Autobiografía III

Siguiendo con mis epocas más inocentes. Uno de los problemas más comunes que tenía era orinarme en la cama y no poder controlar esos impulsos. De adulto hay impulsos que no puedo controlar. En segundo, tercer grado tenía alma de rebelde, si alguno me despreciaba, reaccionaba de mala forma.

Una vez un chico que tenía fama de lindo estaba jugando a uno de esos jueguitos que venía en un reloj, me prometió que después de terminar me lo daba, y lo cual tomó una decisión distinta a último momento. Si llevo un paralelo con el ahora, se me dificulta la aceptación a la gente que promete algo que finalmente no cumplo, por eso cuando digo que sí a un compromiso, trato de cumplirlo en un cien por ciento, pero por eso al tener ese grado de responsabilidad, le huyo a los compromisos.
Volviendo a la situación en mi infancia, hacia la negativa del chico al no prestarme su jueguito, le di una piña en la cara, donde fui repudiado por todos en todas las formas posibles.
Me parece que al estar a un hilo de ser rechazado, por cualquier actitud, tomo actitudes de alerta, mi mayor arma es el escape, la reclusión.

Este aislamiento se puede comparar metafóricamente a una isla, cuando estoy solo estoy en un isla, pero no estoy tan seguro, me puedo sentir a veces indefenso al tener necesidad hacia otro ser humano y naturalmente necesito ser reconocido, pero carezco de talento y eso lo tengo claro: no tengo diferencias con otro, conscientemente me reprimo de ser más que otro, aunque en mi perversión y naturaleza si quiero desbastar. Esto si es un desequilibrio y es paranoico, además tengo pensamientos que a menudo lo expreso de como es la gente y sus intesiones.

Sacar concluciones de esta opinión me parece de muchisima limitación aunque la misma la podría traducir en como fui con la gente al cual no me pude identificar de ninguna manera porque no demostré ser interesante ni significativo para ellos y lo triste es que estas personas tienen más valor que los demás, esto si es decadente.