domingo, febrero 09, 2020
El cumpleaños número 80 de Eduardo
El 6 de Febrero del 2020 en Florida, Provincia de Buenos Aires, festejamos el cumpleaños número 80 de Eduardo, el viudo de mi madre, que también cumpliría años (75 años), pero ya no está en este plano terrestre.
Lo festejamos con su hija, que no veo hace más de 11 años, al novio de la misma (con un comportamiento bien porteño, digo porque no dio el brazo a torcer y mostraba una certeza tras otra), Julieta, en cambio estuvo más medida. Además fue la hija de Julieta que tiene 9 años.
A Eduardo lo conocí a los 10 años, cuando mi mamá era más joven que yo y nos presentó a "un amigo" en un cumpleaños del hijo de una amiga de ella. Yo estuve muy perturbado.
Tal es así que en la presentación oficial yo me mostré demasiado hincha pelotas. Asi como fue el comportamiento del hijo de la mujer con quien compartí algun tiempo en mi vida. Eso pasó y lo otro también, la lucidez y luego la vida de mi madre también fueron, asi como pasaron mis ganas de hacer proyectos y de "comenzar algo" con alguien.
Todo pasa, los años también, y Eduardo es un señor algo hosco con respecto a la corporatocracia y los símbolos imperialistas, un señor activo a su edad que, elige bajar por escaleras que tomarse el ascensor, asi como moverse en lugar del confort que te lleven y te traigan. Eso valoro y espero, no a esa edad, en 5 años moverme, porque cada vez mengua más los movimientos e incluso se amplia mi dispersión. Todos los dias trabajo para no estancarme, y Eduardo también actuando de esta manera, a pesar que somos diferentes en ciertas maneras de pensar, actuar, argumentar, manifestar. Aunque mis argumentos no existen más, escribo estos manifiestos como ejercicio intelectual o de escritura para, más adelante, leer algo e incluso conversar conmigo mismo, porque no puedo ni quiero intimar sobre esta nimiedades para los demás (por eso me disculpo seguidamente).
Eduardo tenía 47 años cuando se casó con mi madre, dos años después mi madre entró en una depresión violenta y lo que ocurrió después lo fui contando a lo largo de este cuaderno y de mi mente, que no voy a ahondar. Mi madre tuvo una recuperación a mis 19 años, donde 7 años estuvo en idas y vueltas con su humor, con su vida, con su depresión. Hasta que a mis 26 años, cayó profundamente y 7 años vivió en la mismisima mierda que el cerebro le preparó a ella.
Con Eduardo en estos últimos 7 años compartimos estos momentos de tonos oscuros, tomando café y tirando puteadas al viento. Florencia, la mujer que acompañó mi vida en ese momento, estuvo de arrastre en esta etapa en donde no supe ser funcional a lo ocurrido. En el 2008 murió mi madre y seguimos en contacto, e incluso fui al tercer casamiento con una mujer que me costaba coincidir.
En el 2011 perdimos el contacto. Más adelante, 5 años más tarde, me llamó por telefono y volvimos a tener contacto, compartiendo, de vez en cuando algún café o alguna pizza.
Esta vez tuve que hacer enfásis para reunirnos y tener una pequeña celebración de seguir vivo, porque la vida es lo único que hay. ¿Perderse un atardecer o una amenecer que excede a cualquier justificación de valor? No, prefiero vivir aunque este postrado.
Asi, una cálida celebración, luego me acompañó a la parada del 93, mucho calor, pero me vine caminando de Dorrego y Corrientes, cantando bajíto (no silbando, cantando), con un supuesto plan para pronto volvernos a ver.
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