martes, mayo 17, 2011

Mi relación con las drogas – Parte 1















El título es algo infantil e ignorante, pero adentrándome a la cultura en que las “drogas ilegales”, son el mal de la sociedad, y hasta son usadas de excusas por los hechos de los delincuentes, de hecho los abogados lo usan como herramienta de defensa a los malhechores.



Lo que me parece gracioso es que, en ocasiones, en las tapas de los diarios, a modo de sugestionar que vivimos en un mundo mucho más decadente y perdido que años ha; aparecen notas de tapa como por ejemplo “El 80% de las personas en Buenos Aires, ha fumado alguna vez marihuana”.


Estas noticias, causan alarma y paranoia en una cantidad no despreciable de lectores, televidentes o cualquier tipo de receptor; supuestamente, las personas comunes de una moral y ética civilizada, rememora lo bien que se estaba en años anteriores con una juventud pujante, luchadora y con sentido del cumplimiento del deber. En definitiva, un crisol de falacias que sólo sirve a la gente, para trasladar su inconformismo hacia alguien o algo externo, como me sucede a mí, en temáticas de otra índole.
A manera de justificación estúpida, dejo en claro que soy un ser (o suelo ser) medianamente sana, muy de vez en cuando tomo alcohol, hago regularmente actividad física, (6 o 7 horas semanales), y como de acuerdo a mis experimentaciones, es decir, trato de adaptar mi cuerpo a una alimentación balanceada.



Pero, he incurrido a drogas ilegales solo para divertirme, más o menos una decena de veces (sobretodo a la marihuana), pero jamás he comprado ni tampoco pesquisado. Además, y esto es mucho peor, he sido alcohólico de fin de semana, en consecuencia, he tenido excesos etílico más de una centena de veces. No me enorgulleció bloquearme así, pero no me arrepiento de algunas consecuencias benévolas de alcohol en la cual me he extrovertido como más me gusta ser y conocer pareja, relaciones casuales, amigos, etc.


Mi primera incursión con los estupefacientes ilegales fue un verano en Mar del Plata, en un de los boliches del Sur. En unas vacaciones con un amigo, que fueron geniales según mi apreciación, ya que estábamos moviéndonos todo el tiempo. Retornando al punto, luego de tomar mucho tequila y haber hablado con muchas féminas, comenzó a amanecer y había un sector cercano al mar que pasaron música electrónica. Es ahí que vi a una personas que estaban fumando marihuana y les dije:

- Me venden una seca

Uno de ellos me contestó:
- El porro no se vende se comparte


Tal es así que cada vez que necesité uno, les hacía gestos de solicitud y al santiamén, adquiría uno. Yo estaba pacifico, pero eufórico, llamaba mucho la atención a todos los que estaban en esa especie de carpa.
Luego apareció uno con anteojos y partió una pastilla en una botella de agua y también probé el extásis. Mi entusiasmo creció desaforadamente y me saqué la remera y ascendí a un bafle a hacer un baile ridículamente provocativo. Luego besé a la mujer más deseada del lugar y jugamos a pasarnos el hielo de boca en boca, provocando a los onanistas de turno. En aquel alba, me sentí, como pocas veces, un hombre atractivo, a pesar de que fui un grelún absorvido por el alcohol, la marihuana y el extasis.


La paciencia de mi amigo fue algo excepcional, el me espero en el auto dormitando y yo arribé, al mismo, alrededor de las 9 de la mañana, cuando el sol ya estaba a pleno.
Ese día no pude dormir, tuve palpitaciones y sentí que tenía cosquillas en todo el cuerpo.
En consecuencia el precio que pagué fue acorde a esa jornada que dejó un vestigio único y extraordinario, que no valió la pena repetir jamás.

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