miércoles, agosto 09, 2006

MARATON DE COLONIA - 30/07/2006



Siento una gran adrenalina, cuando la distancia que creo no poder hacer o llegar, me espera, asi como los paisajes desolados y estar de cara hacia las sensaciones que una porción de la naturaleza me brinda, con sus gamas de colores y olores.
Por eso decidí realizar una maratón(de 42 km) a modo de un auto-citytour, en una ciudad histórica llamada Colonia, del pais rioplatense Uruguay.
Este lo acontecido, durante mi gran viaje de sensaciones:

Una largada a plena música para mis oidos cantandome: "Felicidad, depresión de la mano en el camino" que es lo que sintetiza las etapas que vivo en una carrera larga.
Salgo con un ritmo muy cauteloso, sabia bien que iba a correr y cantar hasta que las piernas me den.
Los primeros 4,5 km dimos vueltas por una especie de bosque y donde el sol apareció poco, ya que los arboles absorvieron su calor.
Ya el llegar al quinto kilometro, arrancó con un camino que se dirigió a la ruta.
El viento era propicio ya que en el sentido que iba corriendo, sopló al noroeste. Algunos repechos importantes y largos, asi también sus respectivas bajadas. Pasando el kilometro 13, llegamos a la ruta y el viento en contra apoderaba sobre mi piel, pero no lo tome como cosa trágica, la idea era seguir al ritmo, pasando kilometros. Lo curioso que en la ruta, corria por el medio, ya que la banquina tenia un declive obliquo(una mitad triangular), como suelen tener casi todas. Mis visiones se asociaban a las canciones, la velocidad era la que podia dar.

Se hicieron dificiles los kilometros 28 a 30, ya que seguí con mi afán de correr, sin parar y me dolió un poco la cabeza, asi como erizar la piel por el viento, frio y algo de cansancio.
Por suerte la hidratación valió a que la presión no se bajará aun más, aparte de mimarme con un ritmo cómodo y alegre.
En el 30, decido caminar unos metritos para comer una barra de cerial. Sigo y las piernas las pienso a sentir, estaban cansadas pero no abatidas, mi cabeza estaba bien.
En el 32 y pico, al entrar a Colonia de Sacramento, habia una subida interminable y pronunciada(poco menos de 1/2 kilometro), corro y camino la mitad, en la bajada vuelvo a correr y decido no parar hasta donde sea. Mi sensación era de contentura, volví a cantar como un loco, la gente me miraba y se reía.
Antes de llegar al 35, realizo una curva de casi 360 grados, bordeando la plaza de Toros.
En el 36 me encuentro con la costanera, y aquí empieza el laburo cerebral, las piernas se me agotaron, estaban abatidas, costaba levantarlas, camino unos mts, pero sigo corriendo según la canción que escuchaba en mis oidos: "Es angelical, no podés no correr". Algunas frases o preguntas se me cruzaban: "Caminos los 3 km que me quedan ?", "´Dale vas bien", etc. Algunas sensaciones nauseabundas se apoderaban de mi, pero después volvía a nacer y me enchufaba y corría. Y eso es sin duda, el punto o el quiz que siento en distancias largas. Caer y volver a nacer permanentemente. Cuando doblo, para entrar al casco histórico, quiero improvisar un pique, y justo ahi una apuntada en el aductor, sigo corriendo cuan herido sale despavorido de su agresor.

Finalizo con una gran sonrisa y con muchisimos dolores, que ya fueron absorvidos y desvastados.

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