera entusiasmo, adrenalina y es una fuente de entretenimiento para mis ojos.
Los rituales de ir a la cancha de local, de visitante, los viajes, los paisajes, los jugadores, los técnicos, las anécdotas y sobretodo la música del fútbol, hace que forme parte de mi identidad y que sea uno de mis compañeros (hablando como entretenimiento) de esta vida.
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