10 de Septiembre del año 2008, a las 20 horas, aproximadamente, recibí la noticia más absurda y más triste que ni hubiese imaginado. Mi madre fue muerta porque se atragantó con una empanada y no pudieron hacer nada.
Unos amigos que no sabían como tratarme, me acompañaron a la clínica, donde Florencia me esperaba con su semblante un tanto demacrado.
Los policías comentaban que era lo mejor, lo peor, los pasos a seguir, yo escuchaba pero no analizaba alternativa alguna.
Mi mente se vaciaba mirando el pasar del tiempo, se había ido la persona que me dio la posibilidad de ver la primer luz en mi vida, mi protectora, mi sol, mi madre.
Si pienso a ahondar cuan es dura es la vida para las personas que sufren alguna afección cerebral, acumulo la bronca para aquellos que se consideran normales y fijan a los humanos mediante sus talentos, virtudes y descaradamente discriminan en sus limitaciones.
Mi madre fue abandonada, porque ella no fue responsable de eso, por sus amigas, por su hermano y por la gente que compartía cosas en las buenas, pero una persona fue leal toda su vida: su esposo Eduardo, quien se jugó y le salvó la vida muchisimas veces, la verdad estoy orgulloso de alguien tan humano y con tanta entrega como él, para mi es un ejemplo de vida, como también lo fue mi madre.
En este vacío, en el cual no cerraré, me tendré que adaptar, porque jamás olvidaré de mi madre su sonrisa picara, su inocencia, su generosidad, su simpleza, su infantilidad y sus ganas de compartir, aún ahora escucho su vos.
La última imagen, por suerte es alegre, es haber compartido los cinco: ella, Florencia, mi hermano(que hacia un año que no lo veía), Eduardo y yo una merienda con sandwichs de miga y jugos, donde la risa, el cariño, la complicidad y la compañía nos había invadido a todos los que rodeamos la mesa y nos había parecido, inesperadamente, un tiempo corto de reunión, hasta que nos dijeron las palabras no deseadas de “La visita”.
Mi ser está un tanto disperso, des-lúcido, tedioso, y sorprendido por este hecho. Anhelo la paz de la gente que me acompaño en esta situación y estaré agradecido eternamente, ya que no me esperaba que ellos presencien algo tan feo como el entierro: Bibiana, Eduardo, Guillermo y Tamara (que dejaron atrás el vínculo laboral para contenernos y compadecernos de esta gran pérdida ), Cacho y Haydeé (los padres de Florencia que me apoyaron en este momento).
Hoy voy a tratar de hacer cosas que me hagan bien y homenajearé al Hospital Estevez (una de las clínicas que estuvo internada) porque se que hay gente abandonada por sus familiares, amigos o quien sea que necesitan de mucho material.
Lo único que me quedó decirle a mi madre “Es que nunca la olvidaré y que fue( y es) la luz de mi vida”.
Queridísimo Seba: no te puedo decir absolutamente nada. Frente a estas cosas solo me queda darte un muy fuerte abrazo.
ResponderBorrarSeba: tampoco se que decirte.
ResponderBorrarUn abrazo grande.
Muchas gracias por estar
ResponderBorrarUn gracias abrazo a ambos.
Terrible.Aunque lo de absurdo...la mía estuvo a punto,hay que comer con bocados pequeños y tranquilamente.
ResponderBorrarUna mierda muy grande y me convence de la frase,"siempre llueve sobre mojado".Parece que los que tenemos vidas difíciles,sólo atraemos,más de lo mismo,qué mierda.No hay nada a hacer ni decir,sólo pasarlo, soltar marras de una vez.Un abrazo desde españa de un anónimo que te lee.Eres alguien original y único.
Te acompaño en el sentimiento.
ResponderBorrar.
ResponderBorrarHola Sebatián, sé perfectamente lo que es vivir una situación como esta, deseo que puedas sobrellevarla, poco a poco amigo.
Un beso enorme.