lunes, abril 12, 2010

Maratón de La Pampa 2010: Un angustiante abandono otoñal


Luego de transitar mis entrenos bajo un verano harto caluroso, donde jamás me pude poner en forma, aunque llegué a conformarme con un 60% del estado fisico de antes de la periostitis sufrida en noviembre pasado, lo bueno que es cosa del pasado. Pero llegué a estar 5 kilos más pesado y con la hemoglobina y el recuento de glóbulos rojos en un 10% menor que lo que tuve en febrero. Hace días tuve la alergia otoñal, por la noche se me cerraban los bronquios, de día estornudaba seguido y el agua por la nariz era insoportable.



Pero estaba previsto en mi cabeza el maratón de la Pampa, otros 42 km, a los que nunca confié porque como máximo fondeé 22 km. Y el dia que quise ensayar, me quedé en el intento vomitando y mareado.


Pero bueno, son excusas, en este mundo donde los valores conducen en el fin y yo estoy abyecto al él, porque mi máquina de ideas y emprendimientos es prácticamente nula, entonces es donde las quejas, la inacción y la decadencia proliferan en mí ser.


Ahora el viaje a La Pampa estuvo bueno, exceptuando el domingo que fue horrible. Tuve la suerte de encontrarme al mismo hombre que el año pasado, nos hicimos amigos, al esperar en la terminal que se hagan las 9 de la mañana para ir al hotel, sucedió lo mismo que en el 2009, y compartimos habitación. La verdad, para mi, es un privilegio encontrar a alguien con que podes charlar, con cierto relajo, ya que predomina en mi, la ineptitud y la falta de adaptación social, pero por mis formas de dirigirme, que hasta altura prefiero que sea así, antes que ser políticamente correcto o agradable.


El sábado compartí habitación, ya establecido, con otro muchacho, si bien tenía dramas maritales (se estaba separando) también hubo coincidencia y comprensión en el dialogo, y lo más importante atención y respeto.


Pero el sábado unos ñoquis me terminaron de destrozar el estomago, creo que fueron los peores ñoquis que comí en mi vida. Tenían gusto a plásticola y la salsa tenía un sabor muy pero muy intenso. Fui 5 veces al baño a tirarle bombas de mierda al inodoro, sin dudas, fueron explosiones. ¡Que manera de tener retorcijones!


El domingo a las 8 de la mañana fue la carrera, dos veces fui al baño, y largué pesado, por el kilómetro 3, balbuceé el tema “Dia de la mujer mundial” de Calamaro, y tenía que construir mi placer, ya que tenía un fuego que iba de la boca del estomago hasta la garganta.


Al salir de la laguna, en el kilometro 5,5, se tomaba una larga recta hasta casi el 12, la cual constaba con viento en contra. Todavia estaba pesado, pero surtí algunas frase de canciones, sobretodo del tema de Molotov “Gimme the power” en el que grité: “Viva México, cabrones” y me hizo ensayar un cambio de ritmo, que me costó más que cualquier carrera convencional.


La vuelta, es decir, del 12 al 18 se hizo tranquila, cantaba, jugaba, y no la pase mal, simplemente luchaba contra la omnipresencia de mi acidez. En el 19, una mujer, se acerca entusiasmada corriendo hacia mi, y gritó mi sobrenombre y mi apellido. La verdad que recuerdo su imagen pero no la asocio, además que yo no soy famoso, supongo que todas las personas que me conocen, en algún lado coincidimos, así que me hasta el 20, me quedé pensando de donde la conocía. ¿Quien sería?


Al llegar nuevamente a la laguna, el viento se hizo sentir, era el kilometro 23 y hasta el 26,5 hicieron estragos en mi estomago y en mi cabeza. En el 27 pensé si iba a seguir de largo, y no doblar por la recta de los 6 kilómetros (que eran del 27 al 33 y del 33 al 39). Pero bueno continué, el tema de Bulldog “La vida” me hizo correr y gritar un kilometro , pero en el 28 las caminatas se apoderaron de mi, un corredor paro y me dio Gatorade, la verdad increible en una actividad tan egoísta. En el 29 y medio, otro corredor que me conoce me saca los dientes como diciendo: “Que pelotudo”, y cuando me pasa alguien que en los papeles no me debía pasar, por un estúpido orgullo de no querer que sea mi peor marca, me arranco el número al llegar al kilómetro 30 clavado.


Podía haber seguido, pero no iba a ver disfrute, a esta altura el estomago estaba mejor, es decir tenia ganas de comerme una hamburguesa, pero me faltaba fuerza y combustible para llegar, y sobretodo mi cabeza me dijo: “en tres semanas corres otra, no te gastes”.


Cuando decidí abandonar, tenía que volver 6 km, y cuando entablé la caminata, tuve muchas sensaciones, malas sensaciones, como angustia, rencor a no poder sentirme bien; soledad, es decir, saber que no perteneces a una comunidad a que le importa la marca, y a mi me interesa meditar, y lo cual tenes que juntarte con ellos y justificar que importa poco, pero que a la vez yo estaba abandonando porque iba a ser mi peor marca en llano. En fin, una confusión propia de un imbécil.



La vuelta fue de terror, con un grupo homogéneo, que parecía la publicidad de sonrisas y liderado por un tipo insoportable, que mostraba a todos a su amante, no preguntaba a los demás que quería prender el aire, si el tenía “calor”, iba al chofer a prender el aire, mientras me cagaba de frio.
Todos contentos organizaban su próximo viaje, y hablaban de cuanto se querían. En fin, mi bronca es que tuve que soportar 8 horas de viaje, con hambre e incómodo, y como dije al principio estoy en una etapa carente de ideas, de emprendimientos y de limitaciones físicas, por eso me quejo y me quejo, que a esta altura es lo mejor que se hacer.


Espero que mi próxima maratón, en Sao Paulo, no tenga orgullo y la termine en 20 horas y contento.

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