miércoles, julio 02, 2014

Maratón Rosario 2014 - Baila Rosario, Baila







El kilómetro 27 dejó en claro mi euforia, al escuchar “Santa desesperanza” de Zumbadores, donde cambié el término “la calle”, por Rosario y trataba de levantar a los trabajadores y espectadores de ahí. Una risa generalizada, sacó la concentración de la carrera que llevaba, y me decía que, por ahora, está todo controlado. Dejando atrás mi desazón y mal humor de la última participación, en el 2009, donde, a esa altura, vestía mi ser (Ver http://percho.blogspot.com.ar/2009/06/maraton-de-rosario-2009-cronica-de-un.html ).


Comencé tibiamente y tratando de encontrar mi comodidad con “Era un abril”, el asunto de las canciones son lo que dicen, y no tanto la música (70% letra – 30% música), la frase con “lo soné corriendo abrigado en sudor, los ojos llenos de sol y dulzor”. La dulzura la buscaba, el sol estaba a pleno y su calor era una caricia apacible y apaciguadora.

Una mixtura de cantantes Rosarinos me acompañaron en los primeros 10 temas musicales, hasta el kilómetro 8. Comencé a balbucear frases de Cadaver exquisito de Fito Paez, por el kilometro 4, luego oriné, como siempre, escondiéndome en un árbol, y en “Se esfuerza la máquina” comencé a presentarme con los corredores. Además de diálogos dispersos y superficiales con personas, lo más curioso que muchos me acompañaron en las canciones, por ejemplo: “Nada fue un error” de Coty, “el oh oh”, fue fabuloso, mucho júbilo para completar el primer sexto de Maratón.

Ahora viene: “Porque cantamos”, un corredor me dijo que fue uno de los primeros temas grabados en vivo, y que no hay versión de estudio, me enteré que Oveja Negra, un grupo, desconocido, participaba en el tema, cuando yo creí que era Vocal 5, acá, “Cuchu”, un fenómeno, con gorrita de piluso, cantaba está canción alegremente y ambos entonamos (en realidad) este pieza emotiva que, no hay que abusar ni acostumbrarse, porque cuando la escucho me pone la piel de gallina, y sin duda, en esta instancia tuve la primer emoción que jamás olvidaré y será el mayor símbolo de ésta carrera. Mi loca alegría, compartiendo con los corredores, y experimentar mi sensación de libertad y emoción en extremo, como no querer que termine nunca ese momento.

Dando vuelta la página, pasé el kilómetro 10 con la Oreja de Van Goth, y alterné, 10 canciones con Vicentico. Si bien cantaba, se me notó un tanto más apagado, y concentrado, como reservando energías para más adelante. “Deseos de cosas imposibles” con Abel Pintos, fue el más eufórico.


Los grupos rosarinos: Bulldog y Cielo Razzo, me acompañaron desde el 17, los gritos comenzaron a sonar aún: “El alma es lo que más se ve” era lo que yo sentía al moverme. En el 20 me clavé un caramelo de miel. Saludé a los que reconocía, con un grito o golpeando las palmas. Mi estado de situación era, estar unos metros adelante del pacer de 3 horas 40’, mi ritmo era más rápido al acostumbrado a lo de los fondos. El caramelo de miel me subió un poco, y los adoquines me bajaron, caminaba al tomar la hidratación los 20 metros que tienen las mesas.

Quería cambiar, quería seguir cantando y de hecho lo hice con “Más y más” un tema que hace apología del rencor y “Luminoso” de Cielo Razzo, acordándome de las aguas abiertas en Gessell.

“Sordido” de Cadena Perpetua, fue dedicada a las cosas que me hacen mal y que tengo que lidiar, a pesar de mi apatía, con ellas.

"Santa Desesperanza" fue la cuota graciosa, como escribí más arriba, de Rosario, y donde salí nuevamente de mis cuentas de cuanto falta o cuanto voy. Regalé mi botella de bebida isotónica a los que estaban ahí, me corrí del camino para ofrecerla.

Me re-encontré con Cuchu para cantar unos temas, y él, continuaba con el “Porque cantamos”, me alegro, como me presupongo, que haya sido el motor de su carrera.

Pasó el 30, “Todo el mundo sabe” de Cadena Perpetua recorre toda la opinión que hay del otro (sea persona o entidad) puertas adentro, cuando en realidad, no sabe nada. En el 31 me alcanza el pacer de 3 horas 40’’ y lo seguí hasta el 34 y poco, porque mis gemelos parecían dos macetas y me costaba aligera mi ritmo. Los cantos se apagaron, esperé hasta el 35 para amoldarme conmigo mismo, y tener una charla interna de como seguir, siempre alentándome. “La recta final” de Turf, que relata una carrera de caballos, me hizo focalizar en mi guitarra y los punteos que realiza la canción, eso me hizo trotar, hasta el 36 y medio.

Volví a caminar, tomé la decisión de trotar muy despacio, sin desesperarme, lo cual era mejor decisión que parar y volver a comenzar. En el 38 focalicé el lugar donde faltan 4,2 en la Reserva ecólogica de Buenos Aires. Tiré algunas frases de “Nos vacian la casa”, pero los de alrededor se ofuscaban, porque requerían mayor concentración, y yo mucha alegría no contaba. En el 40 tome agua y despaciosamente fui para la meta, saludé y felicite a los corredores que comparti del 41 para la meta y llegué con un saludo a Gerardo Ré, sacando la lengua y levantando los brazos, “Se me pasó la vida de un tirón” rezaba la canción de Smitten, la maratón parece que también, pero conllevada de un gran número de sensaciones que valen la pena vivirla y revivirlas en éstas líneas.

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