Hoy abordo un tema medio escabroso y rebuscado; de índole psicológica y filosófica, por esta misma razón me costo bastante armar esta entrada del Blog. Pero finalmente esto es lo que salió en este ensayo, luego de un análisis y de una pulsión de concentración que se hace cuesta arriba.
Partiendo de escritos filosóficos, los mismos tienen como semilla plantearse preguntas, más que dar respuestas. Es la raíz de la paradoja del sabio que, se alimenta de conocimiento, pero esa misma sapiencia, lo hace dudar y plantearse cuestiones y algunas de ellas la llamaremos Cuestiones capitales que parten de la esencia de quien las realiza.
Las cuestiones Capitales plantean a los interlocutores justamente su esencia, más allá de lo que nos hacen creer que es lo importante para el hombre.
El peligro de esta concepción es la de encontrar abismo de la nada y la ignorancia como un estadio real, concluir que nada de lo hecho ha sido fundamentado, en la mayoría de los casos, más que la voluntad de poder.
En la novela “El hombre sin atributos” de Robert Musil, Ulrich, su protagonista, se plantea numerosas preguntas sobre su existencia y sobre su tiempo (que en realidad, no tienen tiempo, ya que en mi caso, me planteo estas preguntas en momentos de reflexión nihilista):
¿Cual es la realidad del Ser?
¿Cuál es el sentido de la vida?
¿Por hemos de subyugarnos a una moral heredada sin antes someterla a examen?
¿Qué intereses nos dirigen a la integración social por medio de la producción?
¿Por qué resulta tan difícil recuperar la unidad y armonía en todos los rasgos del ser humano inserto en la sociedad moderna?
¿Qué sentido tiene el gran arte en la sociedad que ya no lo requiere ni lo entiende?
Baltasar Gracian, en su novela “El Criticón” construye mediante un diálogo continuo una novela de vida y su significado. En tanto usa su literatura para explayar respuestas a algunas de las preguntas esenciales que planteé anteriormente, dándoles una suerte de máximas a cada contestación de las mismas. Por ejemplo que piensa que: “Vívese con el entendimiento; y tanto se vive, cuanto se sabe”.
Wilheim Wund planteó tres cuestiones capitales de la psicología, a través de la hipótesis de “Las percepciones de los objetos externos, los recuerdos de éstos, los afectos, los actos de la voluntad, no sólo se enlazan entre sí del modo más diverso, sino que cada uno de estos sucesos es, en general, de nuevo un todo más o menos complejo”
Y ellas son:
La primera es a través del análisis de los procesos o sucesos complejos que nos permitirá hallar los elementos de que se componen.
La segunda es la exposición de los enlaces existentes entre estos elementos.
La tercera es la investigación de las leyes que rigen el surgir de estos enlaces.
Por último Fredrich Niesztche discute la cultura occidental, combatiendo la metafísica y la moral tradicional, no es más que un aspecto del modo que tiene de interrogarse sobre si mismo; así lo indica planteando Ocho(8) cuestiones capitales:
1) ¿Se quiere ser más múltiplo o más simple?
2) ¿Se quiere ser más feliz o indiferente a la felicidad y a la desgracia?
3) ¿Se quiere estar más satisfecho de uno mismo o ser más exigente o más inexorable
4) ¿Se quiere ser más sensible y maleable, acomodaticio, más dispuesto a las concesiones, más humano, o al contrario, menos humano?
5) ¿Se quiere llegar a ser más inteligente o manifestarse cada vez menos escrúpulos?
6) ¿Se quiere alcanzar un fin o evitar todos lo objetivos? (Como lo hace el filósofo que en cada fin presiente un límite, un estancamiento, una prisión, ¡una estupidez!)
7) ¿Se quieres ser más estimado, más temido, o, al contrario, más despreciado?
8) ¿Se quiere llegar a tirano a seductor, o a pastor, a animal gregario?
Voy a dar una suerte de respuestas en lo que a mi respecta, pero las mismas tienen tantas excepciones como afirmaciones
1) Quiero ser más simple
2) Quiero ser indiferente a la felicidad y a la desgracia
3) Quiero estar más satisfecho, pero las satisfacciones de hoy alcanzan poco
4) Tengo sensaciones encontradas, hoy quiero ser menos humano
5) Tener menos escrúpulos
6) Quiero evitar todos los objetivos, ir a la deriva
7) Es una paradoja, a veces, tiendo a querer ser despreciado, para fortalecer “en contra” de casi todo el mundo entero.
8) Me gustaría ser seductor, pero ni siquiera soy gregario, tiendo a ser más taciturno.
Sin duda, que la coherencia de estas respuestas dejan mucho que desear.