"Somos libres de hacer lo que queremos y lo vamos a aprovechar", clama el último hit de Turf hasta el día de hoy, llamado "Sentimientos Encontrados" con la colaboración de "Auténticos decadentes".
Claro está que la sentencia se dé en determinados contextos, trantando de no perjudicar al prójimo.
La música en estos dos días fue el gran bálsamo en mi vida.
Primero, la imagén en el furgón del Sarmiento con los vendedores ambulantes bailando al son de dos guitarrista que tocaban Viejas Locas y Pappo. ¡Y como tocaban y cantaban! Me levantó del letargo de mi viaje en bici a Ponteveedra y me conmovió vitalmente. Felicité a ambos ejecutores.
Jueves la noche el taller de ensamble en Alberto Olmedo, cantando y tocando "Siguiendo la luna" y "Como un cuento". Postergó mi dispepsia, cada vez más insoportable que realza mi desgano y deslucidez.
El viernes 13 de Octubre fui caminando a ver a Turf en Niceto, arribando muy temprano y viendo una banda soporte que la rompió y me conmovió. Se llama Ponzi o algo así, de hecho, alcanzé a cruzar unas palabras con el cantante al final del show.
Realmente hicieron al final, una versión despampanante de "No llores por las heridas" de Charly Garcia, impresionante. Todo muy fanky, guitarra, gritos, letras bastante buenas. (igual se lo dije personalmente, cuando me lo topé luego del recital de Turf, deseándoles todo lo mejor). En el variopinto musical puedo aún, evitar el autotunes y el sonido estridente al que no me atrae en la música de hoy día. Es decir, hay pibes que todavía hacen clásicos y la "rompen toda" en un escenario y eso que he visto muchas bandas soportes en los cientos de recitales que he asistido.
Ahora, llego Turf con los dos primeras canciones que me hicieron click ("Para mi para vos" y "No se llama amor") y por suerte hoy cuento con aceptable (para mi) estado físico y además ya me recibí hace muchos años de Ridículo que no necesito ni alcohol ni porros para "despertarme" y este estado de conciencia, saliendo de la lógica solemne me hace sentir aún mejor que antes.
Luego de estos dos temas, Levington se agitó y anticipó que, como toda fiesta, la fuerza, la energía, la lucidez iban a deteriorarse. Me hizo reir.
Entonces: antes de la mitad ya estaba adelante donde salté, canté, grité, bailé, hablaba con la gente, me abraza mientras festejamos una canción, interpelaba a los que gritaban o pedían una canción, todo bien conciente, pavote, pero conciente.
La gente era mi cómplice, de hecho bailabamos y saltabamos en ronda, nos miramos al cantar y jugamos mucho. Lo pienso, lo recuerdo y me conmueve.
Además, ayudé a los patovicas ya que Joaquin Levington fue al pasto muchas veces y corría mucho riesgo su físico por tirarse al público y demás boludeses. En un momento agarro el porta-microfonos y se cayó el microfono en mi mano, no canté, se lo di a una chica desesperada por hacerlo y le pasé el microfono al agotado patovica.
Al que al final del recital me para y me dice: "Uff no lo aguantaba más estuvo inmanajable", menos mal que término". Yo lo compadecí e intercambié algunas palabras de consuelo con él.
Canté el 95% de la canciones, el recital duro dos hora. Cuando cantó "Yo no me quiero casar" había un mini-Joaquin bailando en medio de la pista en el círculo grande. Todos y todas contentas. ¡Cuanta alegría dispersada!
Fue una fiesta que no quería que termine, pero todo tiene un final y este evento si me va a quedar en la mente, porque no tuve pruritos con practicamente nada con el "deber ser". Fue el mejor recital que viví en mucho tiempo, superando ampliamente mis expectativas.
Algo que noto es que la gente ya no pide "Panorama" sino "Pasos al costado", ha cambiado la configuración. Además hubo gente de un variopinto de edades.
Luego realizé una parada en "Angelin", dos porciones de fugazzettas con queso y fainas, comiendo lentamente y sintiéndome honestamente FELIZ.