sábado, septiembre 29, 2018

Observar y construir una realidad













Redactar observaciones, entiendo que algunos sacan provecho económico y lo detallan en novelas, cuentos y otro tipo de objetos. La palabra tiene poder, la literatura dista mucho de la realidad, asi como las fotos de algún instante, que, en su relato, sólo se corta un pedacito minusculo de la realidad. 
La realidad que algunos intentan imponer, puede estar cuestionada si se debate de raiz, es decir, en contra las reglas, las hipotesis, los datos estadísticas. Yo no arrogo de ninguna realidad, todo lo que soy, es una interpretación de mi, no es que sea nada, pero la realidad es tan lejana que la significación que le doy con estas palabras no la alcanzan. Y asi vivo, sin creer en nada y siquiera en mi. Por ello me refugio en mis sombras y en mis rituales, que disimulan una realidad. 
Una tarde de viernes en el subte D repleto, con mis problemas articulares, con la humedad llegando casi al 100 por ciento, arrivé fastidioso a un vagón repleto. Supongo, como tipo normal, debería sacar mi celular y naufragar en él, pero no me dediqué a observar, para distraer las dolencias en las espalda, sobretodo en las cervicales, la hinchazón en el pie izquierdo y la inflamación en la parte de atrás de la rodilla, que buscando por internet, se denomina poplíteo.  
En frente sentados, se encontraban dos conocidos entre si, de hecho porque se hablaban entre si. Uno armaba sin cesar un cubo mágico uno y otra vez. A lo que pensé: "Que velocidad mental que tiene este ser", tenía rueditas en los dedos, le daba utilidad hasta el dedo meñique, cuan ejecutor de algún instrumento que los dedos son el factor fundamental de su estructura armonía, veáse el piano por ejemplo.  Lo que no notaba era una tensión de parte de él, era simplemente desarmar y armar una y otra vez.
Al lado mio una mujer de unos casi 40 años, que estaba estudiando algo asi como derecho digital, pero luego pasó a sonreir viendo sus mensajes por whatsapp. Del otro lado un joven leyendo el libro de Caparros sobre una joven anarquista que se fue Europa y no regresó. Yo pensaba, en "cuantos libros leí para luego ver la película", justamente en estos dias se estrenó la pelicula entitulada "Soledad". 
De repente se escuchó: "¿Que haces hijo de mil puta? ¿Que me apoyás la concha de tu madre? Yo creí  que era un bolso y vos me estás apoyando como un hijo de puta" La gente del subte se dio vuelta para ver el centro del mismo, donde una mujer que estaba con su carro de bebé y el bebé, habia sido a poyada por un señor con el hueco Franciscano y el cabello largo. Con una cara rigida, cuan Marcos Peña Baun, De repente fue increpado por un joven que le dijo: "Si no te bajás, te cago a trompadas, viejo pelotudo". La coartada del sujeto era que estaba repleto el subte, pero el joven le dijo: "Yo también estoy apretado, pero no estoy apoyando a nadie". 
¿Adonde llega la perversión? ¿Es justificable? Realmente ¿La vida es justificable? Me cuesta empatizar con el señor, pero debe tener un estímulo de pensamiento apegado a su culturalmente "ser perverso". 
Subió una mujer con una bebé, lo cual uno de los jóvenes amigos, le dejó el asiento, la bebé quería al padre, la mujer trataba de convencerla que el padre no está con otras conceptos, por ejemplo que sale el tren y lo que harán después. La humedad era insoportable y la incomodidad del subte se potenciaba. 
Por suerte al salir sentí un gran alivio, y este relato, como mi vida es una foto que saqué de una realidad que construí. 



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