La primera del año, el primer concierto de este antihéroe de las maratones, el que trata de ser feliz, y piensa que confunde fiesta con deporte, en definitiva: el rídículo. Y rídículo quede allá en el kilómetro 32 cuando insultaba al aire y repetía que la carrera (o alegría) se había terminado al dejar de funcionar mi música. Esa dependencia forma parte, en estos tiempos (prácticamente desde que comencé a correr la distancia}) , hace del conjunto del recorrido de la maratón, las otras partes son la gente, el paisaje, mis sensaciones, mis escapes, mi tiempo insumido, lo que sea.
Me da mucho pudor el decir como corro las maratones, el que ni me fijo el reloj, que no me frustra el bajar el acelerador cuando no estoy óptima, que no me importa ir parejito, sino por sensaciones y a veces me guardo poco, según mi euforia como ocurrió cuando pasé la media maratón y la gente que culminaba allí, se cruzaba en mi camino y yo les gritaba “pista” y le devolvía una sonrisa o una frase de una canción, como por ejemplo “Avanti Morocha”, por esos lares.
Pero me focalizo al principio, cuando partimos varios futuros maratonistas y mediomaratonistas en tierra pampeana, todos a enfrentarnos con una cantidad importante de kilómetros. En mi caso llegar al kilómetro tres, fue algo que me costó acomodarme, en el medio hablé con alguien que corrió en Mendoza conmigo y le dejé mi e-mail para que me de la foto porque aparezco atrás suyo, nos saludamos y el partió y yo con un poco de esfuerzo traté de despegar, que lo hice con el tema de Axel : “Verte reir”, que la verdad me parece muy optimista, a partir de allí acomodé el ritmo para culminar los 5 y pico que daba el final de
Aquí mucha gente me pasaba y yo los alcanzaba cantando como en Fatal Destino de Bulldog: “Dame un cuarto de soda, tres cuartos de vino”. En el kilómetro 8 hubo hidratación, que luego había que esperar hasta el 15 para volver a recibir, pero me bastaba, mientras jugaba y le cantaba la gente, con verla sonreir estaba hecho. Muchos corredores nos saludamos y alentamos en este ida y vuelta, no suponía que conocía tanta gente.
En el kilómetro 15 paso a una señora que me dice: “Arriba con la música” y yo le cantaba que “quería volver a nacer para vivir todo de vuelta”, canción que me un tanto me identifico por el pasaje del tiempo, asi como el estar “perdido en este presente”.
Asi fue todo alegre hasta llegar a la principarl, tomar agua en el 19,5, cantarle a la gente : “Haciendo lo que más me gusta”, que por supuesto era cantar y trotar y para luego realizar la media maratón.
Al terminar los Caballeros, escuché a cadena perpetua y a unos chicos le grité: “Aguante Cadena”. La entrada en la laguna fue en soledad y un tanto confusa ya que nadie me indicaba donde ir, suerte que vi un corredor que empaló para la derecha. Unas personas me dieron, de onda, Manises y pasas y vino re-bien para seguir desafinando.
Tenía a tres personas en las que le tapaba el viento en contra en ese momento, y saliendo de laguna todo estaba bien.
A chok, mientras me dio el gatorade, le canté : “Cuatro personalidades” y le convidé al pibe que corrió tras mio, aquí, dos tipos me pasaban y los volvía a alcanzar con las canciones : “El regreso” del Bordo y “La vida” que fue la última canción que escuché, ya que se me rompió el MP3, estaba en el 32, me quedé caminando para ver si lo arreglaba pero en vano, me angustié porque mis elecciones con respecto a los aparatos de música para correr fueron frustrantes y no paré de recriminarmelo, pasó en el 33 y una señora me dijo que solo faltan nueve, y mi respuesta fue: “Se acabo la carrera”, corrí por correr, con malos pensamientos pero con cierta desubicación, sentía que no estaba en el lugar correcto. Aquí comencé a insultar en el aire, siquiera veía por que kilómetro andaba ya que las marcas eran muchas y me desconcertaban y es por eso que le pregunté a todo el mundo por donde voy.
Al llegar donde estaba Chok sabía que era el 39, las piernas comenzaron a aflojar, y me mente a enfriarse, vi a una persona caminando, paré y le dí Gatorade, el tipo lo tomó bien por dos cosas: porque necesitaba hidratarse y porque de alguna manera alguién lo mimó, y ante tanto traqueteo un mimo no viene mal, no lo pude alcanzar hasta la meta.
El último kilómetro y medio tomé el rol de espectador, a pesar de estar corriendo y saludé a todos los que llegaban a la pasada. Tommy, corredor que le llevaba fácil
En fin llegué con hambre y con cierta bronca transformada en euforia, porque al fin y al cabo pude divertirme una vez más.
*Agradezco a Pablo "el Bahiense", por la foto
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