Tenía que hacer algo en Paris, me gustaba la zona de
la estación Liege, con cierta parsimonia entre bares y las diagonales (como la
rue Amsterdan o la rue Londres). Igualmente Paris y su lluvia constante lo
hacen deprimente, pero quedándome en el lugar donde habito y observar como
llueve era, aún peor. En fin,
retornando, he escogido ir al museo (o casa) de Gustave Moreau. ¿Qué puedo yo
saber de pinturas? ¿Cómo alguien con mi escasa cultura puede asistir a este
tipo de lugares?
En definitiva, leí algo de su historia, por Wikipedia y
asistí. Caminé, aproximadamente 6 cuadras con lluvia, y arribé al lugar
pactado. Tenía, por suerte un guardarropa, y comencé a observar los cuadros
hechos, en su mayoría, con acuarela, invocando a narcisos, a niños prodigios, y
planteándome el “por qué” de los cuadros tienen tanta oscuridad en el primer
plano y tanta luminosidad en el fondo.
Tal vez, sea que, la luz siempre está más allá.
La planta baja mostraba obras pequeñas de Moreau, y
subiendo al primer piso, se encontraba el lugar de ocio y de descanso del
autor, con retratos de su familia (padre arquitecto llamado Louis Moreau),
muchas vasijas traídas de diferentes lugares del mundo, sobre todo de su gran
estadía en Italia. Algunos retratos de personas conocidas, al menos por mí como
Rembrant, Alfred Moisset y algún otro que no recuerdo. Algunas condecoraciones provistas de
diferentes organismos en un diversos lugares del mundo.
Moreau nació en el seno de una familia y tuvo muchos
viajes a Roma y otras ciudades de Italia, donde muchos de sus cuadros retratan
el Coliseo, el Palatino y demás monumentos, esculturas, templos o lo que sea arquitectónicamente
visible.
En los pisos superiores, segundo y tercer piso,
encontré, lienzos más importantes, donde se detalla determinados simbolismos en
cada uno de sus cuadros y planos de un sujeto u objeto particular como
iluminado y todo lo demás. Por ejemplo la sandalia de Moises, otro habla de la
procreación y los símbolos de la luna y sol como la diferencia de los
géneros. “Los reyes magos” y la gente
alrededor como una pirámide sufriente ante la esperanza de “algo”. Penelope seduciendo a un centenar de hombres
asesinado por Apollo o algún Adonis.
Los cuadros que muestran mucha gente alrededor, como
símbolos de amontonamiento, en los cuales, saca como conclusión cuan, a veces,
la vida te oprime y lo peor es saber qué pasa.
Esa fue la sensación al egresar
del museo, pensaba que poco soy en esta vida, y cuando será el día que me quede
definitivamente sin fuerzas para luchar contra un entorno que se me hace difícil.
Pero, al margén, sé que no entiendo nada de pinturas,
las muestras que estuve en el Borges, era sólo para pasar el tiempo. En estos
casos, como en casi todos los caso, me siento un ignorante y mis sensaciones
son de vacuidad, parece que estuve perdiendo el tiempo con asuntos que ya
fueron extinguidos.