Llegando de vacaciones de un sitio del Norte de Argentina, seguimos de joda acá en Buenos Aires. Lástima que el jolgorio es angustiante, otorgándome sensaciones de futilidad, descendiendo a mi autoestima a niveles de inseguridad como hacía mucho que no sentía.
Como único aliciente es que no estoy en alerta roja, pero podría bajar, aún más, en este pozo.
Comienzo sin ganas, no padezco desesperación, pero tengo que movilizarme, aunque sufro de pánico: de chocarme con un trabajo similar o peor al trimestre anterior, aunque la paga no era mala, y el lugar me quedaba cerca. No puedo aceptar algo en relación de dependencia, ya que para mí, suele ser, tres meses de prueba, y luego quiero irme al carajo.
Cansado de los horarios fijos, de hacer lo mismo, no hallo otra manera de evitarlo y no sé hacer otra cosa (una excusa de un parásito frustrado) Inicialicé el 2012, distinto, fuera de Buenos Aires y del lugar de “obligaciones y necesidades”, conviviendo veinte días con una madre y su hijo (una novedad para mi), mudándonos de hotel en hotel porque el quid era recorrer lo más posible la región noroeste de este país, con ciertos oasis de descanso en sitios urbanos.
Retorné mi casa y me pregunté: ¿Qué hacemos? ¿Se apagó la vida? ¿Hay alguien ahí?
Me siento dependiente, intolerante, inseguro, quejoso, débil, menos que mediocre…chau, loco, no me puedo vincular, reina la desconfianza y el miedo a lo que, yo llamo, estar alienado, porque realmente siento que no tengo espalda, y no estoy a la altura, para soportar tanto tiempo con un grupo de gente y su cultura, de la cual no suelo encajar.
No hay ideas, no hay propuestas, no hay movimientos (porque no sé el rumbo a seguir). Aquí, frente a esta máquina, describiendo lo que hay dentro de mi cabeza, aunque no estoy a la altura de analizarlo del todo, porque no tengo la suficiente lucidez para ello; aunque se hace lo que se puede (imagino en un tiempo leer este escrito y reflexiono sobre las falencias tengo para escribir).
Igual tengo hitos para estos dos meses:
· Resolver el problema de vivienda (si finalmente convivo, o en caso de la negativa de la anfitriona, ya que muy convencida no está; comenzar de nuevo en otro lugar).
· Auto, miedo a meterme al sistema de tránsito, hace mil que no manejo, moverme para conseguir un vehículo que lo destrozaré.
· Seguir de cerca las inversiones y las sociedades constituidas (a las cuales, vuelvo a repetir, me siento un parásito, porque no tengo la menor idea del rubro).
· Buscarme alguna actividad que entrene el bocho, por mi falta de coherencia e ideas. Ya que finalmente dejé de tomar clases de guitarra (otra veta que demostré inutilidad por mi desconcentración y mi falta de voluntad).
Eso es todo a los veintitrés días de enero, que es mi primera entrada en este blog, deseo escribir algo más impersonal, más lúcido y más interesante en la próxima entrada; además de un presente más ordenado.